Infinitos precios para cada producto, una mala idea
Preguntas al economista Andre Gabor (1903-1990): Nació en Hungría, pero desarrolló su actividad profesional en Inglaterra. Elaboró, junto con su hermano Dennis (Premio Nobel de física en 1971), una teoría matemática sobre la libertad
¿Qué tal que quien gana el doble, cada vez que compra un producto pague el doble? A quienes se apresuran a contestar que tal regla les parece justa, les planteo el siguiente interrogante: si quien gana el doble tiene que pagar el doble, ¿para qué se va a esforzar y correr riesgos para ganar el doble?
Al respecto consulté al húngaro Andre Gabor (1903-1990), quien desarrolló su actividad profesional en Inglaterra. Llegó de grande al mundo académico, por lo cual –en sus palabras– "aún mis monografías teóricas no parecen escritas en la torre de marfil".
–¿Es cierto que es coautor de una teoría matemática de la libertad?
–Efectivamente, junto con mi hermano Dennis, quien en 1971 ganó el premio Nobel de física, por su contribución al método holográfico. En un trabajo que titulamos Ensayo sobre la teoría matemática de la libertad, desarrollamos el concepto de "libertad estadística", basado en la diversidad y en la independencia. Sobre la cuestión de la libertad y la utilidad mantuve una vívida discusión con los economistas soviéticos Strumilin y Dyatchenko, referida al planeamiento económico y los requerimientos informativos sobre el estado de la economía.
–Además de lo cual, se ocupó de la cuestión de la fijación y modificación de los precios.
–El precio es el único elemento, en el proceso de marketing, que genera ingresos. Todos los otros elementos generan costos. Los métodos de investigación que desarrollé fueron muy útiles en la práctica, particularmente en el caso de los bienes de consumo manufacturados donde los cambios son muy rápidos. Aprendí de mi compatriota Tibor Scitovsky que, en ausencia de otras señales, en muchos casos el precio es también tomado como indicador de la calidad.
–Deme un ejemplo de esto último.
–Usted tiene que obsequiar un perfume, y en la góndola encuentra tres frascos con otros tantos precios, digamos, $50, $500 y $5000. ¿Cuál compra? Lo más probable es que el que cuesta $500, porque $5000 le parece muy caro y no puede creer que el que se vende a $50 pueda ser bueno. Note que su decisión no refiere a lo que usted puede estar dispuesto a comprar, por ser un producto "de marca".
–La economía de la gratuidad, ¿no es mejor que la basada en los precios?
–Como criterio general, la economía de la gratuidad es una barbaridad, porque ignora el principio de escasez, según el cual no hay de todo, para todos, gratis. En la práctica suele haber de todo para algunos, quienes con frecuencia se desenvuelven próximos al poder de turno.
–¿Con qué criterio general deben fijarse los precios?
–Los precios tienen que reflejar los recursos necesarios para producir, distribuir y vender los productos. Por la diferencia en la cantidad de recursos necesarios para su elaboración, es fácil entender por qué los lápices cuestan menos que las viviendas; de la misma manera que no es difícil entender por qué no todos los modelos de los autos cuestan igual.
–Pero en la práctica se observan precios que tienen poco que ver con los recursos necesarios para que existan.
–Usted me preguntó por lo que debería suceder. En la práctica los precios pueden diferir de los costos, por la existencia de monopolios u oligopolios, impuestos, subsidios, restricciones administrativas, etc. En las revistas técnicas, y en las aulas, buena parte de los economistas criticamos las referidas desviaciones, más allá de cuando llegan a la función pública, no sólo no las eliminan sino que las aumentan.
–Como todo criterio general, la fijación de precios sobre la base de los recursos involucrados en su producción, admite excepciones.
–De acuerdo. Mi ejemplo preferido es el de las vacunas contra la poliomielitis. Pensemos en todo lo que hay que hacer para vacunar a los infantes: hay que investigar, producir las vacunas, transportarlas, aplicarlas, etc. Pero como sería una barbaridad que algún niño o niña sufra de polio porque sus padres no pudieron pagar la vacuna, corresponde subsidiar su fabricación y aplicación, pero siempre recordando que si algo cuesta producirlo, y el demandante no paga, ¡alguien paga!
–Brillante: ¿cuál es el problema?
–Que como los recursos son escasos, y tienen usos alternativos, la lista de bienes que merecen ser subsidiados tiene que ser amarreta. El costo necesario para producir una unidad de cualquier bien, es independiente de lo que paga quien finalmente lo consume. Fijar muchos precios para un mismo bien (ejemplo: el dólar), según determinado criterio, es una invitación a destinar energías para acomodarse con el funcionario que confecciona las listas por las cuales se accede a determinada categoría, y también a disfrazar la realidad para resultar beneficiado. Como a usted le gusta decir, todo esto es una invitación a estar ocupado, en vez de trabajar. Distinción importante, porque el país crece cuando a la población le conviene más trabajar que estar ocupada.
–Insisto: ¿cuál es el problema?
–El derroche. ¿Por qué el encargado de un edificio sito en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) corre las hojas que encuentra en la vereda, tirándoles agua potable? Porque a ella (o a él) el agua potable no le cuesta nada, pero dados los recursos necesarios para potabilizar el agua, y transportarla hasta el edificio, se trata de una barbaridad. ¿Qué ocurriría si los propietarios del edificio instalaran un medidor en la canilla que da a la vereda, el encargado tuviera que hacerse cargo del costo, pero además le aumentaran el sueldo? Que al día siguiente lo veríamos barrer la vereda. Es un ejemplo de los tantos que hay; los "enganchados" usan más energía eléctrica que quienes tienen viviendas o comercios parecidos, pero pagan las facturas.
–La ley de emergencia económica, recientemente aprobada, entre otras cosas congeló las tarifas de electricidad y agua durante un semestre.
–Aquí no se trata de discriminación según el demandante, sino de acentuar una distorsión. Porque nadie puede creer que en la Argentina 2020, a raíz de esto, la provisión de los referidos servicios será más eficiente. Nadie espera que durante el primer semestre del año que está por comenzar, la tasa de inflación sea nula. Ergo, el poder adquisitivo de las tarifas disminuirá, lo cual quiere decir que se vuelve a incubar un nuevo tarifazo.
–Pero la gente parece estar muy contenta con la medida.
–No sé a qué denomina usted "la gente", porque yo no vi ninguna encuesta confiable. Los argentinos tienen mucha experiencia al respecto, y en materia tarifaria, la experiencia fue cercana. El congelamiento tarifario, que tuvo algún sentido luego del abandono de la convertibilidad, fue extendido hasta límites extremos hasta 2015, generando los posteriores tarifazos. Este es un nuevo ejemplo de vino viejo en botellas nuevas.
–Don Andre, muchas gracias.
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