Historia repetida. Vuelven los precios máximos con dudas y polémicas
El regreso de los precios máximos para los alimentos en la Argentina despierta dudas y polémicas entre las empresas y los economistas que alertan que este tipo de controles tienen un alcance muy acotado en el tiempo.
Después de que los ministros Martín Guzmán y Matías Kulfas anunciaran ayer la implementación de una lista de 50 rubros de alimentos, limpieza y tocador que quedarán congelados por un plazo inicial de 30 días ya se alzaron las primeras voces que advierten sobre la eficacia que podría tener esta medida.
Los primeros en poner en duda el alcance de los controles son las grandes cadenas de supermercados. "Para implementar los precios máximos se va a usar la base de Precios Claros, con lo cual queda afuera el 70% del mercado", advirtió un hombre del sector supermercadista. La queja está basada en que el programa de Precios Claros se arma a partir de la información diaria que aportan las grandes cadenas de supermercados (Carrefour, Jumbo/Disco, Coto, Walmart, La Anónima, Día) todos las mañanas sobre la evolución de 23.000 artículos de primera necesidad.
Esta plataforma fue implementada durante el macrismo y los supermercados se quejan de que sólo releva los movimientos de precios de las grandes cadenas, que juntas controlan aproximadamente el 30% de las ventas de los productos de la canasta básica en la Argentina. El otro 70% está en manos de pequeños autoservicios, comercios de barrio y almacenes, que según advierten los supermercados, no pueden ser monitoreados.
Los economistas también advierten que a lo largo de la historia este tipo de controles demostraron ser poco efectivos en la economía argentina. Los antecedentes de los precios máximos se remontan a la década del ‘40 del siglo pasado y los diferentes gobiernos (peronistas, radicales, militares) que los implementaron en los últimos 80 años obtuvieron resultados escasos y muy acotados en el tiempo.
"Los controles de precios son muy viejos, de la época del emperador romano Dioclesiano en el año 303, que ordenaba matar a los que nos cumplían. Son siempre una media de emergencia frente a casos graves y en este caso pueden funcionar por un período muy corto, porque después siempre tenés la presión de alguna variable que los termina desarmando", señaló el economista Orlando Ferreres.
"Este tipo de medida no funciona. En el mejor de los casos postergan la inflación y en la mayoría directamente no tienen ninguna incidencia", advierte el economista Luciano Cohan. "Se trata de pequeñas canastas que directamente son imperceptibles en las mediciones de inflación. Para poner en referencia, un supermercado grande puede tener 35.000 productos a la venta. Controlar 50 o 500 no tiene ningún impacto sobre la dinámica de los otros 34.500", agrega Cohan.
Para anticipar el impacto poco relevante que podría tener la lista, los economistas y analistas de consumo toman en cuenta los antecedentes locales de este tipos de medidas.
"En la Argentina está comprobado que los precios máximos a lo sumo pueden funcionar como una referencia", advierte el especialista en consumo masivo Fernando Moiguer.
Por su parte, el economista Camilo Tiscornia sostiene que las empresas argentinas ya demostraron su capacidad para terminar burlando, más temprano que tarde, este tipo de controles. "Seguramente lo que veamos rápidamente será la aparición de nuevas líneas de productos que son casi similares a las que están en la lista de precios máximos, pero con un pequeño cambio en la formulación o la presentación. Ya lo vimos en el pasado con todas esas líneas de aceites de soja infantil o dulce de leche premium", explica Tiscornia.
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