Fernando Moya: "En crisis, hay que cuidar al público para que siga consumiendo"
El director de música y teatro de T4F dice que la compañía de entretenimiento achicó sus márgenes en el negocio local
La falta de previsibilidad económica dejó este año al público argentino sin Paul McCartney. Lo explica Fernando Moya, director de música y teatro de Time for Fun (T4F) y fundador de Ozono -productora de Violetta y Fuerza Bruta-. Entre bambalinas, el hombre que representó en el pasado a Charly García, Mercedes Sosa y Fito Páez, entre otros artistas, dice que el negocio se mantiene en el país, pero que "sólo le queda la chapa" en América latina.
¿Cómo está el negocio del entretenimiento en la Argentina?
-Está firme. Lo que empieza a pasar es que la gente hace más foco en algunas cosas, y está más claro lo que funciona y lo que no dentro de cada nicho. Por ejemplo, en teatro, hay pocas obras que funcionan, y lo hacen muy bien. En venta de entradas, crecíamos entre 8 o 9% anual, y este año, con 3% estoy conforme. De todos modos, eso varía según la cantidad de contenidos.
-¿Qué representa el mercado local para T4F?
-La Argentina sigue siendo un nombre, pero es donde el negocio está peor. Aunque en número de entradas que vendemos, para el tamaño de economía, es bueno, hay presiones impositivas mayores, costos que se disparan en pesos y dólares. Los salarios tienen un impacto grande: para un show, por ejemplo, se contratan más de 1500 personas, entre personal y policía. Y también el transporte en casos como el del circo, que se mueve con 80 camiones. Por otro lado, no se pueden subir mucho más las entradas. Hoy, tenemos el ticket promedio más bajo de la región, en dólares. Si hacemos una gira, con un ticket promedio de US$ 95, en Buenos Aires es de US$ 85. Un artista no admite una gira en América latina sin Buenos Aires, porque tiene nombre y chapa, pero es lo único que le queda, porque a nivel negocio no es así. Los consumidores tienen menos poder adquisitivo, la operatividad es más compleja y hay menos polos para generar eventos en el país, por la mala distribución de la población.
-¿Qué nicho funciona mejor?
-El segmento teen vende más entradas. Si bien estos grupos siempre estuvieron, como los Backstreet Boys o las Spice Girls, no fueron tan masivos como ahora. Hoy toman más relevancia porque están más expuestos en los medios y tienen mayor contacto con el público.
-¿Las redes sociales potencian el negocio?
-Sí, porque el público se siente más cercano a los artistas, que arengan. One Direction, por ejemplo, generó algo que no habíamos visto antes.
-¿Ayuda también el hecho de que el vivo haya cobrado más importancia por la digitalización?
-El vivo crece cada vez más. El artista está más expuesto, dispuesto a la gira y cambiando criterios de trabajo, por ejemplo, con menos paradas. Ya no pasa que se hace una gira exhaustiva y después no trabajaba por un tiempo largo. En el país, hay un montón para crecer, porque la población que va a ver el vivo está entre 5 y 8 por ciento.
-¿Qué indicadores mira para traer a un artista al país?
-Todos: ventas de discos, ubicación en radios, búsquedas en Internet, Facebook y redes sociales. Decir cuántas entradas va a vender un artista es la parte más difícil de nuestro know how; es acierto y ruleta.
-Hubo años en los que visitaron el país varias figuras de peso. Este año, hubo menos. Y hasta se dijo que Paul McCartney esquivó el país. ¿Qué cambió?
-La decisión empresarial fue mía. Tuve que decidirlo en enero, y fue por un problema de previsibilidad. Como CEO de la compañía, no podía decir que le pagáramos a McCartney millones de dólares para que viniera al país, sin saber dónde estábamos parados en relación con el dólar, en medio de un proceso de devaluación. El caché siempre se paga antes y en dólares, y en el momento me pareció más consciente bajar a McCartney, y quizás hacerlo en el segundo semestre o el año que viene. En este país la situación cambia rápido, y en ese momento hubo mucha confusión.
-No es la primera vez que hay inestabilidad. ¿Cómo pega la falta de previsibilidad?
-Te muestro tres escenarios distintos. En enero, teníamos dos shows de One Direction vendidos; el negocio estaba liquidado y no podíamos hacer más nada. Con la devaluación, lo pagamos más caro. Por otra parte, teníamos el Cirque du Soleil con la mitad de las entradas vendidas en Córdoba y Buenos Aires, lo que nos permitió hacer un cambio de precios en la segunda mitad. Y también teníamos Metallica, con un show vendido; el segundo, salió con precios distintos. Lo que funciona por temporada da más posibilidades para hacer cambios que los shows puntuales. Necesitamos más estabilidad y previsibilidad, porque un país como éste mata a cualquiera.
-Se indexan los precios?
-Inevitablemente. Pero con la conciencia de incrementar los precios para mantener la rentabilidad en pesos, y no en dólares. Subimos entre 6 y 7%, y no 20% por la devaluación. Así, hay una pérdida de márgenes en rentabilidad en dólares, y no en pesos. No todos tienen esa conciencia en el país: los empresarios indexan en dólares y también por inflación. Todos tienen derecho a ganar dinero, pero en el momento de crisis no es el momento de ganar más.
-¿Afecta la baja del consumo?
-No. Creo que no afecta al negocio porque no hicimos aumentos disparatados de precios, para que la gente pueda absorberlo. Y lo demuestra que se mantienen las ventas. El Cirque du Soleil, por ejemplo, vendió más de lo proyectado. En un momento de crisis tenemos que mantener rentabilidad, quizá menor, pero proteger al público para que siga consumiendo.
-¿Cómo se arreglan con el impedimento de girar divisas?
-Gira con cuentagotas. Por momentos, tenemos deuda de cachés, algo inusual para el negocio, porque se paga completamente anticipado.
-¿Qué pasó con el plan que les pidió Guillermo Moreno para compensar la salida de dólares?
-Cumplimos en lo que pudimos. Tenemos una variedad de artistas que permite mover algo de divisas del exterior hacia acá, pero la escala es distinta. Con Ozono, exportamos Fuerza Bruta y Violetta. También Diego Torres y Fito; un poco Axel, otro poco Miranda, y otros artistas. Pero es como comparar Boca o River con Real Madrid y Barcelona: el nivel de presupuesto e inversión que manejan es muy distinto.