El pulso económico. Kafka llegó al Ministerio de Economía
Perón decía que si quería que un problema no se solucionara, se lo encargaba a una comisión creada a tal efecto. Los tiempos cambian. La actual gestión económica parece tener visiones más modernas. Kicillof tiene prestigio de ser un estudiante aventajado. Parte es leyenda. Su promedio en el Buenos Aires no alcanza hoy para estar entre los primeros del colegio, pero tiene un doctorado. Y Augusto Costa estudió en Londres. Nada de papeles ni telefonazos, como el rústico de Guillermo Moreno: planillas y trámites por la Web.
Kafka relató en su cuento "Ante la ley" la experiencia del que quiere encontrar una respuesta del Estado y la espera en vano ante un impasible guardián. Pero la moderna gestión requiere, por ejemplo, completar un formulario web para pedir permiso para hacer importaciones. Vencida la espera razonable, no hay respuesta. Kicillof y los suyos no contestan el teléfono, esa antigualla. Sus secretarias dicen: "Haga de nuevo el formulario". Ante la falta de respuesta, intentan por correo electrónico. Vuelve un mensaje automático que dice que la casilla está llena. Recurren al correo postal, pero los funcionarios modernos no reciben comunicaciones en tan vetusto soporte y sus dependientes rechazan las cartas.
Esperan así piezas e insumos para diversas industrias, que pueden llegar a parar, y hasta el repuesto para un tomógrafo como el usado para atender a la Presidenta de sus afecciones, que está fuera de servicio desde hace un mes. Costa tal vez quiera aggiornar el texto de Kafka y titularlo Ante la Web.
Kicillof y Costa podrían haber recurrido a prohibir las importaciones, pero no. Lo hacen sin normas escritas, al estilo Moreno. Pero no del todo. En lo que difieren es en que no gritan, no insultan, no llaman por teléfono y utilizan la Web. "Nos tratan mejor, pero nos va mucho peor", dicen los que tienen que lidiar con ellos. Economía frena la salida de algunas divisas para insumos esenciales, mientras el Gobierno alegremente se dispone a gastar 4 millones de euros en subsidiar una carrera de Moto GP en Santiago del Estero.
Son gestiones que llegan más alto. El que firma es Capitanich. ¿También es el que decide?
En tiempos de Néstor Kirchner muchas cosas se definían en una entrevista con su jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Cuentan los testigos de entonces que en algún momento se abría la puerta de comunicación entre oficinas y aparecía el Presidente, mostrando que sabía exactamente de lo que se hablaba. Marcaba que tenía el poder y que era con él con quien se estaban decidiendo las cosas.
Quienes han tenido que hacer en los últimos tiempos gestiones similares con Capitanich se han sorprendido al ver que en medio de la charla se abre la puerta de comunicación y aparece Carlos Zannini. Así, piensan los informantes, muestra quién controla y a quién debe responder "el Coqui".
A Capitanich, pareciera, llegan las gestiones que se quieren resolver. Economía se ocupa de las que no tienen solución, aunque se simule lo contrario.
Algunas gestiones no tienen explicación. El impuestazo a los autos se hizo para recaudar, supuestamente, mil millones de pesos más. Una decepción segura. La venta de las unidades alcanzadas va a desplomarse y se recaudará menos por otros tributos. Requirió la reforma de una ley.
La gestión de Economía parece no tener sentido de las proporciones. Los inútiles esfuerzos por mantener congelados alimentos básicos conviven con el congelamiento efectivo del precio de los cigarrillos. Con el precio del atado de 20 más caro apenas se paga medio kilo del pan más barato. Los cigarrillos tienen un precio regulado y el 60% son impuestos. Por cada peso de aumento, el Estado recauda 1400 millones de pesos anuales más. El último aumento fue en septiembre. Por cada día que se demora la nueva suba se pierden $ 4 millones de recaudación. Sólo hace falta un decisión de un secretario. Nafta, gasoil, colectivos, pasajes en avión y ómnibus tuvieron aumentos con la nueva gestión en Economía. Los cigarrillos, no. En el sector dicen que los argentinos son mucho más baratos incluso que en Paraguay, donde la carga impositiva es mucho menor.
Tal vez los funcionarios quieran que quienes tienen que esperar inútilmente que se resuelvan trámites esperen fumando. Y que les salga muy barato.
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