Opinión. Los votantes no soportan las recesiones ni la inflación
Por Roberto Cortés Conde Para LA NACION
En las elecciones que tuvieron lugar desde la vuelta al régimen constitucional en 1983 parece que el voto estuvo, de alguna manera, influido por la situación de la economía. Pero hubo algunos factores que incidieron más que otros y fueron distintos en el tiempo
En la presidencia de Raúl Alfonsín los triunfos y las derrotas electorales estuvieron condicionados por la inflación. Aunque en un clima generalizado de declinación del producto bruto interno (PBI) el mayor impacto lo tuvo la terrible escalada de los precios. En mayo de 1985 la inflación había llegado al 30% mensual! Decidido el plan Austral en junio de ese año, la inflación en octubre ya había caído al 2 por ciento mensual. El 3 de noviembre se realizaron las elecciones legislativas que ganó el partido de gobierno por casi el 44% de los votos.
Duró poco la estabilidad del plan Austral. En marzo del 86 el gobierno abandonó la congelación de precios y flexibilizó los controles. En ese año y el siguiente, debido a una política monetaria expansiva, la inflación volvió a tomar altura. Cuando se realizaron las elecciones legislativas en septiembre de 1987, la inflación había subido al 12% mensual y el partido radical fue derrotado.
Los justicialistas ganaron con el 43 por ciento, casi 10 puntos delante de aquéllos. El producto de todo el año, en cambio, había subido.
De allí en adelante continuó la barranca abajo del gobierno en medio de terribles dificultades y reiterados fracasos.
En mayo, al tiempo de las elecciones presidenciales, el país estuvo ya en niveles de hiperinflación (78% mensual), situación que explotó los dos meses siguientes. El candidato justicialista obtuvo la presidencia.
Una caída drástica
Carlos Menem, por su parte, ganó todas las elecciones legislativas. Con el plan de convertibilidad de 1991 la inflación cayó drásticamente y en octubre de ese año había bajado al 1,4% mensual.
El producto bruto interno, es decir, la cantidad de bienes y servicios de que dispone la población -tras tres años de caída consecutiva- había tenido una fuerte recuperación y subió el 10% en el año.
La baja de la inflación incidió en la mejora del poder adquisitivo de los salarios. En las elecciones legislativas realizadas entre septiembre y octubre de 1991 el partido justicialista obtuvo un rotundo triunfo con un 46% de los votos y la convertibilidad se anotó su primer éxito político.
En los comicios de octubre de 1993 se repitió el éxito. Transcurrían ya tres años de crecimiento del PBI: el 10,5% en 1991, el 10,3% en 1992 y un 6,3% en 1993.
Impulsada por esos resultados, Menem -gracias al pacto de Olivos- pudo convocar a una Convención Constituyente que aprobó en 1994 las reformas a la Constitución de 1853-60 y fue reelegido en 1995 con casi el 50% de los votos.
La rápida y exitosa respuesta a la crisis del tequila y la recuperación posterior incidieron ese año en las respuestas. En medio de esa euforia, la desocupación hizo una estrepitosa aparición. Los datos de la encuesta de hogares publicados después de los comicios hicieron saber que había subido al 18 por ciento.
En un continuado clima de estabilidad monetaria y de precios, y de entrada de capitales el producto continuó creciendo en 1996 y 1997.
El PJ ganó las últimas elecciones legislativas. La UCR, en crisis desde el pacto de Olivos, había quedado detrás del Frepaso en las presidenciales y para las legislativas de 1997 se presentó junto a éste en la nueva Alianza.
A partir del segundo semestre de 1998 se produjo un cambio drástico en la economía. Shocks externos, aumentos de las tasas de interés en los mercados emergentes, baja de precios de los commodities y un elevado endeudamiento se reflejaron en una inédita recesión. Nadie pensó que sería de larga duración. Los menenistas creyeron ver una reversión de la tendencia hacia mediados de año, lo que no ocurrió y ganó el candidato de la Alianza en 1999.
Fernando de la Rúa pareció iniciarse con un tímido impulso a la recuperación que abortó con un aumento de impuestos por decreto. A partir de allí se repitieron los infructuosos intentos por mejorar la situación fiscal, asegurar financiamiento y reducir gastos.
El principio del fin
Las exigencias de ajustes provocaron rechazos y agravios y restaron apoyos al gobierno que enfrentó las elecciones legislativas en 2001 en medio de un negro panorama recesivo y no menores complicaciones políticas, en las que el oficialismo perdió dramáticamente. Fue el principio del fin del gobierno de De la Rúa.
La revisión de lo ocurrido en las dos últimas décadas parece indicar que los electores no soportan vivir en situaciones recesivas o de fuerte inflación. Mientras que la mejora del salario real fue un factor importante en los éxitos electorales de Menem no parece que tuviera una incidencia similar en la actualidad. El crecimiento con estabilidad parece , en cambio, para el partido que está en el gobierno, una condición para obtener apoyos electorales.
lanacionar