Los hijos de magnates abren sus billeteras a Hollywwod
Cuando el director de cine Paul Thomas Anderson empezó The Master, una crítica encubierta a la cienciología, propuso rodarla en película de 65 milímetros, una opción cara que ofrece una profundidad y claridad inusuales.
Pero en vez de pedir la aprobación de una comunidad de ejecutivos de la industria, Anderson sólo tuvo que convencer a una persona: Megan Ellison, de 26 años.
Ellison, la hija del multimillonario presidente ejecutivo de Oracle, Larry Ellison, financió por sí sola el proyecto de US$42 millones y aprobó la solicitud de Anderson sin dudarlo.
"En la mayoría de estudios ahora, uno tiene que luchar para lograr filmar cualquier cosa con película", dijo Daniel Lupi, que produjo la película con Ellison. "Ella dijo: ‘Fenomenal. Hagámoslo’. Básicamente todas las decisiones las toma ella", cuenta.
En los últimos dos años, Ellison ha surgido como una fuente importante de financiamiento para los proyectos más destacados y arriesgados de Hollywood. A través de su compañía independiente Annapurna Pictures, financió completamente The Master, así como Objetivo Bin Laden, de US$45 millones, que ahora está nominada a cinco premios Oscar.
También está resucitando la saga de Terminator, una de las franquicias cinematográficas más lucrativas de la historia, al pagar US$20 millones por el derecho a hacer nuevas entregas con Arnold Schwarzenegger como protagonista.
Ellison forma parte de una nueva generación de jóvenes ricos que están cambiando la manera en que Hollywood hace pelícu-las. Lo que distingue a esta nueva generación, y en especial a Ellison, es la magnitud de sus arcas. Cuando cumplió 25 años, Ellison pudo acceder a hasta US$2.000 millones de la fortuna de su padre, según fuentes cercanas.
- MEGAN ELLISON
De 26 años, hija de Larry Ellison, de Oracle.
Produjo ‘Objetivo Bin Laden’. - DAVID ELLISON
De 30 años, hermano de Megan Ellison.
Es productor ejecutivo. - MICHAEL BENAROYA
De 31 años, de una reconocida familia de la industria inmobiliaria.
Produjo ‘El precio de la codicia’.
The Wall Street Journal