En el campo empresario. Heterodoxia versus precios
Néstor Kirchner se da el lujo de decir que ha podido reactivar el país aplicando políticas keynesianas porque asumió con una Argentina que salía de una larga recesión, con escasa utilización de la capacidad instalada, en el que era factible fogonear la demanda y donde, además, había una gran apetencia de pesos. Esos factores han cambiado.
La economía ha vuelto a crecer, la demanda de pesos claramente se ha reducido y ahora el país tiene problemas con la oferta de bienes. Además, la demanda externa de algunos productos, como el pollo y la carne vacuna, continúa aumentando por causas que nada tienen que ver con lo bueno o malo que pueda hacer el Gobierno. El resultado es una economía en la que comienza a haber aumentos de precios.
Las recetas económicas dicen que una posibilidad es restringir la demanda: reducir el gasto público, como propone Lavagna, y subir las tasas de interés. Es el modo ortodoxo o clásico de actuar.
Kirchner dice que hay que ser heterodoxo. Podría optar entonces por incentivar la oferta promoviendo las inversiones. Algo de eso hace. Pero el aumento de la producción tardará un tiempo en llegar. Mientras tanto, puede aumentarse la oferta permitiendo una mayor competencia de los bienes importados en el mercado doméstico. Consiste en reducir aranceles y permitir que el peso se aprecie.
Esta última receta heterodoxa parece no entrar en el listado de soluciones propuestas por los empresarios aliados del Gobierno y defensores de la economía cerrada, dólar alto y salarios bajos. La oferta de una suerte de Pacto de La Moncloa pretende congelar la situación actual, que es extraordinariamente beneficiosa para algunas ramas industriales que ganan mucho produciendo las mismas cantidades que en 1997, con 15% menos de trabajadores y salarios significativamente menores.
El planteo de la UIA parece ser: puesto que el dólar no subirá, entonces hay que mantener los salarios reprimidos. Es la posición de un sector muy perjudicado por la recesión que comenzó en 1998 y muy favorecido por la devaluación y la licuación de deudas por la pesificación asimétrica.
Para el Gobierno optar por la heterodoxia de aumentar la oferta permitiendo mayores importaciones significaría romper una alianza con esos sectores fabriles y probablemente forzar la salida de Lavagna del Ministerio de Economía.
Por ahora, aunque los analistas dicen que es coyuntural y que no durará, el dólar ha aumentado, para satisfacción de los exportadores.
El problema es que en un clima de creciente preocupación por la inflación cualquier movimiento tiende a ser imitado por el resto de los operadores y generaliza los aumentos.
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