La pregunta que se hace el Gobierno es qué hacer para parar el dólar
Las ideas van desde la flotación sin intervención del Banco Central hasta prohibir el comercio de divisas
Si la estabilidad del dólar permitió a Carlos Menem mantenerse más de diez años en la presidencia, la imposibilidad de frenar la moneda norteamericana parece una de las mayores frustraciones de Eduardo Duhalde y su equipo económico.
Una vez rota la convertibilidad, ¿qué hacer para que la cotización sea siquiera previsible sin que el Banco Central esté sometido a un drenaje permanente de reservas.
Washington sigue sin creer en las lágrimas argentinas. A pesar del temor de la clase política y de la resistencia del equipo económico que lidera el ministro Roberto Lavagna, los organismos multilaterales de crédito quieren que el dólar flote, flote y flote.
No se trata, se aclaró desde la capital de los Estados Unidos, de una cuestión meramente ideológica, sino de admitir la inevitable dinámica cambiaria de los próximos meses: un dólar más alto y una inflación de tres dígitos.
Dos calificadas fuentes de los organismos que lideraron el blindaje financiero -y que en caso de firmar un nuevo programa de asistencia volverán a brindar su apoyo- coincidieron en señalar a LA NACION pidiendo reserva de su identidad desde Washington que el Gobierno debe abandonar su política de intervención sobre el mercado cambiario, aunque admitieron el terremoto político que generaría tal decisión.
Desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) se señaló que el Banco Central "está interviniendo demasiado" sobre el tipo de cambio.
Con esta estrategia se impide saber cuál es el verdadero tipo de cambio de equilibrio, aclaró un funcionario que actúa como habitual fuente de consulta de las principales espadas del Fondo, Horst Köhler y Anne Krueger.
El funcionario aclaró, por si hiciera falta, que Krueger pretende un tipo de cambio totalmente flexible, aunque el ex presidente Carlos Menem y algunos economistas locales prediquen las bondades de la dolarización.
Por si acaso, agregó desde Washington, tampoco hay espacio para que se fije el tipo de cambio, tal como desearían el presidente Duhalde y una buena parte de la clase política local.
"No existen las reservas ni la confianza para anclar el tipo de cambio", señaló el funcionario.
Además, señaló la fuente, el reemplazo del peso por la divisa norteamericana no resolvería en la actualidad el problema de las tasas de interés.
Con estos límites a uno y otro lado, la fuente no descartó la aparición de un escenario "hiperinflacionario". Sólo después de ese fenómeno, nunca antes, el funcionario en cuestión se atrevería a presentar ante el directorio del Fondo la alternativa de aceptar una dolarización para la Argentina.
A unas cuadras de distancia, desde el 1300 de la avenida Nueva York, una calificada fuente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) esbozó conceptos similares.
"No hay condiciones para que la actual política de intervención sea sostenible en el mediano plazo", sentenció.
-¿Entonces cuál debería ser la estrategia del Gobierno?
-Dejar ir el dólar, hasta que se vaya quién sabe dónde, para que después vuelva.
De todos modos, el funcionario del organismo que conduce Enrique Iglesias indicó que el debate actual no debe enfocarse sobre el sistema de flotación, sino sobre las posibilidades que existen para cerrar los grifos del sistema financiero. Al respecto, opinó que la única alternativa válida para el Gobierno es impulsar un bono obligatorio que compense a los ahorristas atrapados, tal como pretendía el ex ministro Jorge Remes Lenicov.
"Si no hay Bonex, la inflación será del 400 por ciento; pero si se produce una suba de salarios que acompañe el alza de precios, es difícil imaginar cuál será el índice de inflación", aventuró la fuente del BID. Desde diferentes ópticas, los analistas consultados por LA NACION en Buenos Aires también señalaron que la estrategia actual de intervención del Central tiene patas cortas.
El ex viceministro de Economía Daniel Artana dijo que "la intervención no está mal si se plantea en términos transitorios, pero si no existe atrás un programa de financiamiento, fallará inevitablemente. (...) La solución es frenar el goteo", afirmó.
-¿Qué ocurriría si el Central dejara de intervenir?
-El cálculo es que, dentro del dinero que está en el corralito y en el corralón, sobran unos cuatro mil millones y eso lleva a un tipo de cambio más alto, aunque no necesariamente a la hiperinflación, a menos que suban los salarios -pronosticó el analista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).
