Volver al ruedo después del retiro: hay vida laboral más allá de la jubilación
Crece la expectativa de vida, la posibilidad de mantenerse en buen estado de salud y las ganas de salir de la pasividad
Ramón se jubiló hace un año, pero algo no anda bien. No está conforme con eso de “no hacer nada”. Siente que tiene más tiempo para pensar en enfermedades y achaques que todavía no tiene o “bueno, quizás alguno, sí, pero nada grave”. Ve mucha televisión, aunque cuenta que “me tira un poco para abajo” y piensa por qué la sociedad lo trata como a un adulto mayor cuando se siente como un adulto cualquiera, y con algo de resentimiento piensa que hay personas que le dicen “abuelo” cuando ni los conoce. Se sabe útil y además, la jubilación tiene gusto a poco. Cree entonces que llegó la hora de volver a ponerse en marcha y buscar, nuevamente, un trabajo. “Ojalá sea en relación de dependencia”, piensa, pero si no lo consigue, “tendré que hacer algo por mi cuenta. Me quedan muchos años para seguir produciendo”.
La opción de seguir trabajando es cada vez más atractiva, sobre todo porque con una jubilación no alcanza para cubrir los gastos mensuales, o tener la misma calidad de vida que se disfrutaba mientras que había un ingreso fijo en la casa. Perder la jubilación no es una opción, pero sí lo es sumarle otro ingreso.
Desde la Anses
Esta semana, el titular de Anses, Emilio Basavilbaso , sorprendió con una declaración en Mesa Chica, en LN+, que deja ver que el tema de la edad de la jubilación está en agenda. Tras aclarar que “la edad de jubilación la tiene que decidir el Congreso”, dijo que “hay trabajadores que pueden seguir... más allá de los 65 años”. Jubilarse “debería ser voluntario para el que quiera seguir trabajando y esté bien físicamente. El retiro debería ser voluntario”.
Hasta ahora, no lo es. La empresa pide la baja del empleado una vez que cumple con la edad para jubilarse, pero tiene la opción de volver a tomarlo, en blanco como corresponde. Nace entonces un nuevo contrato, y una nueva antigüedad, que se da a partir del nuevo alta. Pero no siempre fue así. “Hasta 1994, había una incompatibilidad relativa para jubilarse y trabajar. Si esto sucedía, le bajaban al trabajador su jubilación a la mínima”, dice el abogado previsional Adrián Tróccoli. Por supuesto que funcionaba como un efecto desalentador por el miedo a perder el trabajo y quedarse con la mínima.
Más tarde, llegó la incompatibilidad plena, es decir directamente no se podía trabajar. Hasta que llegó una desafortunada frase del ex presidente: “Si (los jubilados) tienen tanta fuerza para protestar y mandar a policías al hospital, bien podrían tener fuerza para trabajar, y no lo hacen”. Así, “llegó la posibilidad de trabajar después de la jubilación, cobrando la totalidad de los haberes”, dice Tróccoli.
El artículo 34 de la ley 24.241 es claro:
1. Los beneficiarios de prestaciones del Régimen Previsional Público podrán reingresar a la actividad remunerada tanto en relación de dependencia como en carácter de autónomos.
2. El reingresado tiene la obligación de efectuar los aportes que en cada caso correspondan, los que serán destinados al Fondo Nacional de Empleo.
3. Los nuevos aportes no darán derecho a reajustes o mejoras en las prestaciones originarias.
4. Los beneficiarios de prestaciones previsionales que hubieren accedido a tales beneficios amparados en los regímenes especiales para quienes presten servicios en tareas penosas, riesgosas o insalubres, determinantes de vejez o agotamiento prematuro, no podrán reingresar a la actividad ejerciendo algunas de las tareas que hubieran dado origen al beneficio previsional. Si así lo hicieren, se le suspenderán el pago de los haberes correspondientes al beneficio previsional otorgado.
5. El goce de la prestación del retiro por invalidez es incompatible con el desempeño de cualquier actividad en relación de dependencia.
