Las 10 claves de 2019: qué deben tener en cuenta los mercados sobre la Argentina y el mundo
El 2018 dejó a los inversores grandes enseñanzas y también varios focos de incertidumbre que se trasladan a este año. Lo más relevante es que todos, en menor o mayor medida, tendrán impacto sobre el comportamiento del mercado. Por algo tanto "alcistas" como "bajistas" analizan (y monitorean) estos temas, encontrando argumentos que acomodan a su favor, aun cuando hablen del mismo hecho. ¿Qué asegura este escenario? Una volatilidad en las cotizaciones superior al promedio histórico. Habrá momentos para ser atrevido y otros para ser cauteloso. Mantener una visión amplia, no sesgada y más basada en fundamentals concretos, junto con una administración activa de las posiciones, hará la diferencia. A continuación, un repaso por los 10 grandes temas -locales y externos- que deben tener en cuenta quienes tengan inversiones financieras.
1 Desaceleración del crecimiento mundial
En un marco en el que los índices de expansión estuvieron por arriba del 3% en los últimos años, ahora descenderán por debajo de ese nivel, sobre todo por el menor crecimiento de las principales economías. Así, se pasó de hablar de la sincronización positiva que existía entre países desarrollados y emergentes a apuntar a una desincronización. Entre las razones, se destacan desde las tensiones comerciales hasta el ajuste monetario, pasando por los ruidos políticos.
Con Europa y Asia enfriándose, la mirada principal se centra en Estados Unidos. Se pasaría de un crecimiento arriba del 3% en 2018 a uno de entre 2,5% y 2% en 2019 y menor al 1,5% en 2020. Por ahora, los datos económicos no parecen ser tan negativos, con lo que recién en la segunda parte del año se podrá tener mayor certeza de cuán grande sería la desaceleración. No se descartan nuevas políticas de estímulo fiscal, aunque en el caso de EE.UU. (con un endeudamiento arriba del 105% del PBI, un déficit fiscal que se acerca al 4% y ciertas limitaciones políticas) este tipo de esfuerzo pueda verse limitado.
Un menor crecimiento mundial representa menores ganancias corporativas. Las expectativas de crecimiento para las compañías del S&P 500 caerían de arriba del 10%, en el último cuarto del año pasado, a debajo del 7%, este año.
2 Políticas monetarias globales cuestionadas
El endurecimiento de la liquidez global no es un tema nuevo, pero se mantendrá con el foco puesto en el ritmo de ajuste de las políticas monetarias. La perspectivas son mucho más benignas que hace unos meses, en un marco de desaceleración económica e inflación en crecimiento, pero controlada. Se pasó así de un 2018 de política monetaria restrictiva, con una Fed que continuó con la reducción de su activo y subiendo la tasa cuatro veces, a una Fed más flexible que hoy lleva al mercado no solo a descontar que no habrá un nuevo ajuste en la tasa de interés, sino incluso a ver una probabilidad de una baja. En consecuencia, la presión sobre el dólar sería menor y se podría moderar el impacto sobre el comportamiento de los flujos (liquidez). Sería un buen dato para los emergentes
En tanto, el Banco Central Europeo también pondría un freno a mediados de año a la política monetaria expansiva. Sin embargo, la entidad seguirá reinvirtiendo los intereses de los bonos que están en cartera (a razón de 200.000 millones en 2019).
3 Tensiones comerciales
La profundización de las tensiones comerciales entre EE.UU. y el mundo -sobre todo con China- será clave. Hubo un acercamiento hacia fines de 2018, pero no hay acuerdo sellado. La preocupación de que desencadene una guerra comercial se relaciona directamente con el crecimiento económico, ya sembrado de dudas.
A pesar de los aranceles, el superávit de China con EE.UU. trepó un 17% en 2018, hasta los US$323.320 millones y es el mayor desde 2006. Todavía restan conocer los datos desde EE.UU., pero podría representar cerca del 40% del déficit comercial total norteamericano. El déficit que Estados Unidos posee con China está financiado a través de un superávit de capital. En otras palabras, el ahorro de China en dólares financia gran parte del desajuste comercial. De esta manera, el impacto de los aranceles podría tener dos efectos indirectos: una depreciación del tipo de cambio (¿guerra de monedas?) y una reducción del ahorro en dólares. Ya fuimos testigos del primero de estos efectos. Desde el anuncio de los primeros aranceles, y antes de la supuesta tregua en el G-20, el yuan se depreció en torno al 9% frente a la divisa norteamericana. En segundo lugar, la tenencia de bonos norteamericanos por parte de China alcanza los US$1,4 billones. No obstante, parece muy limitada la probabilidad de un desenlace caótico que dispare una venta masiva de bonos.
4 Tensiones políticas
Aunque su efecto sobre el mercado pueda ser más o menos temporal, la política es importante para el sentimiento del inversor y su predisposición a asumir riesgos. El shutdown en EE.UU. ya es el más largo de la historia y no es gratis para la economía, pero su costo, si se limita en tiempo, no representa un riesgo. Pero, de mantenerse esta situación, marzo sí podría ser un punto de inflexión.
En tanto, el Brexit seguirá en el centro de atención, ante el "barajar y dar de nuevo" que impuso el Parlamento cuando rechazó el acuerdo que había llevado May a la mesa. Se deberá dar un nuevo enfoque y se espera una postergación de la fecha (29 de marzo) de salida. También cabe enumerar la salida de Angela Merkel de Alemania, la relación entre la UE e Italia, la debilidad del gobierno español y hasta el fin de la era de Mario Draghi al frente del BCE, quien lidera la entidad desde 2011.
