En todo el abanico de adjetivos con los que calificaron a los millennials en los centenares de publicaciones que escribieron sobre ellos, se olvidaron de mencionar la "crueldad". La periodista Sofía Terrile explicó en el programa Comunidad de Negocios que las reseñas públicas de productos y experiencias en línea logran que los integrantes de la Generación Y, aquellos nacidos entre 1980 y 1995, saquen a relucir su costado más exigente. De acuerdo con la plataforma de ecommerce Linio, un 75% de los consumidores jóvenes onsideran "muy importantes" las puntuaciones y los comentarios de terceros.
Las reseñas también se convirtieron en el temor de algunos empresarios gastronómicos: las plataformas como Yelp o TripAdvisor pueden "matar" a un restaurante, pero también lo pueden llevar a la gloria.
The Shed at Dulwich, el proyecto del periodista freelance Oobah Butler, llegó a estar primero entre los casi 19.000 restaurantes de Londres rankeados en una plataforma de reseñas. El fenómeno explotó y el local no paró de recibir llamados y mensajes para pedir reservas durante semanas. El hype, o la enfatización un tanto exagerada de un producto o servicio, llegó tan lejos que Butler tuvo que explicar la verdad: el lugar no existía y solamente llegó al primer puesto por comentarios y puntuaciones ficticias.
El poder de las reseñas se multiplica exponencialmente, además, con las redes sociales. Los microinfluencers son aquellos usuarios de las redes que tienen, aproximadamente, de 1.000 a 10.000 seguidores. Poseen un gran poder de persuasión porque, generalmente, su red está formada en su mayoría por personas que los conocen. Y son los que hacen estragos en el mundo gastronómico con sus posteos en Instagram. La cadena inglesa Zizzi, que posee 180 restaurantes, asegura que tres de cada 10 millennials no irían a un restaurante si no tuviera una buena presencia en la plataforma de las fotos y los filtros.
Finalmente, el mundo de las reseñas en línea se trasladó a las evaluaciones de desempeño en el mundo laboral. Terrile detalló que los millennials no se llevan demasiado bien con el feedback semestral o anual. Prefieren una conversación más fluida, y es por eso que empresas como IBM y General Motors ya invirtieron en aplicaciones "personalizadas" para poder hacer devoluciones de manera más instantánea y menos jerárquica.