La polenta calienta el paladar argentino
Este producto, típico de la época invernal, es comprado por el 72% de los hogares del país
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820 gramos
consumo per cápita de polenta
¡Qué polenta que tenés! Esa expresión, que se le dice a alguien que tiene fuerza, remite directamente a las propiedades nutritivas que tiene un plato tan económico como saludable. La polenta, que de ella se trata, se hace presente en los hogares argentinos, sobre todo en épocas invernales, cuando es necesario un buen plato caliente para combatir el frío. Según la consultora Kantar Worldpanel, en la Argentina se consumen 820 gramos per cápita al año.
Se trata de una categoría comprada por el 72% de los hogares argentinos en un año y, a medida que se desciende en la pirámide social, la llegada de este producto asciende. En la base de la pirámide, la penetración de polenta es de 82%.
“Es una comida muy rendidora y de bajo costo, dos factores clave para los hogares de menores recursos y muchos integrantes”, afirmó Carolina Núñez, gerenta de Nuevos Negocios de Kantar Worldpanel.
En cuanto a hábitos de consumo, los hogares compran polenta 4 veces al año y en cada compra se llevan poco menos de un kilo del producto (970 gramos). La polenta es un producto netamente estacional, que logra triplicar su clientela en los meses de frío versus los de calor.
Actualmente se distinguen tres clases de polenta en Italia: la polenta gialla (polenta amarilla), realizada con harina de maíz amarillo; la polenta bianca (polenta blanca), realizada con harina de castaña, y las polentas “oscuras”, realizadas con alforfón. De estas tres, la más difundida es la de harina de maíz.
La evolución de la polenta muestra muchas variaciones. Inicialmente se preparaba con hierbas y desde el Imperio Romano se hizo más común elaborarla con harina de trigo. La flor de la harina de trigo era llamada entonces pullen. De hecho, polenta deriva de la palabra latina puls, una especie de potaje realizado con harina de centeno o con farro, un cultivo antiguo emparentado con el trigo.