Panorama. Hasta economistas críticos dicen que el cambio de actitud ante el Fondo es inteligente, pero debaten si es una cortina de humo o se está ante la gran apuesta de Kirchner
De amenazar con no pagarle al FMI pasó a cancelar los compromisos sin oír exigencias e impulsando la economía con más gasto y salariazo por decreto
Si un país tiene dinero suficiente como para afrontar sus compromisos sin sobresaltos ¿por qué debería acudir al FMI, diseñado para asistir financieramente a estados en crisis de sus cuentas públicas? Esa parece la lógica del Gobierno detrás del anuncio de que se le sigue pagando al Fondo, pero sin aceptar, por ahora, sus consejos de políticas por seguir.
El mensaje parece ser: "La Argentina tiene un superávit enorme, mayor que el pactado y quiere mantener alto el nivel de actividad apostando al incremento del consumo público y privado". Si al Fondo no le gusta, no importa, porque la Argentina no le está pidiendo dinero prestado, sino que, por el contrario, está pagándole lo que le debe. Y se propone salir del default.
Parece una apuesta y una de las fuertes. Una de las grandes que le gusta hacer a Néstor Kirchner. Si las cosas le salieran bien, parece ser la conclusión del discurso, pasará a la historia y sentará un precedente internacional.
Pero en la Argentina todo suele ser diferente de lo que parece. ¿La Argentina hará lo que quiera y nunca más le pedirá dinero prestado al Fondo Monetario? No es la primera vez que se dice. Y en las oportunidades anteriores hubo que dar marcha atrás.
Pero para Claudio Loser, ex director del organismo multilateral de crédito, las cosas no son lo que parecen, aunque la estrategia del Gobierno es inteligente.
"Es, sin duda, mucho mejor que cuando amenazaban con no pagar. No pagar no genera ninguna simpatía. Paga el pato el resto de los países miembro. Un país paria se enemista con todo el resto del mundo", aclaró desde Washington, en diálogo con LA NACION.
"En los próximos meses la cantidad de pagos que la Argentina debe hacer no es muy grande. Esta estrategia deja la relación incólume, el directorio les va a decir que está mal, que cuando se junten a negociar de nuevo habrá que cambiar condicionalidades, pero no tienen ninguna clase de penalidad. Es mejor que lo que hacían antes cuando cada tres meses decían «no pago». Si lo mantienen y no pierden la calma, es inteligente."
Pero Loser tiene algunos reparos: "No estoy de acuerdo con la idea de parar y juntarse en seis meses, porque no creo que ganen mucho. Por ahora ganan tiempo. El problema es cómo sigue. El FMI debe estar muy contento, porque los están dejando descansar. A fin de agosto creo que se empieza a hablar de nuevo y se empezará a hablar de algo en la asamblea anual. Si la Argentina no tiene contacto con el FMI y no hace lo que había que hacer, el Fondo no va a dar toda la plata planeada como si no hubiera pasado nada, habrá reprogramación de desembolsos y condicionalidades, lo cual creará problemas de flujo de caja al Gobierno".
Pero en el frente con los acreedores, Loser ve ventajas. "Los acreedores en el corto plazo han perdido al FMI como factor de presión, pero eso sirve por seis meses, que empiezan desembolsos muy grandes, habrá problemas con los desembolsos del BID", precisa.
Pero hay quienes creen que la actual administración no tiene una estrategia, sino que simplemente hace tiempo o lanza una cortina de humo.
El economista Luis Secco dijo que esta postura "es más de lo mismo, patear para adelante y no resolver los problemas". Para el ex secretario de Hacienda, Pablo Guidotti, "que se dilate la revisión es un hecho, una decisión tomada por el FMI a instancias del G-7 porque se habían sobrecumplido las metas fiscales, pero no se habían cumplido metas estructurales y no está clara la solución de la renegociación con los acreedores. El anuncio de un cambio de estrategia es para consumo interno evitar que todos los días en los medios haya un debate sobre qué va a pasar en la relación con el FMI. Lo bueno, aunque la situación no es deseable, es que el Gobierno no amenaza con no pagar, como en ocasiones anteriores. El programa está vigente hasta fin de año, pero parece difícil prolongarlo más si no se han acordado las metas fiscales para 2005 y 2006. No creo que se pueda mantener la imagen de un programa en marcha cuando las metas fiscales no se discuten. Si no, el programa quedará básicamente caído, no hay forma de mantener programas suspendidos por mucho tiempo".
