Inteligencia artificial: las claves de un cambio cultural que llega a través de la tecnología
Ejecutivos de compañías, emprendedores y representantes del ámbito de la educación dialogaron, en un encuentro organizado por LA NACION, sobre las experiencias surgidas a partir del uso de datos y las innovaciones
El concepto de “transformación digital de las empresas” dejó de existir. Luego del fuerte cimbronazo que recibieron por la pandemia de Covid-19, cuando la tecnología pasó a estar en el centro de la escena y se convirtió en el medio para la subsistencia, las organizaciones dejaron de resistirse al cambio y, en cambio, lo abrazan. Conceptos como metaverso, big data, inteligencia artificial y NFT forman parte del ADN de las nuevos emprendimientos, que se unen a las compañías más tradicionales para juntas revolucionar las industrias.
De eso se trató el quinto capítulo de Inteligencia Artificial, un encuentro organizado por LA NACION que reúne cada año a emprendedores, ejecutivos, profesionales y estudiantes, para intercambiar experiencias de cómo la tecnología se involucró en la cotidianeidad de las empresas, y para debatir sobre los desafíos que quedan por delante.
1. Una transformación que tiene tres patas
Para Brian Anthony, gerente de Bancas Comerciales de Banco Macro, la transformación digital en sí no existe. Más bien, se trata de una transformación cultural que tiene tres “patas”: la nueva manera de ver a los clientes (ahora se ofrecen experiencias, en vez de servicios); el cambio en la forma de trabajar puertas adentro, y el uso de datos como valor estratégico.
“Los bancos siempre tuvimos muchos datos, pero estábamos acostumbrados a tenerlos como fuentes de contacto. Antes no sabíamos mucho del cliente, si era de River o de Boca. Ahora empiezan a ser datos importantes para poder ofrecer una experiencia”, graficó.
Incluso las compañías que son nativas digitales ya sufrieron procesos de transformación, según apuntó Diego Tártara, global chief technology officer de Globant. Por eso, dejó de existir el concepto de “en algún momento voy a encarar un proceso de transformación”, sino que se miden por los distintos estados de madurez que alcanzaron. Una etapa inicial es si la organización considera que, por desarrollar un canal digital o una aplicación, ya se transformó digitalmente. En cambio, están en una etapa más avanzada aquellas que son lo suficientemente flexibles como para adoptar las nuevas olas de cambio. “Tiene que ver más con la cultura de la compañía, con la gente de la operación, que con la cantidad de tecnología que poseen o que han adoptado”, diferenció.
Por su parte, Mauro Cercos, gerente de Desarrollos Digitales y Explotación de Datos de YPF, alentó a trabajar en conjunto para que se evaporen ciertos miedos con respecto a la tecnología. “Hay que preparar ese escenario para la digitalización, para que no sea de la misma forma en todo el territorio. Es relevante desde el punto de vista de incluir, de igualar, de contribuir en esa evolución y de ser parte. También se eliminan barreras de miedo y se encuentra el equilibrio justo entre la personalización y el costado humano, que nos contiene de una manera diferencial”, aportó, durante el desarrollo de un panel moderado por Carla Quiroga, periodista de LA NACION.
2. La nueva experiencia que se apodera de los negocios
Hay iniciativas de negocios que ya nacieron con la misión de aplicar inteligencia artificial. Una de ellas es Go2Future, que propone un concepto de tiendas autónomas único en el mundo: los MiniGO, mercados autónomos que permiten que las marcas le vendan de manera directa al consumidor. “Para nosotros, el reto es que la gente se anime a probar las nuevas experiencias, a una tecnología que llega para quedarse y que también la educación acompañe con carreras en inteligencia artificial, algo que en nuestro país se necesita desarrollar más aún”, afirmó Eduardo Koglot, CEO de Go2Future.
En un mundo con un futuro cada vez más incierto, Noelia Aguirre se vio motivada a fundar Robintest. Se trata de una plataforma de inteligencia artificial que combina neurociencia y gaming para entender mejor cómo las personas pueden trabajar y aprender. “Cuando uno construye un algoritmo, lo que embebe son datos históricos para poder crear ese algoritmo; entonces, cuanto mejor sean esos datos, mejor va a ser esa predicción. Siempre charlamos con nuestros clientes sobre la importancia de que esos algoritmos estén auditados y se construyan con una mirada ética, para no sesgar y para ser más inclusivos con el mundo del talento”, agregó la CEO de la compañía, refiriéndose al uso de la tecnología para decidir a quién se le da una entrevista laboral.
El sueño de Sebastián Fernández Quezada, de VU, una empresa que hace componentes de software para prevenir el fraude, es el de proteger 750 millones de identidades en el mundo. “Tratamos de implementar sistemas que entiendan los datos, para comprender el comportamiento de nuestros usuarios, saber dónde están y, sobre todo, ir hacia un mundo que es tendencia: el passwordless, es decir, sacar los passwords [contraseñas], eliminarlos y reemplazarlos por factores biométricos, que tengan que ver con el comportamiento, la ubicación del usuario, los dispositivos utilizados y, si hay algún patrón anómalo, poder detectarlo e identificar un probable fraude”, contó.
Del panel con emprendedores moderado por el secretario general de Redacción de LA NACION, José Del Río, participó desde París Ian Sielecki. Polemix, la plataforma web3 que creó, busca modernizar el intercambio de ideas y opiniones que, con una tecnología similar a Tik Tok, intenta transformar la manera en que la gente se relaciona con los líderes de opinión y, a la vez, luchar contra la polarización.
