MADRID.- Iván Ostrowicz tiene su propia versión de "la crisis es una oportunidad". "En Francia, cuando uno quiere emprender, ser desempleado es como ganar la lotería", dijo a LA NACION este argentino de 40 años, con acento cosmopolita, antes de contar la historia de su startup de aprendizaje adaptativo en una conferencia sobre innovación.
Ostrowicz se fue de la Argentina a los seis años junto a su familia, que decidió probar suerte en Barcelona. Allí vivió hasta los 24, cuando se mudó a París para terminar la carrera de Ingeniería y, encantado por la tierra francesa, se instaló en suelo galo. Trabajó en el mundo corporativo hasta que decidió pasarse a una startup que finalmente no prosperó. Quedó desempleado, o, como dice él, ganó la lotería.
Un excompañero de trabajo fue quien lo puso en contacto con su hijo, Benoit Praly, que estaba desarrollando un software para asistir a los jóvenes cuando estudian. Ayudados por el seguro de desempleo ("te permite pagarte un sueldo mientras estás fundando una empresa") y con nueve mil euros de ahorros, los dos ingenieros pensaron que los algoritmos –aquellos con los que Google, por ejemplo, sabe lo que preferimos y nos sugiere noticias, promociones o canciones– podían personalizar la educación. "Con ese conocimiento informático y de cálculo de datos pensamos ‘¿cómo podemos automatizar una parte de los estudios, recomendar buen contenido o poner la pregunta necesaria para facilitar el buen aprendizaje y que se consolide?’", recordó Ostrowicz.
Así nació, en 2013, Domoscio, el emprendimiento EdTech (de tecnología educativa) dedicado al "aprendizaje adaptativo y personalizado" a través de la inteligencia artificial y el big data, que desde aquella inversión inicial llegará este año a una facturación de un millón de euros anuales y que tiene presencia en cuatro países, con el objetivo de expandirse hasta América Latina.
Los primeros pasos
La idea surgió de dos realidades que cualquier persona percibe a la hora de sentarse a estudiar: "Que aprendemos todos de manera diferente y que una vez que aprendemos todo, lo olvidamos. Y al final lo que vemos es que el sistema educativo es la misma formación para todos. La enseñanza es ‘talle único’ o ‘en masa’", dijo Ostrowicz a LA NACION en la conferencia mundial de educación, tecnología e innovación EnlightEd, en esta ciudad.
La primera versión del proyecto fue una plataforma web basada en un algoritmo para facilitar el estudio o el repaso del contenido. "Una vez que aprendiste algo, lo que hacía era hacerte una pregunta cuando estabas a punto de olvidar lo que habías aprendido, lo que se llama ‘revisión espaciada’", explicó.
Comenzaba el año 2013, el proyecto pasó a llamarse Domoscio ("casa del conocimiento", en idioma Esperanto), y entonces decidieron avanzar: se lanzaron a hacer un estudio de mercado, armaron una propuesta y salieron a buscar clientes. Se dieron cuenta de que todo algoritmo necesita datos y, para incorporarlos, en 2014 crearon una plataforma para estudiar y preparar el Bac, el examen que rinden los alumnos franceses en su último año del secundario. Se llamaba "la machine reviser" ("la máquina de repasar") y contaba con fichas –realizadas junto a docentes– para estudiar para esa prueba, bajo un modelo freemium (algunos contenidos eran gratuitos y otros pagos).
"Eso nos permitió colectar datos y empezar a mejorar", recordó Ostrowicz. "Ahí nos dimos cuenta de que no solo estábamos haciendo una plataforma de tecnología sino también de contenido. Entonces decidimos vender la tecnología y a partir de ahí evolucionamos mucho más la plataforma y desarrollamos todo lo que es la parte de aprendizaje adaptativo", contó. El contenido, desde entonces, quedó a cargo de sus clientes o partners.
Un gran impulso
Después de la "máquina de repasar", que llegó a superar los 4000 usuarios, el primer cliente al que le vendieron su tecnología fue un centro de formación especializado en temas sanitarios. Luego, a las editoriales de manuales escolares. Fue con ellas que los ingenieros presentaron un proyecto de investigación para acompañar el aprendizaje de matemática, francés e inglés de alumnos de 9 y 10 años. Fueron elegidos y obtuvieron financiación por tres años. "Eso fue un impulso principalmente por tres cosas: por la financiación, porque nos permitió desarrollar el producto y, sobre todo, porque nos permitió testearlo en clases reales con materias de alumnos que tenían que pasar", señaló Ostrowicz.
