"Esta será una crisis muy larga"
Cuestionó la estatización de los fondos previsionales, aunque sostiene que los gobiernos deben aumentar su papel regulador
La crisis financiera derivará en una recesión global de dos o tres años, cuya profundidad dependerá de las medidas de estímulo fiscal que adopten los gobiernos para evitar la pérdida masiva de puestos de trabajo.
Así lo afirmó el premio Nobel de Economía 2001 Michael Spence en diálogo telefónico con LA NACION, desde Italia, horas antes de viajar a Buenos Aires, donde se reunirá con funcionarios del Gobierno para presentar el Informe del crecimiento: estrategias para el crecimiento sostenido y el desarrollo inclusivo ; además, disertará en la Universidad Torcuato Di Tella.
El reporte fue realizado por una comisión que trabaja junto con el Banco Mundial y que también integran el ex presidente mexicano Ernesto Zedillo; el ex secretario del Tesoro Robert Rubin, y los reconocidos economistas Edmar Bacha, Pedro Pablo Kuczynsky y Robert Solow, entre otros.
Spence, que nació en 1943 en Estados Unidos, se doctoró en Economía en la Universidad de Harvard y enseña en Stanford. Recibió el Premio Nobel en 2001, junto a George Akerlof y Joseph Stiglitz, por sus trabajos sobre cómo se extiende la información asimétrica en la formación de mercados. En particular, es reconocido por su modelo de educación en el mercado laboral.
También cuestionó la decisión del Gobierno de estatizar el sistema previsional y dijo que las restricciones a las exportaciones dejaron al país más vulnerable frente a la crisis global.
-¿Por qué afirmaron que ésta es la primera oportunidad de mejorar la calidad de vida de la gente?
-Por el tremendo crecimiento de los ingresos de la gente en términos reales, y estamos hablando de millones de personas que están mejor que hace 30 años. Tenemos una visión optimista, pese a la fuerte crisis.
-¿Qué impulsó esta mejora?
-La apertura de la economía generó muchas oportunidades, junto con los cambios tecnológicos y una gran inversión en capital humano y educación. El conocimiento y la apertura de los mercados fueron clave.
-¿La crisis financiera actual no está destruyendo esos logros?
-No lo creo. La dinámica sigue siendo buena y no debe cambiar la estrategia por seguir.
-¿Esta crisis será corta?
-Para nada. Quiero destacar que hubo respuestas de emergencia muy rápidas por parte de los gobiernos, aunque la arquitectura financiera no haya cambiado. Las medidas fueron bastante efectivas para frenar la salida de capitales por parte de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional. Por supuesto que hay una gran destrucción en el valor de los activos y, dada esta corriente de tan fuerte desapalancamiento, no me sorprendería que hubiese una recesión global de dos o tres años. La profundidad de la crisis dependerá de las medidas de estímulo fiscal que se tomen para evitar una pérdida masiva de empleos.
-Alguna gente cree que la equivocación de la crisis del 30 fue sobrerreaccionar con un excesivo ajuste de las tasas de interés y que ahora se está cometiendo el error inverso: inyectar demasiada liquidez, lo que generará inflación.
-No creo que se esté sobrerreaccionando: se están utilizando todas las herramientas disponibles. Y si el resultado es que se genera más inflación, trataremos de solucionarlo, pero es un problema menor al lado de la gran destrucción actual del crédito.
-¿La crisis muestra el posible fin del capitalismo?
-Hay una angustia legítima que produce un gran daño y menor confianza en instituciones, como el sistema financiero de Estados Unidos. Pero no creo que eso sea malo si el sistema sale fortalecido con mayores regulaciones.
-El sector privado teme que esas nuevas regulaciones causen más perjuicios que beneficios...
-Puede ser verdad, pero es lo que vamos a ver: los gobiernos, metidos en asuntos económicos en los que antes no funcionó bien. Pero no hay que tener un enfoque ideológico: el sistema está en una fase inestable, por lo que hay que hacer lo mejor que se pueda para evitar mayores problemas, manteniendo al mismo tiempo la libertad económica, el espíritu emprendedor y todos los factores que sostienen el éxito del crecimiento para recompensar a la gente. Es un equilibrio difícil, pero que debe mantenerse.
-Si la solución no es puro mercado o el Estado, ¿cuál es el camino para sostener el crecimiento?
-El Gobierno debe entender, primero, qué es lo que el sector privado hace bien y luego, complementarlo con inversiones que multipliquen la riqueza de la gente. Cada país es diferente, pero ese principio funciona en todos lados, ya que un Estado que sea demasiado intrusivo y reemplace al sector privado no es la solución.
-Varios analistas creen que el g obierno argentino, entre otros, está tomando ese papel, al estatizar los fondos de pensión.
-Esa vía está equivocada. Hay que distinguir una situación de emergencia que se puede justificar, pero, en general, lo que debe hacer un gobierno es estabilizar la situación ante un shock. Y después, asegurar que el sector privado invierta, mientras el Estado invierte en educación, infraestructura y capital humano. La Argentina hizo las cosas bien después de la última crisis que tuvo en 2001, pero desafortunadamente algunas medidas la dejaron más vulnerable que otros países.
-¿Qué medidas?
-El control a las exportaciones, en vez de concentrarse en arreglar el desequilibrio entre oferta y demanda.
-¿Por qué la Argentina creció 9% anual desde 2003 sin que bajara demasiado la desigualdad?
-El crecimiento no se puede mantener mucho tiempo si hay una mala distribución del ingreso. No hay ningún ejemplo exitoso al respecto.
-¿Y cómo se puede cambiar?
-Con crecimiento inclusivo, creando toneladas de empleos. Una de las claves del crecimiento de Brasil de los últimos años no sólo es la atracción de capital privado, sino la gran inversión en el sector social.
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