“Nosotros queremos cambiar el concepto vertical de los NFT, para que sea una conversación. Es decir, un smart contract [contrato inteligente]; entonces, quien compre tu NFT va a estar incentivando a que haya voces distintas. Y eso es luchar contra la polarización con el aprovechamiento de nuevas herramientas tecnológicas. Nuestra ambición es ser la nueva plataforma de opinión, modernizar el mundo de las ideas y las opiniones, y tratar de generar soluciones que puedan generar cambios prácticos y reales”, destacó.
3. Estudio y tecnología: derribando mitos
Delfina Chávez Blasi, Candela Castillo y María Mora Vigo Malusardi tienen algo en común: son pioneras en el estudio de la carrera Ingeniería en Inteligencia Artificial de la Universidad de San Andrés, la primera de este tipo en la Argentina y en la región. Otra particularidad que comparten es que pertenecen al bajo porcentaje de mujeres que estudian una carrera relacionada con la ciencia y la tecnología. “En el último año de colegio hice un curso de un año de programación, me encantó y cuando vi la carrera dije: tengo que estudiar esto”, dijo Vigo Malusardi, sobre la motivación que tuvo para probar una carrera innovadora.
A Castillo, lo que más le llamó la atención fue la oportunidad de tener una formación interdisciplinaria para enfrentar los cambios constantes que implica la tecnología. Con ese pensamiento se alineó también Chávez Blasi: “La realidad es que la tecnología es un mundo enorme y mucho más abierto de lo que pensaba. Lo veía como algo muy técnico y estructurado, y no; hay para todos, permite ser creativos y originales y es posible bajar lo matemático. A través de la tecnología uno puede crear soluciones para el mundo real”.
Durante sus exposiciones, las estudiantes fueron derribando varios mitos referidos a dedicarse a la tecnología. Por ejemplo, afirmaron que las clases no son aburridas, que no hay que ser un genio en matemática para recibirse, y que tampoco es necesario amar la tecnología para tomar la decisión de inscribirse en una carrera afín. ¿El estereotipo de ser joven y varón? Desterrado.
“Clementina fue la primera computadora que adquirió la Argentina y estaba lleno de mujeres alrededor de ella. En la década del 70, más del 80% de las personas que estudiaban la carrera de ciencias de la computación eran mujeres; ¿qué pasa hoy, cuando no tenemos ni el 16%? Las barreras que tuvieron que sortear surgieron en los últimos años, cuando la tecnología se volvió más masiva y empezamos a ver como roles modelo al target de persona nerd, blanca y con anteojos. Eso es lo que tenemos que revertir fuertemente en el mundo, para que haya más mujeres en tecnología”, dijo Melina Masnatta, directora Global de Learning and Diversity, Equity and Inclusion en Globant.
4. Los desafíos de big data para concretar la revolución
¿Es posible predecir cuánto va a cotizar el dólar mañana? ¿O qué país va a ganar el Mundial? ¿O quién será el próximo presidente? En los últimos años, la irrupción del big data creó una concepción de que “los datos pueden con todo”.
Sin embargo, para Walter Sosa Escudero, profesor plenario de la Universidad del San Andrés, quedan cuatro desafíos por delante para que la nueva revolución industrial sea realmente un hecho.
En primer lugar, es importante entender que los datos no se traducen automáticamente en más información, ya que no siguen una estructura. Tampoco sirven para la toma de decisiones políticas que requieren de la comparación de escenarios contrafácticos, ni para encuestas sociales para las cuales se dependa de la confianza de la población. Incluso, hay fenómenos que son de una naturaleza esencialmente impredecible –como la cotización del dólar– y los datos tienen poco para decir, porque el pronóstico podría terminar afectando el comportamiento estudiado.
“Big data es un fenómeno de datos nuevos, no son los mismos que teníamos antes; es información de otro tipo. El desafío que tenemos es el de no mirar los datos de big data como si fuese una versión explotada de los viejos datos, como las encuestas y las planillas de Excel. Son datos distintos, que reclaman inteligencia para un uso eficiente, inteligente –valga la redundancia– y responsable de esa lluvia de información. Con esos desafíos, posiblemente vayamos a hacerles preguntas a los datos, pero no de manera trivial”, explicó.
5. La llegada del metaverso y las preguntas sobre su futuro
Nicolás Kaplun, chief Business Officer para Latam de Globant, sumó que, más allá de big data, uno de los grandes retos que tiene la industria tecnológica está relacionado con el costo-beneficio: es necesario, según advirtió, que las experiencias sean cada vez más inmersivas y sumen capilaridad, en todos los hogares y en las oficinas.
Otro desafío se relaciona directamente con la infraestructura para la transmisión de datos, un aspecto cuya evolución se ejemplifica con la creciente inclusión financiera. “El celular es un puente para acceder a servicios financieros de pagos, créditos y seguros de valor agregado, que dan confort y contención a gran parte de la sociedad y a la gente que hasta que llegó una tecnología tan distribuida como la telefonía celular, no podían acceder a todo eso”, analizó. A partir de esto, se preguntó si las experiencias inmersivas podrían llegar a desplazar a los celulares como hardware prioritario.
“El metaverso va a desafiar el móvil como plataforma predilecta de la sociedad, como hasta hace unos años era la computadora de escritorio y la portátil”, cerró.
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