Inflación, dólar, salarios y empleo, las cuatro claves del año electoral
El dato, como tal, no sorprendió a casi nadie. El propio Gobierno se había encargado de dejar trascender en los últimos días que la inflación de marzo habría superado el 4%. Típico intento de tratar de amortiguar los efectos negativos, tras un trimestre de aumento de los precios muy por encima de las expectativas. Claro que el 4,7% que informó el Indec no deja de ser un dato inquietante. El eje de la discusión entre analistas y operadores de mercado es en qué punto la economía argentina sigue ubicándose por afuera de la teoría.
Con una política monetaria súper restrictiva, como la que aplica desde octubre el Banco Central, era esperable una profundización de la recesión en la que se sumergió la economía al menos hasta fin del año pasado, pero precisamente sumando esa fuerte contracción de la actividad lo que resulta difícil de entender es por qué los precios siguen su alocada marcha.
Allí se conjuga, sobre todo, la devaluación del peso (a fin de año el dólar había llegado a $38,85 en su cotización al público, y hoy cerró en $43, 38), que tarda minutos en trasladarse a los precios. De hecho, el 11,7% en que aumentó la cotización del dólar en pesos es equivalente a la inflación acumulada en el mismo período.
Se suma aquí el proceso de dolarización característico de todo proceso preelectoral en la Argentina, aunque en esta ocasión la incertidumbre se adelantó varios meses. Hacía allí apunta la decisión del Banco Central, anunciada hoy y acordada con el Fondo Monetario Internacional el último fin de semana, de congelar el piso y el techo de la banda cambiaria. Para repeler cualquier movimiento especulativo que intente llevar la cotización al techo rápidamente, el jefe del BCRA, Guido Sandleris, amenazó con el garrote: calculó en US$12.000 millones los pesos que se pueden pasar a dólares (7000 millones de argentinos y 5000 millones de no residentes) y dijo tener reservas suficientes para enfrentar esa movida.
Impacto de tarifas
El impacto de los ajustes de tarifas y combustibles no es menor. El Gobierno resolvió aplicarlos gradualmente, con lo cual el costo siguió derramándose en este primer trimestre e impactará algo más en abril y en mayo, según anticipan varios analistas económicos.
En un informe difundido hoy, la consultora Ecolatina estimó que la inflación en la primera quincena de este mes fue del 3,7% y espera un comportamiento similar en lo que resta de abril. Los rubros que más subieron, según el informe, fueron indumentaria (por el cambio de temporada), transporte público, gas y naftas. Alimentos y bebidas creció 3,7%, en línea con el nivel general. "Recién en mayo podremos ver una reducción de la inflación mensual, por un menor impacto de tarifas y porque es un mes con pocos aumentos estacionales", dijo Lorenzo Sigaut Gravina, director de Ecolatina.
Pronóstico similar al del departamento de Research del banco BBVA. En su último informe, el equipo que lidera la economista jefe, Gloria Sorensen, señala que, debido al rezago de hasta 12 meses que demora el efecto de la política monetaria sobre los precios, "el aumento del IPC se reducirá a un promedio de 1,9% mensual recién en el segundo semestre, pero los elevados registros de los meses recientes se reflejarán en una suba de precios minoristas de 35% interanual en 2019". Y agrega: "La baja [de la inflación] será más lenta que lo estimado considerando la mayor indexación de la economía, con lo cual la inflación sería de 25% en 2020".
El problema más serio
Al desagregar los datos del IPC del mes pasado se observa que los precios regulados crecieron 4,9% en marzo (2 décimas encima del promedio general), 13,1% en el acumulado desde enero (frente al 11,8% promedio) y 58,9% en los últimos doce meses (54,7% el nivel general).
Pero el problema más serio, porque es donde se estaría mostrando inerme la estrategia oficial, es la evolución de la llamada inflación núcleo: 4,6% en marzo, 11,9% acumulado desde enero y 55,5% en doce meses. Ese indicador mide la evolución de los precios que no están regulados por el Estado (típicamente, tarifas de servicios públicos y algunos privados y combustibles) ni están sujetos a variaciones estacionales (como los alimentos frescos).
El dato de marzo ayuda a comprender por qué el Gobierno insistirá desde mañana en una estrategia en la que, en el fondo, no confía demasiado como política estructural para bajar la inflación. Los acuerdos de precios no han dado nunca muchos resultados en ese sentido, más allá de actuar como una aspirina en una situación de fiebre alta. Pero necesita mostrar algo (el ya famoso "hagan algo…." que le rogó aquel obrero de la construcción al Presidente Macri) que, aunque sea por un lapso corto de tiempo, frene la pérdida del poder adquisitivo que vienen sufriendo salarios y jubilaciones desde el año pasado. Sobre todo porque la campaña electoral, al menos en las expectativas de operadores y empresarios, ya está más que en marcha.
El informe del BBVA muestra dos datos que ayudan a entender la urgencia: "En el contexto actual de alza de las expectativas de inflación, es probable que las tasas de interés se mantengan elevadas la mayor parte del año, lo cual introduce un sesgo a la baja en nuestras previsiones de crecimiento" para el año, señala el trabajo. Al respecto, estima que la caída del PBI este año será del 1,2%, más fuerte que la anterior proyección "debido a la prolongación de la astringencia monetaria". Apunta, eso sí, que habrá un "crecimiento intertrimestral positivo, aunque menor, a lo largo de todo el año, impulsado básicamente por los sectores transables", en referencia a las actividades que comercian con el exterior.
Como consecuencia de esto, el equipo del BBVA cree que no se reactivará el empleo. "El desempleo trepará gradualmente hasta valores cercanos al 11% en el segundo trimestre de 2019", advierte, dado que la oferta de trabajadores "continuará creciendo por encima de la demanda, impulsada además por la necesidad de suplementar ingresos familiares con un ‘trabajador adicional’ ante la fuerte caída de los salarios reales de 2018".
Inflación, dólar, salarios y empleo, cuatro factores que, como en todo proceso electoral, serán claves a la hora de las definiciones.
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