La dependencia del camino: el después será según cómo sea el ahora
Preguntas al economista Leif Johansen (1930-1982): Nacido en Eidsvoll, Noruega, e hizo una contribución sustancial a la ciencia económica. Trabajó en la Universidad de Oslo y fue miembro de la Academia Noruega de Ciencias y Letras
Quienes hoy preguntan cómo será la vida y cómo funcionará la economía cuando terminen los trastornos que ocasiona el coronavirus están perdiendo su valioso tiempo. Por una parte, porque se están distrayendo, en vez de concentrar sus energías para ver cómo resuelven los problemas que plantea la porquería esta que nos tiene a todos en vilo. Pero, más importante, porque el poscoronavirus no es independiente del "durante" coronavirus, dado que estamos delante de otro ejemplo de lo que se denomina "dependencia del camino".
Para entender mejor este concepto y sus implicancias, consulté al noruego Leif Johansen (1930-1982), graduado y profesor en la Universidad de Oslo. Alumno de Ragnar Anton Kittel Frisch y Trygve Haavelmo, según Robert Merton Solow, debe ser considerado el sucesor de ambos. Fue uno de los fundadores del Journal of public economics. Miembro del Partido Comunista de su país, según Karl Henrik Borch, su militancia no afectó su trabajo profesional, pero le impidió conseguir una visa para ingresar a Estados Unidos. Por lo cual nunca pudo aprovechar una invitación cursada por el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts, según sus siglas en inglés), para que fuera cuando quisiera a hacer lo que quisiera. Lo entrevisté porque una importante monografía que publicó en 1959 puede ayudarnos a entender la realidad actual.
-¿Cuál es la idea central de su trabajo, referido a la flexibilidad que existe entre los servicios que prestan el trabajo y el capital, en la teoría del crecimiento económico?
-Antes de comprar una máquina, el dueño de una empresa puede decidir qué combinación de cantidades de trabajo y capital le conviene utilizar para producir determinada cantidad de bienes. Pero una vez que la compró, la cantidad de servicios laborales depende de manera fija del equipo adquirido. De manera, entonces, que la relación de uso de trabajo y capital puede ser variable antes del acto de inversión, pero se convierte en fija después.
-Idea que, en la literatura económica, se asocia con la masilla y la arcilla.
-Así es. Se puede modelar masilla para armar un castillo, y después recuperar la forma original; en cambio, con arcilla, una vez que se fabricó un jarrón y se lo horneó, no hay forma de volver atrás. La feliz nomenclatura no me pertenece a mí, sino a Edmund Strother Phelps, quien trabajó sobre líneas parecidas al mismo tiempo que yo.
-No se ofenda pero, ¿no es obvio que la flexibilidad "ex ante", se convierte en la rigidez "ex post"?
-No me ofendo. Mi contribución consistió en modelar esta asimetría e incorporarla a los modelos de crecimiento económico. La evolución económica se entiende mejor desde la perspectiva "masilla-arcilla" que desde la óptica "masilla-masilla".
-La idea también parece ser relevante, a raíz de lo que en muchos países del mundo está sucediendo en el plano económico, como consecuencia del coronavirus. ¿Qué me puede decir al respecto?
-Hay que tomar todas las decisiones pensando en el Diluvio Universal y, por consiguiente, en las entradas al Arca de Noé. Pero como las claves están en la duración del Diluvio y en lo que pasará mientras tanto, la evolución depende de lo que se denomina la dependencia del camino. Esta última idea fue ejemplificada por Paul Allan David, cuando mostró que las computadoras siguen ubicando juntas las teclas QWERTY, a pesar de que se demostró que otra configuración permitiría escribir más rápido.
-¿Se le ocurre algún ejemplo de la historia económica argentina?
-Durante la Segunda Guerra Mundial su país acumuló saldos a su favor en el Banco de Inglaterra, como consecuencia del superávit comercial que existió entre ambos países. Pero terminado el conflicto, la Argentina se encontró con que era acreedor de un país militarmente victorioso, pero económicamente fundido. Los saldos tenían respaldo en oro pero, ¿cuán creíble era ese compromiso?
-En la Argentina 2020 tanto las fábricas como los comercios están intactos.
-Cierto, pero las empresas son mucho más que máquinas e instalaciones. Los tornos en las fábricas, como los estantes en los comercios, no se están deteriorando pero, ¿cómo quedarán los proveedores y los clientes, los empleados y los obreros, las finanzas, etcétera, luego de que todo esto pase? Insisto: depende de la duración de la cuarentena y de la dinámica de los acontecimientos, mientras dure.
-¿Está usted diciendo que imaginar lo que ocurrirá una vez terminada la catástrofe que estamos viviendo, es una forma de perder el tiempo?
-¿Me deja exagerar un poquito? Sí.
-Aclárelo, porque muchos lectores se sentirán más que molestos por lo que acaba de decir.
-Primero y principal, las energías humanas son escasas y tienen fines alternativos. Cada ser humano tiene hoy una prioridad fundamental: la de focalizar su atención y sus decisiones, para ver cómo sobrevivir a la emergencia. Tenemos que tomar decisiones en un contexto muy incierto; en términos futbolísticos, no solamente tenemos que atajar penales, sino que ni siquiera sabemos cuántos penales más tendremos que atajar. Cuando alguien me pregunta cómo comparo esta crisis con las anteriores, respondo que la diferencia fundamental es que las otras ya ocurrieron, mientras que esta la estamos sufriendo.
-¿Qué más?
-Si el futuro depende del presente, pero de manera significativa, imaginar lo que ocurrirá luego de que desaparezca o se neutralice el coronavirus, pertenece más al plazo del entretenimiento que al del pensamiento. Ni qué hablar de los pronósticos numéricos: nadie sabe lo que va a ocurrir la semana que viene, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que en 2021 el PBI del mundo crecerá 5,8%. Con decimales... un chiste de mal gusto.
-Pero entonces, ¿no podemos saber nada de nada?
-No pretendamos saber lo que no se puede saber, sin tampoco desesperarnos. La historia enseña que, luego de la desaparición de shocks importantes, el nuevo presente se parece más al pasado de lo que hoy dicen algunos; lo cual no quiere decir exactamente igual. Pero el trabajo no va a desaparecer (algunos sí, otros se van a crear) y mucho menos las ganas de vivir.
-¿Qué quiere decir esto último?
-La mayoría de los seres humanos tenemos ganas de seguir viviendo, por lo cual, sujeto al dinero con que contemos, volveremos a gastar en cuanto podamos. Superados los fuertes contratiempos que tenemos, la recuperación será más rápida de lo que creen los pesimistas. ¿Sobre qué bases ocurrirá? No lo sabemos, porque como digo, la dependencia del camino es crucial en casos como estos.
-Lo que hay que hacer, entonces, es focalizar la mente.
-Exactamente. No siempre es fácil, pero más por razones de angustia, miedo o pánico, que por defectos de nuestra cabeza. ¿Una ayuda para recobrar fuerzas? Piense que, para recobrar la normalidad, cada día que pasa falta menos.
-Don Leif, muchas gracias.