Las nuevas generaciones vienen marchando
El informe anual de UBS y la feria Art Basel del movimiento del mercado de arte en 2019 registra un total de ventas por 64.000 millones de dólares (una baja del 6 por ciento respecto a 2018) con posiciones crecientes para las ferias, aunque es difícil predecir lo que viene por el efecto coronavirus. Las galerías que facturan más de 30 millones de dólares por año crecieron 16 por ciento, y retrocedieron un 6 por ciento las galerías con ventas debajo de los 250.000 dólares.
La torta grande del mercado se reparte entre Estados Unidos (44%), Reino Unido (20%) y China (18%). Las cifras y tendencias analizadas en este informe por la especialista Claire McAndrew fueron presentadas la semana pasada en Maastricht, Holanda, durante el transcurso de la feria de arte y antigüedades Tefaf /The European Art Fair.
Sin embargo, no está en los números la noticia del año, sino en los protagonistas del mercado que son ahora los millennials, capaces de imponer gustos y dueños de una postura crítica respecto al lugar del arte en sociedad contemporánea. Otra generación, otro estilo y otros valores. Son los hijos de la Tate Modern, de Art Basel Miami y de Frieze. Pero, también, de la crisis de 2008 y del fin de las certezas.
Estos jóvenes buscan mecenas privados que no generen conflictos éticos; se preocupan por la procedencia de las donaciones y por el origen de los fondos; piensan en la filantropía como una forma de inclusión y no como una chapa de prestigio.
Tienen menos prejuicios respecto de lo que compran y más compromiso con lo que compran. Son amigos de los artistas. Compran menos por inversión y más por placer; gastan menos y piensan más. Promueven programas de micro mecenazgo, campañas de acción cooperativa y, según publicó El País, "hay blogueros conocidos que recaudan fondos ante el retiro de fondos del sector público".
No hay en este grupo preocupado por el desarrollo sustentable, por el uso de combustibles fósiles y por la contaminación ambiental, maratonistas de récords. Son personas que quieren tener arte colgado en las paredes de su casa porque los hace felices y sienten que el arte les cambia la vida. Es más, la mayoría de estos nuevos compradores estudian arte, discuten sus compran con curadores, visitan los museos y recorren las ferias guiados por expertos. No quieren mirar de afuera, sino ser parte del mundo del arte.
Los baby boomers (hoy entre 55 y 75años), hijos de la posguerra, hacían cola para comprar obras de Jeff Koons y llenar la cuenta bancaria de Damien Hirst (que ahora está fundido).
Esta generación estimuló con sus compras el mercado de los 80 y 90; y los baby boomers fueron protagonistas de la transformación de los museos, que pasaron de ser antiguos reservorios de obras de arte a mecas de prestigio.
Una generación cercana a los brokers de Wall Street, cuyo paradigma fue el Gordon Geko del film con Michael Douglas. Geko, un tiburón del Dow Jones, hacía estragos en el stock market mientras colgaba en su casa enormes cuadros de expresionismo abstracto. Es obvio que no habría millennials veganos, sin esa generación de baby boomers carnívoros.
Picasso decía que había que comprar el arte de los contemporáneos. Por ahí va la cosa. En la última edición del Arco madrileño, las dos secciones más logradas fueron Diálogos y Opening, consagradas a las obras de artistas "frescos", caso Mariela Scafati, Gabriel Chaile, Osias Yanov, Lucas Simoes y Rosario Zorraquín, entre otros.
En la Argentina, todavía no se puede hablar de una generación de collectors millennials, pero sí hay compradores con otro perfil como Alec Oxenford, tal vez el ejemplo más paradigmático.
Oxenford es un empresario de la casta unicornio; hasta poco fue presidente de arteBA y tiene una colección importante iniciada por Inés Katzenstein (MoMA), que ocasionalmente abre a un público selecto con un curador invitado.
Otro ejemplo de la nueva generación de compradores es Raúl Naón, que suele picar muy alto en sus compras con números de cinco cifras, o Claudio Porcel, que dispuso colgar arte contemporáneo en las oficinas de su financiera Balanz.
En general, los nuevos compradores mantienen una fidelidad hacia firmas consagradas, como Aizenberg en la colección de Rubén Expósito, pero también De la Vega, Vigo, Greco, Peralta Ramos, Bony, Zabala, Centurión. En la línea más cutting edge están espíritus decididamente audaces que apuestan, modelo Andrés Brun (Fidusaires) y Juan José Cattaneo.
El futuro es ahora, porque en breve llegará la oportunidad del salto olímpico a lo nuevo. En su próxima edición, arteBA estrena una nueva feria llamada Utopia, heredera de lo que fue el Barrio Joven. Dicen que "en la cancha se ven los pingos", veremos qué pasa allí. Casualmente, Utopia estará montada en el pabellón equinos. Y no es un juego de palabras.
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