Grace Kelly abandonó su sitial de diva de Hollywood para convertirse en el alma de Mónaco, un diminuto principado enclavado entre el Mar Mediterráneo y los Alpes. Cautivó el corazón de sus habitantes, enalteció la zona como destino turístico y fue crucial para que el lugar conservara su estatus de independiente; pero dos meses antes de cumplir 53 años su cuento de hadas se partió en mil pedazos: perdió el control de su auto, cayó 40 metros por un precipicio hasta estrellarse, quedó inconsciente y murió al día siguiente.
Grace Patricia Majer Kelly, tal su nombre completo, había nacido el 12 de noviembre de 1929, en Filadelfia, en la costa este de los Estados Unidos . Fue la tercera de cuatro hermanos y se crió en el seno de una familia de gran fortuna, algo que le permitió recibir una educación que la convertiría en una mujer fina y culta.
Aunque su primera gran pasión fue el ballet, en su adolescencia empezó a interpretar algunos papeles en obras de teatro. A los 14 años se matriculó en una academia que tenía un grupo de teatro y fue allí donde decidió que triunfaría en ese arte. Había recibido, claro, gran influencia artística de su tío George Kelly, que era un excelente dramaturgo y había ganado un Pullitzer.
A los 18 años se matriculó en la Academia de Arte Dramático de Nueva York y se fue a vivir a la Gran Manzana, donde inició su carrera. Pronto actuó en Broadway y las críticas fueron tan favorables que recibió un montón de ofertas para actuar en el teatro y en la televisión. En los dos años siguientes interpretó más de sesenta papeles dramáticos de todo tipo.
Su éxito la hizo saltar al cine, donde en 1951 tuvo su gran oportunidad: el film Mogambo, con Clark Gable y Ava Gardner. Ganó el Globo de Oro a mejor actriz secundaria y a partir de ahí ya no la paró nada ni nadie. Llegó a trabajar exitosamente con el afamado director Alfred Hitchcok, con el que tuvo una gran amistad, y en 1955 ganó el Oscar a mejor actriz por su papel en la película The Country Girl, actuación por la que además volvió a ganar el Globo de Oro.
Pero ese mismo 1955 inició un romance con el príncipe Rainiero III de Mónaco (Luis Enrique Majencio Beltrán Grimaldi), al que conoció en Cannes . Todo sucedió muy rápido: un año más tarde abandonaría para siempre su carrera de actriz. ¿Motivo? El 18 de abril de 1956 se casó por civil en el Salón del Trono del Palacio de Mónaco y un día después tuvo lugar la boda religiosa en la Catedral de Mónaco.
Según comenta Martín Bianchi, periodista especializado en temas de la monarquía, fueron los propios estudios de Hollywood los que orquestaron su desembarco en el Mónaco. "Grace Kelly fue la plebeya con mejor campaña de marketing, con los grandes estudios a su servicio para venderla como una princesa. Ninguna otra tuvo ese plus, que ella consiguió porque era una diva. De hecho, los estudios grabaron su boda y la transmitieron en todo el mundo, como una película", relata Bianchi.
Cuando se hizo oficial su compromiso con Raniero, Grace, una actriz aplicada y acostumbrada a estudiar en profundidad los papeles que le tocaba representar, se puso a investigar todo sobre las monarquías europeas. "Así fue como descubrió a la reina Victoria Eugenia de España (que estaba exiliada en Suiza), que se convirtió en un modelo para ella", cuenta Bianchi.
La exactriz admiraba todo sobre la reina: su elegancia, su compromiso con causas sociales, su educación y la dignidad con la que afrontaba su papel de soberana en el exilio. "Tal era la admiración de Grace por Victoria Eugenia, a la que llamaban Ena, que la nombró madrina de bautismo de su hijo y heredero, el Príncipe Alberto", subraya Bianchi.
Grace tuvo tres hijos: Carolina, el mencionado Alberto y Estefanía. Los tres le trajeron muchos dolores de cabeza, sobre todo por sus amoríos. Por otra parte, según cuentan sus propios hijos era una mujer espléndida y dedicada a su familia, pero muy estricta, gélida y distante con ellos, algo que los marcó para siempre.
Grace Kelly hizo de Mónaco algo aún más glamuroso de lo que ya era, lo llevó a explotar como destino turístico internacional y fue clave para lograr que el principado conservara su estatus de independiente y no fuera anexionado por Francia . Dueña de una belleza increíble, millonaria, poderosa y amada por todos, no solo estaba viviendo un cuento de hadas, sino que era la protagonista principal de ese cuento de hadas. Pero... siempre hay un "pincelazo" que lo arruina todo.
En la mañana del lunes 13 de septiembre de 1982, Grace conducía su Rover P6 3500 por una carretera cercana a Mónaco (la misma que aparece en la película Atrapa a un ladrón, donde ella misma y Cary Grant hacen un picnic). Iba con su hija Estefanía, rumbo al Palacio de Montecarlo. De pronto, en una curva endiablada en lugar de aminorar la marcha, aceleró, siguió de largo y cayó a un precipicio.
Su hija, de solo 17 años, salió ilesa, pero ella nunca recobró el conocimiento y murió un día después en el Centro Hospitalario Princesa Grace. Infinidad de teorías se tejieron sobre el trágico accidente: desde que venía discutiendo con Estefanía y se distrajo hasta que era su propia hija la que en verdad conducía el auto. Haya sido lo que haya sido, lo cierto es que aún hoy, la figura de la diva que dejó todo para convertirse en princesa no ha logrado ser superada en Mónaco.
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