La historia del suizo que se enamoró del país e invirtió en una bodega
Para el suizo Urs Gmuer, las vacaciones en el campo durante la infancia eran fantásticas. Todos los años cuando se acercaba el receso lectivo, el pequeño armaba su valija. Dejaba la gran ciudad para ir a la chacra de su tío a quien ayudaba en las tareas agrícolas. El contacto con la tierra quedaría marcado a fuego en su corazón.
Sin embargo, la adultez lo alejó de la campiña y lo embarcó en el mundo de las finanzas por 35 años. Atrapado en el cosmos financiero parecía imposible abandonarlo. "Mi sueño era ser agricultor algún día", dice Urs a LA NACION, desde su campo en Suiza.
Su preocupación por el crecimiento demográfico del planeta y la necesidad urgente de generar alimentos hizo repensar su visión y estilo de vida. No era solo dilucidar qué inversión hacer, sino donde llevarla a cabo.
A través de un colega de las finanzas conoce un argentino, quien le habla de las bondades de esa tierra sudamericana. Así, embajada argentina de por medio, logró contactarse con un porteño que tenía inversiones en Mendoza .
A finales del 2005, junto a su familia, aterrizó en la Argentina y sin escalas voló a la provincia andina para revisar un campo virgen de 40 hectáreas en la zona de Alto Verde San Martín, que lo adquiere al año siguiente.
Como primera medida, el suizo, para generar empatía en el lugar, donó una hectárea a las iglesias católica y evangélica, para que allí realicen actividades sociales con la gente del poblado vecino.
Con una sola perforación de 200 metros (que tenía 40 años de antigüedad), había mucho por hacer. Llegó el desmonte, luego la construcción de una casa, un galpón, una represa y una sala de bombeo para el riego por goteo. Para terminar con las primeras plantaciones de nogales y viñedos (sauvignon blanc y viognier).
Una charla de Urs con un amigo de la infancia, en donde le relataba los pormenores de su proyecto agrícola en Sudamérica, despertó el interés de este último. La amistad se convirtió en sociedad y juntos compraron un campo contiguo de 68 hectáreas para sumar nuevas variedades y cultivos al emprendimiento.
En 2008 plantaron bonarda,syrah, ciruelos y olivos (que nunca resultaron) y al año siguiente fueron más nogales y sumaron malbec y torrontés.
En 2011 un enólogo suizo llamado Philippe Bovet, fue contratado para recorrer los cultivos y dar a una devolución a sus compatriotas. Le gustó tanto el proyecto que decidió asociarse al negocio.
Crecer no era fácil. A las contingencias climáticas, estaban los cultivos que no se desarrollaban tal lo planificado, precios devaluados de las producciones que se vendían en fresco y una economía argentina que tenía más dudas que certezas.
Sin embargo, los tres socios helvéticos nunca perdieron la esperanza y redoblaron la apuesta: a los US$3.000.000 ya invertidos, sumaron un nuevo aporte de capital de US$2.000.000 con socios argentinos.
Cuando a Urs le hablan de la situación de inestabilidad de la Argentina, siempre les relata la historia de su país, considerado el más pobre, allá por el siglo XVIII y donde personas sufrían y morían de hambre.
Si bien habían pasado por granizos y heladas, una noche de octubre del 2016, en plena brotación de los ciruelos, viñedos y nogales, una helada inesperada les arruinó la cosecha. Desde ese entonces, entendieron que no podían desafiar a la naturaleza, sino aprender a convivir con ella.
Y, en busca de rendir homenaje a los habitantes originarios del lugar, los huarpes, llamaron a sus vinos "Pecne Te" (madre tierra en ese lenguaje).
En el año 2018 llegó la primera vinificación propia con 24.000 botellas, que fueron exportadas en su totalidad. Este año elaboraron 60.000 litros de vino (80.000 botellas) con destino a exportación, además harán una grappa elaborada con orujos propios de malbec, aceite de oliva. Luego será el tiempo de ciruelas desecadas y pistachos de cultivos propios.
Con 15 años de esfuerzo, el suizo se alegra pensando que es parte de un proyecto en un lugar que considera su segunda patria y que su bodega es la realización de su sueño de niño. Y dice: "Anda Pecne Te, anda".