Qué hacen: el algoritmo como estrella
Hoy Domoscio ofrece, a partir del uso del big data e inteligencia artificial, herramientas para asimilar los conocimientos de manera personalizada, hacer una revisión y medir el impacto del aprendizaje a través de analíticas. Sus principales clientes son las empresas que buscan entrenar a sus empleados y, luego, las editoriales y los centros de formación.
¿Para qué se usa la inteligencia artificial (IA)? "Se personaliza la educación en cuanto a tiempos de aprendizaje, en dificultad y en maneras de aprender. Hay gente que primero necesita el ejercicio y luego que se lo expliquen, otros que necesitan primero que se lo expliquen y después el desafío. Hay gente que aprende más rápido, hay gente que necesita videos más cortos, otros más largos. Cada uno tiene un camino", explicó.
Esta tecnología propone adaptar la educación a cada alumno, aunque de manera integrada con el aula, donde la IA funciona como un "asistente" para el profesor, que obtiene información en tiempo real de la evolución de cada estudiante.
Además de alojar y analizar el contenido que los clientes quieren ofrecer a los alumnos –estudiantes o empleados de una empresa–, Domoscio también permite, a través de la tecnología, analizar el recorrido de esa persona en relación con el material de aprendizaje a través de datos ("analíticas de aprendizaje"). "Si [la plataforma] ve que hay alguien que está a punto de abandonar porque es demasiado difícil o demasiado fácil, hay que hablar con la persona y volver a poner lo que sería la interacción humana. No todo se puede aprender con lo digital y las interacciones humanas entre propios alumnos o con un profesor es parte del proceso de aprendizaje. Nuestros algoritmos son capaces de decir ‘hasta acá llegó la tecnología, acá hacen falta dos personas que se hablen’", explicó el cofundador y CEO de la empresa.
Sobre el futuro de la startup, Ostrowicz mencionó dos proyectos: por un lado, están trabajando en un sistema para poder validar conocimientos o habilidades por fuera del diploma de una universidad –por ejemplo, en programación–. ¿Cómo se certifican esas credenciales? "Si una persona te ayuda en algo (porque algoritmo dijo que una persona tenía que ayudarte) y vos decís ‘me ayudó’, estás diciendo que esa persona sabe de un tema y lo estás validando. Si esa información se corrobora con una evaluación a la persona más una autoevaluación, son tres informaciones diferentes. Las universidades o centros de formación van a decir ‘esta persona sabe, se lo validamos de alguna manera’", contó.
Por otro lado, a la par de una tendencia mundial en el campo de la educación, están elaborando una plataforma para "la formación continua", es decir, para actualizar los conocimientos de las personas al ritmo de los cambios tecnológicos y del mercado laboral.
Sus propias lecciones
En estos primeros cinco años de Domoscio, Ostrowicz y su socio no solo aprendieron cómo ayudar a aprender. También obtuvieron sus propias lecciones a partir de su experiencia como emprendedores. En ese sentido, dijo que la clave para cualquier startup es "llegar en un buen momento al mercado" y consideró que ellos comenzaron "demasiado temprano" a promover el aprendizaje adaptativo. "Hubo toda una fase de evangelización, de explicación, que obviamente hoy recogemos lo que hicimos, pero fue una de las dificultades", señaló.
Además, ofreció una recomendación para los emprendedores EdTech: "Primero probar, encontrar los alumnos, los terrenos de experimentación y obviamente tener siempre un approach científico con un protocolo experimental. Hay que demostrar científicamente que funciona. Las métricas, los indicadores, no son los mismos que en otras industrias. No sirve decir que tenés un millón de usuarios en tu plataforma. ¿Ese millón de usuarios está aprendiendo más? Hay que cuantificarlo científicamente".
DOMOSCIO
Inversión inicial: Nueve mil euros.
Facturación anual: Este año llegarán al millón de euros.
Empleados: Diez: dos programadores, tres científicos de datos, tres comerciales y dos "consejeros".
De Francia al mundo: Además de Francia, sede de la empresa, tienen clientes en España, Reino Unido y Suiza. Actualmente están buscando expandirse a la Argentina y América latina.
Sus clientes: Sus ventas son principalmente a empresas para formación de sus empleados (55-60%), a editoriales (25-30%) a editoriales y el resto, a centros de formación.
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