Los mercados vuelven a votar
Mayor cautela y coberturas "por si acaso" a la espera de develar qué rumbo le dará Kirchner a su administración; hubo apuestas marginales al plan de obras
La Argentina volvió a dar en la última semana evidentes muestras de que algunos de sus más importantes dirigentes no dudan en seguir pisoteando las instituciones y erosionando la confianza pública si esto les sirve para preservar alguna cuota de poder.
Por lo demás, el devenir del proceso electoral -ahora trunco- terminó dejando de lado a los candidatos que habían sido catalogados como "pro mercado" y cuyo ascenso en las encuestas les sirvió de justificativo a los más variados analistas para justificar el derrotero fuertemente alcista que tres semanas atrás mostraban los activos financieros locales.
Ambos golpes, sin embargo, aunque ayudaron para modificar la conducta de los inversores hasta volverlos evidentemente más cautos, no bastaron para generar una debacle de mercado ni desataron una corrida hacia el dólar, más allá de la recuperación que esa divisa tuvo en las últimas 72 horas y que los técnicos en verdad adjudican más al recorte a la mitad que tuvieron las tasas de interés bancarias en un mes.
De hecho, si se toma el valor que había tocado el índice Merval en la jornada previa a la primera vuelta electoral (el mayor de los últimos dos años) y se lo compara con el del viernes último se observa que aquel pico quedó a sólo veinte puntos. Algo parecido ocurre si se repara en la evolución de la ahora olvidado riesgo país, representativa de las variaciones de precios que tienen los bonos.
A su vez, si la comparación se hace con el momento en que el mercado logra certidumbre sobre el paso al costado de Menem, el panorama antes planteado varía poco a excepción de la revalorización del dólar. Pero se cree que ésta será una anécdota coyuntural en la medida en que la designación del nuevo elenco de gobierno y los primeras medidas no rompan el consenso obre qué debe hacerse para dejar atrás la crisis, más allá del lugar ideológico desde el que se planteen las políticas a ejecutar.
¿Qué cambió entonces para que las marchas y contramarchas políticas no sean ahora amplificadas por los mercados como era común hasta hace unos meses?
Basta recordar que la renuncia de Carlos Alvarez a la vicepresidencia fue hace sólo un par de años uno de los factores centrales que agudizó la desconfianza inversora hacia la Argentina y obligó a la administración De la Rúa a intentar un blindaje en un intento por sobrellevar sin éxito tanto recelo. O que cuando Duhalde cavilaba en torno del rumbo emprendido (y su dudas sólo fueron contenidas por una asamblea de gobernadores) se disparaba el dólar y en las calles y recovecos de la City porteña se reproducían los "arbolitos".
Entre los economistas y analistas hay coincidencia a la hora de sondear las razones de este aparente cambio de conducta. Dicen en principio que, más allá de los fuegos artificiales, la situación objetiva de la economía argentina no se ha modificado en nada. "A lo sumo, las que pudieron haber variado algo son las expectativas. Lo demás luce inalterable", dijo Carlos Curi, analista de la BNP Paribás.
"La Argentina está sobrecumpliendo las metas que pactó con el FMI. Aunque modestas, no es poca cosa. Tiene una política fiscal razonablemente sólida para el standard argentino y un manejo monetario que no incluye hasta aquí crédito al Gobierno ni a los bancos. Súmese el hecho de que quienes deben ejecutar esas políticas lucen firmes en sus cargos (en referencia al ministro Roberto Lavagna y al jefe del Banco Central, Alfonso Prat-Gay). Ese cóctel es el que explica la relativa tranquilidad con que transcurrió todo", sostiene Juan Arranz, analista del Banco Río.
El titular de la consultora financiera Maxinver, Eduardo Blasco, suscribe la idea de que "las razones estructurales no cambiaron. La recuperación del dólar responde más a cuestiones técnicas que políticas. Lo cierto es que mientras no se renegocie la deuda a la Argentina le van a seguir sobrando dólares. En el mercado cambiario eso nadie lo desconoce. Y si en los últimos días cambió un poco la tendencia es porque hay un reflujo del arbitraje que habían hecho con las tasas, lo que combinado con una mayor tendencia a la cautela hasta observar quién es Kirchner da como resultado el reacomodamiento de los últimos días", explica.
