Carlos Zarlenga, de GM: “No se trata de que el tipo de cambio ajuste la falta de eficiencia”
El ejecutivo defiende el posible acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea pero advierte que la industria debe mejorar su competitividad con cambios impositivos y laborales; proyecta crecimiento del mercado en la Argentina y Brasil
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Con el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea cada vez más claro en el horizonte, el sector automotriz oscila entre el entusiasmo por el crecimiento en las ventas, que este año registrarán su segunda marca histórica, y el reclamo por medidas que mejoren la competitividad e impulsen la producción y las exportaciones.
“Fue un año muy positivo, en un punto difícil de la industria. Si se mira el Mercosur, el sector está todavía por debajo del nivel de 2013. Nosotros estamos muy contentos con los resultados”, sostiene Carlos Zarlenga, presidente de GM para el Mercosur, en una entrevista con LA NACION. Según los datos de Acara, la compañía se ubica segunda en el mercado local con un total de 115.652 pantentamientos entre enero y noviembre y un 14,2% de participación en el segmento de autos y livianos.
En este contexto, el ejecutivo, que en septiembre anunció una inversión de US$ 500 millones para la producción de un nuevo modelo en la planta de Gral. Alvear (Santa Fe), mantiene proyecciones optimistas para 2018, pero demanda inversión en infraestructura y cambios en materia laboral e impositiva para hacer más competitiva a la industria automotriz en la región. “Si no avanzamos en ese esquema, las empresas vamos a importar de otras fuentes y habrá menos producción en estos mercados”, dispara.
-¿Cómo ve al mercado este año y en 2018?
-Entramos ahora en un ciclo de mediano y largo plazo de crecimiento en ventas, que permite recomponer el ritmo de producción. Si se observan las inversiones anunciadas, es una mirada compartida en el sector. El mercado brasileño creció 11% este año y va a cerrar en 2.250.000 vehículos, y la Argentina va a superar las 900.000 unidades y, dependiendo de diciembre, tendrá una suba del 25%. El año que viene creemos que Brasil va a estar entre 2,4 y 2,6 millones, y la Argentina va a estar por encima del millón.
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-¿Qué análisis hace del crecimiento de las importaciones desde Brasil?
-Tiene que ver con cómo crecen los diferentes segmentos. No hay duplicación entre lo que se fabrica en la Argentina y lo de Brasil. El crecimiento del mercado argentino fue el doble del de Brasil este año pero en 2018 van a crecer a tasa similar, y quizá Brasil lo haga más rápido, con lo cual vamos a ver un aumento de las exportaciones mayor a las de 2017.
-¿Cómo observa la evolución del flex acordado con ese país?
-Es importante que a principios del año que viene se empiece a discutir el nuevo acuerdo de cara a 2021. Las reglas hasta ese año están claras y todos a principios de 2016 acordamos operar dentro de ese marco. Es importante hacerlo rápido porque muchas de las inversiones que están ocurriendo ahora van a tener sus unidades vendidas en un horizonte que va más allá de 2021. Tenemos que ver si es otro período de 1,5 [el acuerdo permite a Brasil exportar 1,5 dólar por cada unidad de la moneda estadounidense que le envía la Argentina], algo diferente o qué. Y en el marco del acuerdo con la UE, hay que pensar la evolución del flex de acá a 10 años. Es difícil pensar en el libre comercio con Europa y no hacerlo con Brasil. No haría sentido en la estructuración de esos acuerdos comerciales.
-El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea se iniciaría con la industria automotriz. ¿Cómo observa ese escenario?
-Siempre hemos dicho que la apertura es una buena idea. Hay que hacerlo de la forma correcta para darle tiempo a las reformas que se están haciendo para generar competitividad en la región. Si miramos de la puerta para adentro, nuestra planta en Rosario no es diferente a cualquier otra en el mundo. El nivel de automatización es el mismo y está en igual nivel que otras plantas que fabrican el Cruze en el mundo. Desde ese punto de vista, no hay problemas, pero hay muchas cosas para mejorar en materia de competitividad.
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-¿Cuáles son esos puntos?