Con respecto a que el nuevo contrato laboral se sume al anterior para computar antigüedad, hubo un fallo plenario en 2009, Couto de Cappa, que indicó lo contrario, porque “para acceder al beneficio jubilatorio, el trabajador debe cesar en toda actividad en relación de dependencia”.
Quienes quieren seguir trabajando y logran un empleo en relación de dependencia tienen la jubilación que les corresponde por los años de aportes, y también un sueldo, que deben volver a acordar con el empleador. El costo laboral, según Tróccoli, baja, pero no mucho. “Entre el trabajador y el empleador hay un ahorro del 7,5% del sueldo en cuanto a costo laboral total. Sí se hace un descuento que va para el Fondo Nacional de Empleo, que es el seguro de desempleo”.
Cada vez más mayores
La última información procesada del Indec, de 2012, establece que “según los datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, la población de 60 años y más representa el 14,3% del total de población del país. “El proceso de envejecimiento poblacional continuará profundizándose”, dice la Encuesta Nacional sobre Calidad de Vida de Adultos Mayores.
Una de las características de esta población, según el Indec, es la feminización de sus componentes, a causa de los mayores niveles de mortalidad masculina. Para el año 2010, de un total de 4,1 millones de personas de 65 años y más, 2,4 millones corresponden a mujeres y 1,7 millones a varones.
Los años no vienen solos, un libro del Banco Mundial destaca que la población argentina está transitando un período de 30 años denominado “Ventana de Oportunidad Demográfica”, en la cual aumenta la proporción de la población en edad de trabajar, con mayor capacidad potencial de ahorro. Pero el informe dedicado al crecimiento demográfico en la Argentina muestra que la población adulta mayor de 65 años pasará del 10,4% actual, al 19,3% en 2050 y el 24,7% en 2100, “en un claro proceso de convergencia con los países de Europa. Así, mientras hoy hay seis personas en edad de trabajar por cada adulto mayor, en 2050 sólo habrá tres y en 2100 sólo dos”, dice el libro-informe.
“En este contexto, el gasto del sistema de pensiones pasará de representar el 9% del PBI al 11% en 2030 y 15,5% en 2050, lo cual implica un claro desafío para las generaciones futuras”, sostuvo Michele Gragnolati, Líder en Desarrollo Humano para Argentina del Banco Mundial. En treinta años el envejecimiento poblacional tendría un impacto significativo no sólo sobre el nivel de gasto público en Argentina, sino también sobre su capacidad para sostener el crecimiento económico. Pasará de representar el 9% del PBI al 11% en 2030 y 15,5% en 2050, lo cual implica un claro desafío para las generaciones futuras.
Trabajar más
Es en este contexto en el actual director de Anses incentiva a que el que quiera seguir trabajando es bueno que lo haga. Trabajar en buenas condiciones contribuye no solo con la sociedad sino con la buena salud mental.
Desde la entidad, confirmaron a LA NACION que no hay un plan para elevar la edad de la jubilación, y que es el Congreso el que tiene que decidir modificar o no este sistema. A nivel mundial la controversia es grande. Por un lado, se trata de darle sustentabilidad al sistema previsional y una de las maneras de hacerlo es que haya menos personas que perciben haberes a través de esta caja. Por otro, tocar la edad de jubilación no es una opción. No todos están preparados o en condiciones de seguir trabajando. Francia dio marcha atrás con la extensión de la edad de jubilación de los 62 a los 60 años, por ejemplo. España, por su parte, la aumenta progresivamente, de los 65 hasta llegar a los 67 en 2027. Pero la polémica continúa, de hecho el ex presidente José María Aznar, en una entrevista publicada por el diario económico español Expansión, dijo que “si no hacemos nada se empobrecerán las pensiones, hay que jubilarse a los 70 años”.
El debate es feroz. En la Argentina “la ley de Reparación Histórica marca que dentro de los tres años de sancionada (fue el 29 de junio de 2016), se debe formar una comisión para estudiar el sistema previsional, para hacerlo sustentable a futuro”, dicen desde Anses. Si se plantea subir la edad para jubilarse seguramente habrá una nueva grieta.
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