Juan José Llach, director del área de economía del IAE de la Universidad Austral, no cree que haya una ruptura con el FMI. "El acuerdo se mantiene en vigor y creo que en algún momento las conversaciones van a retomarse. Lo principal es encontrar una salida al default, volver a estar en situación normal en los mercados financieros, eso, que significa volver a pagar, es fundamental".
Llach cree que la situación es muy diferente a cuando en 1994 Domingo Cavallo dijo que la Argentina ya no necesitaba más al FMI y siguió pagando, pero no pidió más desembolsos. "La diferencia entonces fue que se dio por finalizado el acuerdo a tres años. Ahora el acuerdo está como suspendido, no es lo mismo."
Arrogancia parecida
Guidotti coincide. "Cavallo en 1994 efectivamente suspendió el programa, las diferencias son que entonces la Argentina estaba mejor, pero dependía de los mercados. Seguro que cuando Cavallo lo hizo no pensaba que en pocos meses se desataría el tequila. Pero uno podría decir que parte de la crisis del tequila fue por esta situación con el FMI. El país era más vulnerable. Ahora, en el sentido de la actitud de algún modo arrogante, es comparable".
Y no es el único que traza paralelos entre Cavallo y Roberto Lavagna. Claudio Loser cree que el trato ríspido del ex y el actual ministro con los funcionarios del Fondo es similar.
-Mire que se van a enojar los dos si les dice que son parecidos.
-Pero es real, en la dureza y lo peleado de las negociaciones, se parecen. Del mismo modo que a lo mejor también se enojan porque digo que desde el punto de vista fiscal y del manejo financiero Lavagna sigue una línea mucho más ortodoxa que la de Cavallo.
El ex subsecretario de Financiamiento Miguel Kiguel tiene coincidencias con los dos argumentos. "En 1994, Cavallo creía que la Argentina podía vivir sin el FMI. Va a ser más fácil volver para este gobierno que para Cavallo -explica-. El mercado lo ve distinto, como que el Gobierno no ve la necesidad de que el FMI sea un aliado de la renegociación de la deuda en default. Se verá en noviembre qué pasa. Este no es un corte a largo plazo con el FMI."
Secco, en cambio, cree que el Gobierno en algún momento tendrá que cambiar. "El modelo actual no es sustentable en el tiempo y aunque no hay una catástrofe a la vista, sí hay un ritmo menor de crecimiento de la economía. Y uno se pregunta de dónde va a salir el crecimiento si no hay inversión, si en muchos casos algunos de los sectores que más están ganando, no invierten". De modo que para el economista, el supuesto cambio de estrategia del Gobierno no parece ser un indicador relevante de cómo funcionará la economía nacional el año próximo.
Llach reconoce: "Nos está costando pasar del puro rebote de la recesión al verdadero crecimiento, y para eso es fundamental volver a estar en buenas relaciones financieras con el mundo".
Nadin Argañaraz, presidente del Ieral de la Fundación Mediterránea, coincide en la necesidad de normalizar las relaciones. "Le guste a quien le guste, salir del problema del default es lo mejor que le puede pasar al Gobierno, al país y al Presidente".
Y Miguel Kiguel, coincide. "Creo que el Gobierno está bastante cerca de hacer una oferta exitosa. Si la oferta es buena, no importa si el FMI está atrás. Es distinto si la oferta está en el margen, entonces la presencia del FMI parece más decisiva. Es clave mejorar un poco la oferta, en particular la estructura para hacerla atractiva a más inversores. El cupón atado al PBI le cuesta plata a la Argentina, pero a los acreedores no les interesa. Sería mejor usar ese dinero para otra cosa. Hay que hacer sintonía fina. Hace falta un nuevo round de pensamiento".
Llach también cree que se puede ir avanzando en la negociación con los acreedores con esta suerte de impasse en las tratativas con el FMI.
Guidotti, en cambio, tiene sus reparos. "No tener un acuerdo con el Fondo dificulta el avance de la negociación externa, sobre todo cuando se pide una quita muy grande respecto de otros casos de default. Cuanto más cosas abiertas queden y sabiendo que eventualmente la Argentina va a tener que volver a tener un programa con el FMI, a los acreedores los incentiva a esperar. Un punto importante es que si el programa se reanuda las metas fiscales sin duda no serán menores que las actuales. Eso dejaría un mayor margen para pagar. Entonces los acreedores tienen para ganar esperando."
Las fichas están todas colocadas. El tiempo dirá si el Presidente mantiene consigo la suerte, que hasta ahora lo acompañó.
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