Es hora de dejar de jugar con la esperanza de los depositantes
Una de las decisiones más controvertidas de la actual administración ha sido la de reprogramar los vencimientos de depósitos. Apenas asumió, el presidente Duhalde aseguró que los depósitos realizados en dólares serían devueltos en dólares. Luego, con el argumento de que "los dólares no están", ha dicho que serán "pesificados", y que la forma concreta de pesificación será estudiada en colaboración con expertos internacionales.
La cuestión es que, en un extremo, quien tenía 50.000 o 100.000 dólares en depósitos a la vista, en caja de ahorro o en plazo fijo no sabe qué recuperará ni cuándo. Podría ser que recupere un 10% de su inversión, si una licuación devaluatoria aconteciera, y también podría suceder que las fechas previstas se fueran postergando sine die si, al momento de devolverse, se juzgare "inconveniente" hacerlo por problemas de liquidez. Si tomamos en cuenta que acaba de prohibirse a las empresas comprar dólares en el mercado libre para pagar vencimientos externos de obligaciones negociables, podemos inferir que también tales postergaciones podrían suceder.
Los dólares, ¿están?
Es obvio que si se revisan las bóvedas de los bancos, los dólares no aparecerán. Esto ocurre en cualquier país del mundo. Si se revisan los bancos en Inglaterra, las libras no estarán. Si se revisan los bancos en Estados Unidos, los dólares tampoco estarán. No es una cuestión de "moneda". Es una cuestión de que los fondos depositados fueron usadaos para dar préstamos, y éstos no se pueden recuperar a muy corto plazo.
Veamos, sin embargo, cómo los bancos podrían devolver dólares a un determinado vencimiento, que, dicho sea de paso, debería ser diferente para cada banco, según las posibilidades de cada uno.
a) Por cobranzas de préstamos. Si se recuperan pesos, comprando dólares en el mercado y devolviendo a los depositantes.
b) Por aportes de capital o préstamos, de los accionistas de los bancos.
c) Permitiendo a los depositantes locales trasladar sus depósitos a sucursales del exterior de los bancos en la Argentina. Para los bancos, abriría una expectativa muy alta de renovación de depósitos, ausente en la actualidad, ya que la gente, básicamente, le tiene miedo a la ley argentina, y no al banco tal o cual.
d) Devolviendo en pesos al tipo de cambio de cada momento el monto necesario para que los depositantes vayan y compren dólares en el mercado libre.
e) Con el monto antes mencionado, que los bancos fueran al mercado libre a comprar dólares y se los reintegraran directamente a los depositantes.
Vale decir que, si hay pesos, no hay razón para que no haya dólares. Y si no hay pesos... directamente no hay recupero. Ni en dólares ni en pesos. Por eso, argumentar "que no se pagarán en dólares, sencillamente por que los dólares no están", es de un alto e inaceptable grado de cinismo.
Las autoridades del país creyeron oportuno devaluar la moneda y salir de la convertibilidad. Y lo hicieron en buena forma: por ley del Congreso. Habiendo tomado esa decisión, nada los inhibía de dejar que las partes se entendieran entre sí.
Hay bancos que prestaron muy prudentemente. Otros que no. Algunos prestaron dólares preferentemente a empresas exportadoras. Otros no. Algunos se abstuvieron o fueron muy moderados a la hora de prestar al Gobierno y a las provincias. Otros no. Algunos podían conseguir líneas del exterior para autoayudarse y quedar bien con la clientela. Otros no.
No había, pues, necesidad de "nivelar para abajo" e impedir el arreglo entre partes. Después de todo, ni depositantes ni tomadores de crédito tenían derecho de pensar que la ley de convertibilidad era inmutable. Y, por ende, podían ambos haber aceptado diversas formas de arreglo tras la devaluación.
Ahora bien, el "arreglo entre partes" no impedía (ni impide) el otorgamiento de "subsidios". El Estado, asumiendo su "desquiciador rol" al derogar la convertibilidad, bien podría haber implementado subsidios para los deudores. Y podría haber financiado tales subsidios con diversos impuestos o bonos. Incluso impuestos y bonos a los depositantes.
Si adicionalmente, como lo propuesto oportunamente, se les dejara a los depositantes colocar su dinero en forma off shore , éstos aceptarían de mucho mejor grado que ahora la situación. No tendrían dudas sobre el 80% (serían dólares verdaderos, fuera de la ley argentina) y les quedaría la esperanza de que si el Estado no fuera irremediablemente irresponsable terminarían cobrando el 100% de los dólares que colocaron.