"Los capitales fugados representan la desconfianza"
-¿Cómo evalúa el fenómeno de la salida de capitales del país?
-La salida de capitales en las últimas décadas suma, en un cálculo pesimista, más de 200.000 millones de dólares. Son recursos que están en el país o en el exterior, formales o informales. En buena parte representan una medida de la desconfianza generada por la política económica en muchos años, consecuencia de medidas inconsistentes. Y no se trata sólo de un problema con valores monetarios. Por ejemplo, los granos que están en silos bolsa por arriba de las existencias normales no constituyen un caso estricto de capital fugado, pero tiene similares efectos y causas (existirían más de 6000 millones de dólares en stocks excedentes de granos).
-¿Qué problemas le origina esa situación a la economía y a la política macroeconómica?
-Como mínimo hay tres problemas.
1) Resulta uno de los factores clave que conducen a la escasez de divisas en el Banco Central, a la par de los problemas de competitividad autogenerados (ambos procesos se retroalimentan).
2) Implica recursos inmovilizados, que están fuera del circuito económico y que, por ende, afectan negativamente el nivel de actividad, sobre todo para sectores fabricantes de bienes de inversión y de consumo durables.
3) Cuando se gana en confianza y el ciclo económico se revierte, la vuelta masiva de capitales al circuito ayuda a reactivar, pero suele generar un proceso de apreciación cambiaria, menor competitividad e incipiente burbuja de consumo.
-¿Cuáles son las soluciones?
-Inicialmente se requiere generar un shock de confianza, con medidas referidas a las instituciones deterioradas, y que se anuncie una política económica creíble, con decisiones que se perciban como "suficientes" y que no requerirán de posteriores agregados o correcciones. Ayudaría dar incentivos especiales, como una fuerte reducción de los derechos de exportación para la soja, con vigencia por un lapso corto (uno a tres meses), para incentivar una rápida liquidación de los stocks de granos en exceso. El beneficio podría condicionarse a la compra de inmuebles, maquinaria y automotores de fabricación local. En tercer lugar debe instrumentarse una política macro y un sistema de incentivos para que, cuando los capitales regresen masivamente, buena parte se dirijan directa o indirectamente a la inversión y la producción, especialmente a generar un proceso sostenido de suba de exportaciones con mayor valor agregado, lo que constituiría la base para la creación a largo plazo de empleos privados de calidad. Con mayor confianza comenzarán a solucionarse varios problemas, pero se necesitan también instrumentos que permitan maximizar el impacto sobre el crecimiento de largo plazo.
El autor es director de Ieralde Fundación Mediterránea
Marcelo Capello
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