Los primeros pasos
En Uruguay ya hay seis polos tecnológicos, más la zona franca de Montevideo, donde las empresas cuentan con fuertes beneficios fiscales para producir. Es el comienzo de la asociación pública y privada
MONTEVIDEO.- En marzo de 1999, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, puso énfasis en una recomendación al gobierno uruguayo, durante la asamblea anual de ese organismo realizada en París. Luego de la reunión comentó a un pequeño grupo que lo esperaba para otra reunión: "Ojalá que lo hagan; Uruguay tiene que aprovechar sus ventajas comparativas y con esto tiene un camino fenomenal para el desarrollo".
Lo que Iglesias había sugerido en la reunión bilateral del BID con el gobierno oriental era la conformación de espacios tecnológicos, para lo cual comprometía apoyo, ya fuera en asistencia técnica o en paquetes de financiamiento. Un año después, Jorge Batlle iba a asumir como presidente, pero antes de hacerlo se hizo tiempo para encomendar a un grupo de técnicos que se encargarán de impulsar proyectos en ese sentido. Pero el gobierno encontró que el camino no era fácil para que todo fuera parte de un eje manejado por las autoridades y la conclusión fue que si los agentes privados preferían hacerlo por su cuenta, había que despejar el camino en lugar de fijar reglas centralizadas. El fenómeno no tuvo el empuje, dinamismo y efecto de boom que proponía Iglesias, pero con el tiempo y con una crisis económico financiera en el medio que sacudió las raíces del país, se ha desplegado en variadas iniciativas.
En las últimas semanas se concretó la constitución de Urunova, la primera asociación uruguaya de parques, polos e incubadoras de empresas. Agrupa al Polo Tecnológico de Química y Biotecnología de la Universidad de la República, estatal; Parque Tecnológico e Industrial del Cerro (PTI), con la Intendencia Municipal de Montevideo; Zonamérica Parque de Negocios y Tecnología y Fundación Zonamérica (de la ex zona franca de Montevideo); Ingenio, con el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), y la Universidad ORT, con instituciones de gestión y financiamiento como Kolping y Fundasol.
Compañías de software internacional, como es el caso de la firma Tata de India, se han instalado en Uruguay (en Zonamérica) para aprovechar la oferta de profesionales altamente capacitados, bajos costos y la infraestructura necesaria que se proporciona en lo que era la zona franca de Montevideo. Allí funcionan varias compañías del área, con un régimen de zona franca con imagen internacional de parque tecnológico.
Desde Zonamérica se manejan sistemas informáticos de cadenas latinoamericanas de bancos y otras compañías financieras. Cuenta con un régimen de exenciones impositivas y fiscales, así como de aranceles para bienes e insumos y de aportes sociales para personal extranjero. Además, hay una garantía del Estado para la permanencia de estos incentivos.
Por otra parte, en la estatal Facultad de Ingeniería funciona el Centro de Ensayos de software, una infraestructura totalmente capacitada para el control de calidad de software.
En biotecnología, las facultades de Ciencias y Química (estatales) concretaron la constitución del Polo Tecnológico de Pando para ofrecer a la industria farmacéutica soluciones tecnológicas. Además, se espera que en plazo corto comience a funcionar el segundo Instituto Pasteur de América latina (hay uno instalado en Guyana Francesa).
El establecimiento del Instituto Pasteur Montevideo (IP-Mon) es con un polo biológico, biomédico y biotecnológico regional con integración de universidades e institutos de investigación de los países del Mercosur con entidades de investigación europeas.
Por otra parte, la Intendencia Municipal de Montevideo puso sus fichas en el símbolo de la fortaleza de la capital uruguaya con el Parque Tecnológico Industrial del Cerro, que agrupa a más de 30 empresas y origina más de 400 puestos de trabajo calificados y cuenta con exenciones tributarias municipales.
Carlos Julio Sanguinetti, director de ATGen, narró su experiencia: "Trabajamos con la Facultad de Ciencias; se podría decir que nuestra empresa está incubada allí, y esto nos ayuda a disponer de un gran equipamiento y de estar en permanente contacto con los alumnos o sea la cabeza de los proyectos tecnológicos. Interactuamos con los otros polos tecnológicos de Uruguay, lo que es positivo para la gestión y comercialización de nuestros productos".
Ingenio, la incubadora de empresas de tecnologías de la información y las comunicaciones, cuenta con el apoyo financiero del BID, aquel prometido cuando los hechos concretos de hoy, eran apenas proyectos.
Con acento charrúa
- Las exportaciones de software uruguayas pasaron de 60 millones de dólares en 1998 a 80 millones de dólares -casi lo mismo que la Argentina- el año pasado, según la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información. www.cuti.org.uy
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