-Es la reforma laboral, la reforma impositiva, la eficiencia desde todo punto de vista, incluyendo la logística, la infraestructura, los puertos, y después distorsiones impositivas y el tema de los reintegros. No son tantos temas pero son complicados de atacar. Lo que planteamos al poner como bandera de largo plazo el libre comercio es que nos pone a todos un calendario de reformas que tenemos que cumplir para mantener estas industrias en estos países. Porque si no se cumple ese esquema, vamos a tener un industria que no es competitiva. Y en ese escenario, los jugadores globales vamos a importar de otras fuentes y habrá menos producción en estos mercados. Las automotrices somos empresas globales. Si abriesen la economía hoy, tendríamos la posibilidad de exportar desde Europa, mantener nuestra participación de mercado acá y cambiar la rentabilidad. Pero todos estamos alineados en que es una oportunidad de avanzar en reformas para generar competitividad.
-¿Cómo observa al tipo de cambio en este escenario?
-Va a fluctuar. Ha pasado siempre y va a seguir. Lo tengo en términos de corto plazo. Lo importante es trabajar en reformas estructurales. No se trata de que hacer que el tipo de cambio ajuste la falta de eficiencia que tenemos en un montón de elementos de competitividad.
-El sector autopartista también fue incluido en el acuerdo sectorial. ¿Cómo es la situación en ese segmento en términos de competitividad?
-Está evolucionando y vemos mejoras. Cuando pensamos el Mercosur como un mercado único, no hay razón por la cual los proveedores que tienen presencia fabril en Argentina no puedan suplir programas que se fabrican en Brasil y viceversa. Una inversión en un país no puede pensarse solamente como suscripta a los productos que se puedan fabricar localmente. Hay que ver los diferenciales de competitividad, y si Brasil pasó una reforma laboral que hace una diferencia, tenemos que hacer algo similar.
-¿Cuál es su visión sobre la situación hoy del Mercosur?
- Si se piensa en el libre comercio internacional, es fundamental que alineemos la competitividad entre ambos países para aprovechar la escala. Si no, la industria no puede funcionar. Podemos exportar para cualquier lugar del mundo. Tener una fuente de producción de productos para mercados emergentes en Sudamérica puede ser útil para muchas partes del mundo como África, Medio Oriente, Europa del Este y hasta América del Norte, pero eso se puede hacer cuando hay competitividad similar y no con diferencias de costos tan abrumadores. Hoy estamos similares con Brasil pero la brecha con México se mantiene. Hoy las inversiones hoy se hacen hoy en este mercado son para el Mercosur y no están necesariamente pensadas para grandes volúmenes de exportación.
-¿Cuáles son los segmentos con más potencial?
-Lo que vemos en el Mercosur es similar a lo que ocurre en todo el mundo. Hay una expansión muy importante del segmento de SUVs que se va a mantener, con una enorme entrada de productos nuevos. Hoy hay modelos muy similares pero la oferta se va a empezar a atomizar. Después, va a seguir el crecimiento de pick-ups, que van a recuperarse más rápido que el resto de la industria, por un tema de coyuntura, con impulso en el segmento de las medianas.
-¿Cómo evolucionará la variable precio en el mercado local?
-En Brasil vemos que los precios de los vehículos difícilmente crecen al nivel de la inflación por el nivel de competitividad que hay entre las terminales. En Argentina es similar. La situación va a continuar, con mucha competencia en el mercado el año que viene por todos los productos que se anunciaron y que llegan en el año.
-¿Cuál es la situación del desarrollo de los autos eléctricos en la región?
Es una tendencia global que no tiene vuelta atrás y va a ocurrir a escala. Cuando se desarrollan, lo hacen globalmente. Es preliminar hablar de cuándo llegarán al Mercosur, pero es más cerca de lo que se piensa. El impulso va a venir fundamentalmente por la evolución de los costos. En la generación de vehículos eléctricos que estamos trabajando actualmente, ya tenemos una reducción de casi el 35% frente al ciclo anterior en el costo de las baterías, que es la parte más importante. Eso va a llevar la aceleración. Y cuando llegue el producto, la infraestructura se adaptará rápidamente porque no es complejo. Ya se ve en Europa.