Al respecto, el titular del Banco Hipotecario y ex subsecretario de Financiamiento, Miguel Kiguel, dijo que hasta ahora el Gobierno pudo hacer "equilibrio" para que una parte del goteo se traduzca en pérdida de reservas y otra parte en tipo de cambio. "Estamos entrando en un área más compleja porque las reservas ya se encuentran en un nivel crítico, aunque quede algún margen para perder", dijo Kiguel.
La medicina para curar el débil nivel de reservas, agregó el economista, es algún mecanismo más seguro para sellar la salida de depósitos o recursos adicionales surgidos de un acuerdo con el Fondo.
En sintonía con la música que se escucha desde Washington, Kiguel dijo que la Argentina no está en condiciones de plantearse modificaciones en el tipo de cambio.
"Hay que seguir con el peso como moneda y un tipo de cambio flotante, porque el país sin confianza no puede sostener un cambio fijo o bandas cambiarias", opinó el funcionario que acompañó a los ministros Roque Fernández y Domingo Cavallo.
-¿Hay que hacerle caso al Fondo y dejar de intervenir?
-La moneda ya flota bastante; pero, en todo caso, la intervención tiene que estar dentro de un programa monetario, concluyó Kiguel.
Desde el verano de Nueva York, el analista jefe del banco de inversión ABN Amro para mercados emergentes, Arturo Porzecansky, aportó una mirada de más largo plazo.
"No sé cuántos programas económicos, ministros y gobiernos pasarán, pero al fin y al cabo el dólar va a ser la moneda de la Argentina porque ésa es la moneda que quiere la gente", dijo Porzecansky, terminante.
Para que se cumpla esta profecía habrá que aceptar "un fuerte ajuste fiscal" y observar los resultados delpaís que ya dolarizó: Ecuador.
A diferencia de Porzecansky, el analista Gustavo Cañonero dijo que "aunque existan muchas dudas sobre la capacidad argentina para manejar la política monetaria, es mejor seguir con la estrategia actual antes de fijar el tipo de cambio o dolarizar".
-El ex presidente Menem dice que la dolarización sería una solución...
-Sin sistema bancario y con una economía depresiva, la dolarización no generará la confianza para atraer los recursos financieros que se necesitan para volver a crecer; y si uno obtuviera 20.000 millones para cambiar la base monetaria, sería mejor utilizar esos recursos para apoyar la flotación, explicó Cañonero.
Con las escasas oportunidades que tiene la Argentina de obtener recursos externos para sostener el valor de su moneda, el economista del Deutsche consideró que la mejor opción "es intervenir para estabilizar el peso", aunque esta estrategia parezca desacertada en el corto plazo.
A contramano de sus pares, Cañonero dijo que el organismo que conduce el alemán Horst Köhler "aceptará que el Banco Central siga interviniendo en el mercado cambiario si la situación se complica mucho".Cañonero tampoco se hizo eco del rumor que recorrió la City en las últimas dos semanas imaginando un "giro hacia la ortodoxia" por parte de Duhalde, con el reemplazo de Roberto Lavagna por el ex presidente del BCRA, Mario Blejer. "No parece una salida válida", se limitó a responder.
Más audaz, Artana dijo que "Duhalde puede ir hacia cualquier lado", mientras que desde Washington no se escuchó una respuesta uniforme respecto de esta hipótesis.
Aunque en el BID comentaron que "hay espacio para que el Presidente cambie su política", en el Fondo considen que si el ministro de Economía fracasa en su intento de encarrilar las variables, Duhalde podría verse obligado a convocar a elecciones.
Definiciones
Artana
- “Estimo que sobran unos $ 4000 millones entre el corralito y el corralón que llevarán a un tipo de cambio más alto, aunque no necesariamente a la hiperinflación.”
Kiguel
- “Hasta ahora el Gobierno pudo hacer equilibrio entre la pérdida de reservas y la suba del tipo de cambio, pero se está en una zona crítica en materia de reservas.”
Porzecansky
- “No sé cuántos ministros, programas económicos y gobiernos deberán pasar, pero al fin y al cabo el dólar va a ser la moneda que adoptará la Argentina.”