Por lo demás, señalan que no conviene olvidar que los mercados hoy no tienen aquí la profundidad que tenían en otro momento, default y controles cambiarios -aunque en retirada- mediante. "Por eso esperar reacciones en la misma escala sería un error", señaló un ejecutivo de un banco extranjero privado líder.
La segunda razón a la que aluden tiene que ver con la continuidad que se descuenta en las grandes líneas de la política económica. Los que priorizan esta explicación dicen que los puentes de la administración Kirchner con los mercados quedaron tendidos al mantener a Roberto Lavagna al frente del Palacio de Hacienda, más allá de algunos dichos y actitudes que evalúan confrontativas del nuevo presidente.
"No tengo dudas de que Lavagna fue el elemento estabilizador de los mercados en medio de la pirotecnia disparada en esta transición", indica Norberto Sosa, economista de la sociedad de bolsa Raymond James, la más activa en la negociación con fondos del exterior. Una visión similar tiene Vladimir Werning, economista de JP Morgan, para quien conviene tener en cuenta que "Néstor Kirchner es el candidato continuista, lo que en principio no permite pintar un escenario muy distinto del que teníamos hasta ahora". Y destaca que a los ojos de los inversores la continuidad de Lavagna corrobora "esa idea de continuidad y previsibilidad en las políticas actuales", insiste.
A igual argumento recurre el agente y ex titular de la Caja de Valores Luis Corsiglia. "No tuve clientes que vendieran por temor político. Los que lo hicieron fueron por precavidos y para asegurar las ganancias. Y el resto opta por quedarse porque no espera sorpresas y tiene un margen de expectativa", opina.
Las luces amarillas
Con todo, en el mercado apareció en los últimos días una serie de luces amarillas que los expertos relacionan con las dudas subyacentes sobre la gobernabilidad "con un mapa político tan fraccionado", el desconocimiento en torno de la figura de Kirchner y el reacomodamiento de carteras producto de un cambio en las estrategias de inversión. Aunque, en este último caso, dicen que éste sólo da cuenta de la emergecia de un nuevo panorama en el que se destacan:
- Un dólar más inflexible a la baja, tras el aval que logró el Gobierno del FMI para no dejar retroceder su cotización muy por debajo de los $2,80.
- El impacto que esa misma flexibilización monetaria tuvo sobre las tasas de interés, favoreciendo su retroceso a la mitad en sólo un mes.
"Todo esto sumado a las excusas que el ruido político dio a muchos inversores para hacer lo que ya estaban evaluando: tomar ganancias y, con ellas en el bolsillo, desensillar hasta que aclare", explica Blasco.
En este sentido, se cree que las designaciones y el discurso que Kirchner dará al asumir marcarán la tónica de las próximas semanas. "Veo un mercado cautamente optimista sobre lo que vendrá. Pero también recatado por todo lo que pasó", dice Arranz, y Curi lo comparte.
En tanto Sosa se anima a suscribir esta idea, pero sólo en la medida en que no aparezcan sorpresas. "Si el mercado se puede ir anticipando vas a ver movimientos graduales. Si las sorpresas son agradables tendrás viento a favor. Si son desagradables lo que hoy es expectación puede transformarse en fuga", advierte.
Unos se van, otros se quedan
Afuera parecen ser menos contemplativos. Arturo Porzecanski, economista jefe para países emergentes del ABN-Amro en Nueva York, se mostró preocupado por la "muy seria situación de gobernabilidad" en que quedó el país, una apreciación que lo llevó a recomendar a sus clientes "vender los papeles de la deuda argentina", aunque en parte para aprovechar "la revalorización que han tenido en los últimos tiempos".
A contrapelo de la cautela que ganó a muchos inversores, quienes siguen los negocios en la Bolsa local pudieron distinguir en las últimas horas una corriente de compra que busca sacar partido de lo que se cree será el modelo kirchnerista para relanzamiento de la economía, al que le adjudican impronta keynesiana.
Las compras quedaron reflejadas en las extraordinarias subas que mostraron en las últimas ruedas los papeles de la constructora Polledo, la cementera Juan Minetti y la acerera Acindar, a quienes se imagina beneficiarias de un plan de obra pública que demandaría $ 4000 millones. Bajo estos supuestos, todos estos papeles hasta sextuplicaron el recorrido promedio del Merval. Sólo el tiempo dirá si fue una apuesta acertada.
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