5 Emergentes (con foco en China y Brasil)
El diferencial de crecimiento entre países desarrollados y emergentes continúa a favor de estos últimos, que favorece una lectura positiva de los flujos. Dos países concentrarán la atención: China y Brasil (el primero por su relevancia a nivel global; el segundo, por su importancia para la Argentina). El gigante asiático -que explica el 15% del PBI mundial- vuelve a preocupar por la desaceleración en su crecimiento, ya debajo del 7%, pero aún por sobre el 6% anual: el esperado soft landing de esta economía parece funcionar y se espera que el gobierno continúe desarrollando estímulos fiscales y monetarios para evitar grandes cimbronazos. Pero hay que seguir de cerca la posibilidad de algún desafortunado evento crediticio y el acuerdo comercial con EE.UU.
En tanto, no hay dudas de que si Brasil logra acelerar su crecimiento (se espera cerca de un 2,5% para este año, contra el 1,4% de 2018) es una buena noticia para la Argentina.
6 Elecciones en la Argentina
Más allá de las buenas señales de la política monetaria y fiscal, despejar este factor de incertidumbre llevará meses (hasta noviembre si se llega a una segunda vuelta). Pero la definición ocupará gran parte del año y el mercado deberá aprender a convivir con ello. La evolución de la confianza en el Gobierno, la imagen de los candidatos y las encuestas serán datos para el análisis, junto con la evolución de la economía. Al mismo tiempo, debe entenderse que cuanto más rápida sea la recuperación de la economía, mayores serán las chances de una continuidad del actual Gobierno. Todo esto presionará sobre la volatilidad del mercado.
7 Déficit fiscal y de cuenta corriente
Este punto es la clave de sustentabilidad económica y es el principal desafío para el actual (y próximo) gobierno. Las metas están anunciadas (consensuadas con el FMI) y los últimos meses hubo buenas señales en su cumplimiento. El gradualismo se dejó de lado y del déficit de 3,9% del PBI de 2017 se pasó al 2,4% de 2018 y al equilibrio este año. El desafío se profundizará de cara a 2020, cuando se exigirá un superávit del 1%. Las señales son positivas: los ingresos siguen creciendo más que los gastos.
Otro desequilibrio que también se encuentra en corrección es el de la cuenta corriente. Las proyecciones apuntan a que este rojo cerraría por debajo del 5% del año pasado y caería debajo del 2% este año.
8 Política monetaria y cambiaria
Un nuevo esquema monetario y cambiario (también consensuado con el FMI) corre desde octubre y acumula señales positivas. Se basa en un crecimiento nulo de la base monetaria y tasas de interés altas, y busca una caída de la inflación. También encuadra el tipo de cambio en bandas de no intervención.
La caída en las tasas de interés en las últimas semanas, junto con un tipo de cambio que se mantiene incluso po debajo del piso de esas bandas, son buenas señales. La expectativa es que el tipo de cambio siga moviéndose cerca del piso, siempre y cuando no ocurra un evento disruptivo que quiebre el camino de recuperación de la demanda de dinero. Asimismo, no se descarta que la volatilidad aumente en la medida en que se acerquen las elecciones y el ritmo de dolarización de los portafolios sea una variable de análisis. La intermediación del sector financiero, el comportamiento de la demanda de dinero y el compromiso del BCRA con el modelo son claves para la sustentabilidad del programa.
9 Actividad económica: la recuperación esperada
Luego de una fuerte devaluación y con alta inflación, 2018 cerró en recesión. No obstante, la expectativa es de un piso en la caída en la actividad entre el último trimestre de 2018 y el primero de este año, y con señales de recuperación desde marzo o abril. El campo será el primero en empujar. La producción de la actual campaña alcanzaría las 140 millones toneladas, con un alza del 20% respecto de la campaña 2017/2018. Este incremento esperado en los principales productos agrícolas en conjunto con precios internacionales próximos a los de la campaña anterior, y la importante mejora en la competitividad cambiaria (compensada parcialmente por la reintroducción de retenciones), generan un marco favorable. Otro sector con buenas expectativas es el energético, focalizado en Vaca Muerta.
La balanza comercial debería seguir ratificando el cambio de tendencia que reflejó en septiembre. Lo importante es que esta mejoría, que por ahora responde a caída de importaciones, comience a explicarse por suba en las exportaciones. La deuda pendiente será la recuperación del consumo (con un salario real promedio que perdió 11% el año pasado).
10 Sostenibilidad de la deuda (2020 en la mira)
Al tercer trimestre, la deuda del sector privado sobre el PBI sumaba cerca del 45% (creciendo cerca de 20 puntos en el año). En este punto, 2019 prácticamente se encuentra cerrado, sin necesidad de recurrir a financiamiento del mercado internacional, e incluso bajo supuestos de rollover de vencimientos de corto plazo totalmente manejables. No obstante, las vulnerabilidades se centran en 2020, cuando ya no solo se analizan los números, sino también qué gobierno estará en funciones (y su voluntad de pago). Según el último programa financiero, el año próximo cerraría con una colocación de deuda (entre refinanciación y nueva) de unos US$15.000 millones, ante necesidades que sumarían unos US$25.900 millones (a privados y sin LETE) y considerando como supuesto que el Gobierno cumple con el objetivo de superávit fiscal de 1% del PBI.
No parece ser complicado, siempre que las cuentas fiscales respondan y el mercado vuelva a abrirse para el riesgo argentino. Esto dependerá del devenir de la economía, pero también de lo político.
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