"En la Argentina el empobrecimiento es tan impresionante que la clase media no puede pagar lo que valen las tarifas", dijo el periodista Guillermo 'Willy' Kohan, quien a su vez comparó la situación económica actual de la Argentina con hechos históricos que marcaron el rumbo del país y que hoy siguen haciendo condicionando el devenir del país. Además, explicó que no están disponibles las soluciones extremas como la estatización de bancos, depósitos y comercios, ya que quedó demostrado con los últimos intentos de avances sobre Vicentin y el caso Etchevehere.
"La clase media no se podría pagar un boleto de transporte a $120, o sea US$1 que es lo que vale en todo el mundo el transporte. Imaginate si acá se pusiera a $120 un boleto de colectivo o si (se ajustara a precio del dólar) la luz, el gas o el agua. Ahí tenemos un problema que también requiere de un acuerdo político muy difícil porque la Argentina de hoy no tiene nada que ver con la Argentina de 2002 ni con la de 89 ni con la del 70", extendió en diálogo con José Del Río, durante el programa Comunidad de Negocios que se emite por LN+.
El periodista especializado en temas de economía alertó sobre la vinculación entre la devaluación y los precios. "Como la inflación hoy está regulada, igual que el dólar oficial, en la medición de la inflación tenés los precios que están congelados, los precios máximos y tenés la novedad de que muchas empresas directamente producen productos con otras marcas para saltar los precios máximos. En realidad, hay una inflación de bolsillo porque el Indec sigue midiendo harinas a precios máximos, pero resulta que de esa harina hay un poquito y después están las otras. Por eso, el aumento del precio del dólar en el mercado libre del Contado Con Liquidación (CCL) ha sido mucho mayor que la inflación. En general, la historia es que primero viene la devaluación y después viene la inflación", relató.
Por otro lado, también aseguró que la Argentina va a tener idas y vueltas respecto al mercado cambiario. "Lo que en este momento importa es que haya señales del desmadre fiscal que tiene la Argentina, y en alguna medida se logre encuadrar un poco y que haya señales de que la emisión monetaria no va por seguir al ritmo tan impresionante como ha seguido todo este año", indicó.
"Creo que Guzmán habrá sentido gran alivio cuando se frenó la toma en Entre Ríos, y creo que el Gobierno tiene algún margen en función de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero independientemente del FMI tiene que ver con las señales para los propios argentinos. Habrá que ver, por ejemplo, si las tarifas a partir de enero o de diciembre se van a empezar a ajustar. El reajuste a las fórmulas jubilatorias, ¿se va a hacer? ¿Qué va a pasar con la cantidad de IFEs y de ATPs que tal vez se van por seguir otorgando? Creo que eso es más allá del reunionismo, porque el Presidente estuvo con los principales productores de gas y resulta que ahora se armó un lío porque sacaron un pago que había a cuenta y ya protestan. Hay un poco de desconcierto de alguna manera. El Presidente tiene algún margen evidente. La propia Cristina Fernández de Kirchner tiene un margen de manejo de la política cambiaria, abrió la posibilidad de avanzar", subrayó.
"El dólar va encontrando equilibrios inestables. Lo tenías primero entre $60 y 80 cuando asumió Alberto Fernández, $80- $100; $100-$120; y llegó casi a $200. Ahora está ese equilibrio en $170, a ver qué pasa. En el terreno de la timba financiera, qué va a pasar con la colocación de los bonos atados a la inflación. En principio, la primera fue exitosa. Ahora en noviembre se vienen dos colocaciones de bonos importantes en dólares. La Argentina ya está firmando cheques en dólares sin fondos; eso puede permitir frenar la hemorragia. Lo que hay que evitar es que todo termine en un colapso, donde la corrida cambiaria termine derivando en una corrida bancaria. Hay que tratar de evitarlo. El torniquete que se pone ahora reventando los bonos, haciendo llegar el riesgo país a 1500, si eso sirve para encaminar la negociación con el FMI para ver si se logran acuerdos políticos mínimos, todo eso es muy difícil. Si eso ocurre, el dólar se va a quedar entre $150 y $160. Si no ocurre, el dólar irá buscando nuevos equilibrios", extendió.
Según insistió, el problema que se tendría que evitar es que el precio del blue o del contado con liquidación (CCL) suban porque la gente va a ir a los bancos a retirar los depósitos. "En las próximas cuatro o cinco semanas se va a jugar, si esto en alguna medida se puede equilibrar con gradualismo. Acá no está disponible ni la solución del volantazo pro mercado, necesitás que venga Ricardo Arriazu y en cadena nacional anuncie el plan económico, pero tiene que estar Cristina Kirchner al lado de Arriazu. Si no está Cristina eso es imposible; ese volantazo no va a venir", ironizó.
En tanto, agregó que la otra alternativa sería que se produjera un volantazo chavista, donde se estaticen los bancos, los depósitos y el comercio, pero aclaró que eso no está disponible en la Argentina, ya que quedó demostrado con el intento de expropiación de Vicentín, el voto del embajador argentino en la OEA, Carlos Raimundi a favor de Nicolás Maduro y el intento de usurpación de Juan Grabois a la estancia de los Echevehere.
