Acuerdos salariales. Una práctica que causa daño y acostumbramiento
El pago de montos no remunerativos desafía al sistema jubilatorio
¿El aumento es una suma remunerativa o no remunerativa? La pregunta es bastante común y surge cada vez que, en los últimos tiempos, se firma un acuerdo salarial entre el sindicato y los representantes empresariales de una actividad. Tan común que uno se acostumbra a hacerla cuando, en realidad, lo lógico sería que esa duda no existiera.
"Desde el Ministerio de Trabajo se está tratando de evitar que se sigan acordando ese tipo de pagos, pero la verdad es que facilitan mucho las negociaciones", confió una fuente gubernamental. La práctica de asignar montos no remunerativos -no cuentan para calcular los aportes a la seguridad social- surgió por iniciativa del Estado. En 2002, con la economía aún lastimada, el Poder Ejecutivo dispuso que las firmas privadas pagaran a sus empleados 100 pesos exentos de todo aporte, para compensar en parte los efectos de la inflación.
A esa decisión le siguieron otras de igual naturaleza, ya con el siguiente gobierno en el poder. Luego, cuando logró dinamizarse el mecanismo de negociaciones para actualizar los salarios, los acuerdos comenzaron a incluir este tipo de asignaciones, en algunos casos como pagos de frecuencia mensual y en otros, como pagos por única vez.
La primera modalidad fue más extendida en momentos pasados: últimamente hubo gestiones para transformar esos montos en remuneración. La segunda forma -el pago único- gana protagonismo en las negociaciones de este año, con el antecedente de las sumas percibidas en el verano por gran parte de los trabajadores, luego de que los sindicatos reclamaran una recomposición -aún bajo la vigencia de los acuerdos firmados en 2007-, dado que la inflación superó los niveles previstos.
En convenios firmados este año, como el de camioneros y la construcción, se incluyeron sumas no remunerativas a manera de aumentos puente , por recibirse antes de la aplicación de la suba de los salarios básicos. Es una práctica que hay quienes ven como una vía para facilitar las negociaciones, pero, sobre todo, como una estrategia para que los sindicatos acepten anunciar la firma de aumentos de los básicos del 19,5%, porcentaje que intentó fijar como faro el Gobierno.
Un informe del estudio jurídico García Pérez Boiani & Asociados advierte que el uso de esta herramienta provoca no sólo un acostumbramiento, sino también una tolerancia fiscal que no debería existir.
La aceptación de esos pagos acompañando los salarios en blanco no le hace ningún favor al sistema jubilatorio, que de por sí tiene su credibilidad herida entre gran parte de los aportantes, a causa de la historia reciente y de los bolsillos de nuestros abuelos. Esa pobre consideración hacia el ahorro previsional que surge de las propias autoridades se reflejó también en la decisión de mantener reducido, durante seis años, el aporte salarial para la jubilación. El propio Estado mantiene, en diferentes niveles de gestión y en varias dependencias, porcentajes significativos de pagos sin aportes a sus trabajadores. Los efectos son jubilaciones que pierden en gran medida su relación con los salarios activos.
Y, en algunos casos, las distancias son abismales.
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