La competitividad, con 30 años de estancamiento
Nuestra competitividad está estancada en los últimos 30 años. Para medirla consideramos el valor agregado por persona ocupada, es decir, cuanto produce, físicamente, en promedio, cada persona que trabaja. Ésta es considerada la mejor medida de la competitividad a largo plazo de una economía y la calculamos dividiendo el valor agregado de todo un país, el PBI, por la cantidad de trabajadores ocupados, es decir, por el número de aquellos que hicieron posible que llegara al mercado el flujo nacional de la riqueza en ese país en un año determinado. Hay que recordar que, en última instancia no trabajamos para ganar dinero, este es un mecanismo de la distribución, sino que trabajamos para producir, y si no producimos competitivamente, todo lo que podamos pronunciar sobre la distribución será un mero discurso.
¿Qué influye en la competitividad? Prácticamente todo lo que se hace en un país, dado que la competitividad no se hereda, se gana cada día haciéndolo todo bien. Señalaremos los puntos más relevantes: En el corto plazo, el tipo de cambio, el nivel de los salarios, alguna dotación especial de un factor productivo, como por ejemplo, abundancia de petróleo. En el mediano y largo plazo, son determinantes el capital neto invertido, la organización empresaria eficiente y la calificación de los recursos humanos. En todos estos elementos tienen mucha importancia la organización económica, las instituciones políticas y jurídicas, y especialmente su estabilidad a lo largo de los años.
La estrategia que debería usar un país como la Argentina de sólo 40 millones de habitantes es muy distinta de la de Brasil, con190 millones, o la de Estados Unidos, con 295 millones. Ni hablar de la de China, con 1250 millones, la de India con más de 1000 millones de habitantes. La Argentina no tiene más alternativa que elegir una estrategia de alta productividad pues, teniendo baja población, si también elige baja productividad, pasa gradualmente a ser un país irrelevante en el mundo.
Nuestro país, además de tener pocos pobladores, tiene otro problema ya que sólo el 46% quiere trabajar. Tiene una población económicamente activa muy chica. Además, una gran parte de la población económicamente activa trabaja en empleos que generan poco valor agregado o, lo que es lo mismo, son de muy poca productividad, debido a la baja proporción de incorporación de capital en esas actividades.
Como se puede apreciar, el valor agregado por persona ocupada en nuestro país ha fluctuado en las últimas tres décadas pero hoy nos encontramos sólo 8% por encima de 1976, o sea permanece estancado en el largo plazo. ¿Cuanto aumentó en otros países en el mismo período? En EEUU 84%, en España un 62%. Esto se refleja en nuestro atraso relativo respecto de los países que crecieron en este indicador, clave para reflejar el nivel de vida de una nación. Un trabajador medio de Argentina produce por US$ 20.000 por año, en tanto que en España lo hace por US$ 74.000 por año y en Estados Unidos por US$ 103.000 por año, por eso ellos ganan 5 veces mas que nosotros, pues producen 5,3 veces mas que nosotros por persona ocupada.
¿Qué falló, que se puede hacer?
¿Hemos tenido una estrategia para nuestro desarrollo económico que falló a largo del tiempo? No creo que nuestros dirigentes hayan planeado este resultado. Creo más bien que ha sido por la falta de planificación, por falta de una estrategia de largo plazo, sostenida por los diferentes gobiernos y, sobre todo, por falta de continuidad en las Políticas de Estado que dan resultados adecuados.
¿Qué necesitamos para revertir esta tendencia? Son varios los factores y varias las respuestas posibles. Solo diremos algo de un aspecto relevante. Lo más importante es que necesitamos inversiones masivas en todos los sectores que puedan ser competitivos, tanto en infraestructura como petróleo y gas natural, agro, industrias o servicios. Para ello se requiere generan un gran clima amigable para los negocios, un gran clima de confianza para los inversores argentinos y para todos los inversores del mundo que quieran coagular aquí sus disponibilidades líquidas en caminos, puertos, fábricas, bosques, tractores, comunicaciones, hoteles, software, edificios, es decir en todo tipo de actividades económicas productivas. La inversión es la clave de nuestro futuro y los pobres niveles de la misma en el pasado explican nuestro atraso relativo.
Nosotros hemos ahuyentado el ahorro. El nacional se ha ido a buscar protección para mantener su poder de compra en el largo plazo, Tampoco entraron capitales extranjeros. La falta de capital invertido hizo que cada vez más personas no consiguieran una ocupación verdaderamente productiva, por lo que se incrememetó la pobreza. El porcentaje de pobres sobre la población total ha crecido de 7% al iniciarse la democracia en 1983, con el presidente Alfonsín, a 34 % en la actualidad (según la cifra mas aceptada hoy), con picos de casi 60 % en 2002 y algo similar en la hiperinflación de 1989.
Muchos países se han dado cuenta de esta clave obvia del desarrollo, las inversiones masivas. Incluso los comnunistas, como China. En un país donde está todo por hacer y que tiene muchas ventajas en diversas áreas, como en la producción de alimentos, gas natural, turismo, software, para citar algunas, es increíble que los gobiernos se empeñen en producir un alto riesgo país, con sus defaults de la deuda publica cada tantos años, por falta de previsión en el nivel de sus gastos, que crecen sin cesar, y sin relación con los impuestos sustentables.
Naturalmente estos defaults generan todo tipo de ruptura de las reglas del juego, y terminan por ahuyentar al capital inversor. Entonces, sólo se consiguen capitales especulativos de alto riesgo o “inversores libadores”, que no son las que necesitamos, pues estos solo piensan en un horizonte de corto plazo y ventajas estatales, a costa de la población. Debemos corregir cuanto antes nuestro desvío de inversiones y para ello, debemos replantear las políticas de Estado –los incentivos- que se relacionan con este objetivo. No es muy difícil, podemos hacerlo, se requiere determinación.