"No está disponible ese volantazo estatista extremo. La solución a la larga va a ser el gradualismo. El gradualismo va a ser devaluar un poco y que esa devaluación afecte lo menos posible los precios internos y eso es bastante parecido a un desdoblamiento. Tal vez, llevar el dólar oficial en lugar de $80 a $120, hacer un poco lo que hizo Axel Kicillof y Juan Carlos Fábrega para que Cristina llegara al 2015. Me parece que no están disponibles las soluciones extremas. Con no hacer nada corrés el riesgo de que descansa el dólar dos semanas y cuando ve que no pasa nada, vuelve a picar, y otra vez tenés el problema de los depósitos", subrayó.
Kohan también hizo un recuento de las principales corridas cambiarias que ha vivido a lo largo de su carrera. "La primera que me tocó como periodista fue la corrida previa al Plan Austral, cuando se lanzó, pero viví las hiperinflaciones del final de Raúl Alfonsín y del primer año de Carlos Menem. En la memoria tengo casi la del 75 y la del Rodrigazo. Después, en el final de la tablita la de Martínez de Hoz del 81-82, ahí yo tenía casi 20 años", recordó.
El periodista también se lamentó por todas las devaluaciones que se han hecho a lo largo del tiempo. Según sostuvo los "dramáticos" ajustes de la economía han generado una explosión de pobreza acumulada que finalmente hoy tiene el país. "Esas fotografías aéreas que se ven de los años 70, 80 y 90, cómo han ido creciendo los conurbanos y la situación a esta altura del partido es tremenda. Esa es la consecuencia de todos estos ajustes por las malas", dijo.
"Finalmente, la historia es la misma. La Argentina gasta mucho más que lo que recauda por momentos toma deuda, por momentos vende las empresas y las joyas de la abuela, en general, hace las dos cosas. Últimamente lo que ha venido ocurriendo es que, como ya las joyas de la abuela ya casi no quedan se ha ido por el sector privado. Primero, estatizando los ahorros jubilatorios, después con tremendas devaluaciones porque las devaluaciones hacen que los salarios, los activos, las cuentas bancarias y las cuentas a cobrar se vayan diluyendo", afirmó.
Según indicó, las historias fueron siempre parecidas, pero con la diferencia que se fue aprendiendo. "La malicia ha ido creciendo porque el corralito y el corralón del final de la convertibilidad y del principio de lo que fue el ajuste, en alguna medida que le tocó a Eduardo Duhalde fue la consecuencia de que se aprendió de la hiperinflación de Raúl Alfonsín. Es como que ahora se imprimieran todos los pesos, se abrieran los bancos y se levantara el cepo. Eso fue financiar la hiperinflación. Se aprendió que, cuando se llega a esa situación, no se pueden abrir los bancos. Primero tuvimos el Plan Bonex, que eso fue previo a la convertibilidad; la convertibilidad fue la hija del Plan Bonex que fue pisar los depósitos", describió.
En esa línea, siguió diciendo que el ajuste siempre se hace por las malas, y el ajuste es la devaluación. Según expresó una parte de la sociedad elige creer que no se devaluó porque todavía no se formalizó ni reconoció la devaluación en el control de cambios, así como rige con algunos precios, sobre todo aquellos que reciben los exportadores y eso condiciona en parte los precios de los alimentos internos. "Andá contale al tipo que tiene que vender la soja y que le pagan $50. Efectivamente, la devaluación se hace cuando se emite dinero en forma, totalmente desequilibrada para financiar el déficit. Es cierto que hemos tenido una caída en la recaudación por la parálisis económica de la pandemia y la cuarentena y la necesidad de aumentar el gasto por todos los subsidios que hay que dar, y que tampoco se sabe muy bien cuándo se va a terminar. Es decir, la incertidumbre, respecto del desequilibrio fiscal en la Argentina por ahora es permanente", aseveró.
Consultado sobre la dificultad que tienen todos los gobiernos en la Argentina, sin importar el segmento del espectro político para estabilizar la economía, señaló que es una situación estructural, ya que en todos los casos lo que tuvieron es una acumulación de desequilibrio fiscal. "La convertibilidad anduvo fenómeno hasta que empezó el déficit fiscal; lo mismo le pasó a Néstor Kirchner y a Raúl Alfonsín con el Plan Austral y es la historia de la Argentina. Ahí es donde es imprescindible un acuerdo político; desde hace 100 años no tenemos uno porque es para bajar el gasto y es para reducir el tamaño del Estado. Y, en eso, cuando asumió Mauricio Macri puso 23 ministerios. ¿Qué le vas a pedir a Alberto Fernández?", planteó.
"Esa situación del gigantismo estatal en la Argentina ha sido un problema de gobiernos democráticos y grandes estatistas que han hecho explotar el gasto público. Por ejemplo, los militares como pasó en su momento, en la guerra con Chile y Malvinas. El tema del estatismo en la Argentina es el acuerdo político con una tremenda restricción, antes de reconocer la devaluación, ya tenés 25 millones de pobres y cinco millones de indigentes, cosa que en 2002 sí, explotó la pobreza después de la devaluación, y ahora estás en esa situación", evaluó.
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