Macri advirtió que el viaje en subte podría costar $ 3,40
Si la Nación le traspasa el servicio sin subsidio, se triplicaría el precio del viaje; hoy, reunión clave
Mauricio Macri tomó la calculadora no bien se enteró de que la Nación había decidido acceder a traspasarle el manejo del subterráneo, un viejo reclamo del jefe de gobierno porteño. Tenía tres datos: la cantidad de pasajeros transportados, el monto de subsidios mensuales y el valor del boleto. "A nosotros [la tarifa] nos da un valor de equilibrio de 3,30 o 3,40 pesos. Ese es el valor que estimamos, pero tenemos un nivel bajo de información porque la concesión fue nacional desde el comienzo", dijo el funcionario en declaraciones radiales.
El plan de traspaso, anunciado anteayer por los ministros de Planificación Federal, Julio De Vido, y de Economía, Amado Boudou, empezará a desandar el camino hoy, cuando representantes de la Nación y de la Ciudad empiecen con la ronda de reuniones. Hasta anoche no se había cursado ninguna invitación a Metrovías, la empresa que tiene la concesión de la red de subterráneos desde 1994.
En la sede del gobierno porteño no había más precisiones que la invitación a trabajar en conjunto. "Iremos entusiasmados", agregó Macri. En la Nación optaron por el silencio. Pese a tres llamadas y varios correos electrónicos, cerca de De Vido todo fue mutismo.
Más allá de las sonrisas públicas, la preocupación de Macri y los suyos tiene que ver con los recursos que se necesitan para sostener un sistema de subtes actualmente anclado en el dinero público para funcionar. Más allá de las primeras cifras, que hablaban de 700 millones de pesos por año en subsidios, en 2011 serán necesarios alrededor de 850 millones. "El aporte mensual ha sido de 70 millones de pesos por mes", comentó una fuente que conoce de cerca los números de la concesión.
Según datos de la Comisión Nacional del Transporte (CNRT), en septiembre pagaron su boleto 29,1 millones de pasajeros que dejaron en las boleterías 32 millones de pesos, a razón de 1,10 pesos por cada pasaje. Como los gastos operativos de la empresa oscilan en $ 100 millones y sólo recauda un tercio de eso por decisión del gobierno nacional de mantener la tarifa congelada, es necesario el aporte mensual de 70 millones de pesos.
¿Quién pagará la fiesta ajena?
¿Quién se hará cargo de esos pagos? Pues ésa es la gran pregunta, y seguramente será una de las claves de la reunión de hoy. Y las respuestas no son muchas: el gobierno nacional, el de la Ciudad o los usuarios con un boleto más caro. Pero habrá más puntos de discusión. El Gobierno discontinuó hace tiempo un plan de inversiones en la red. No se hizo la prometida modernización de la flota, y menos aún los trabajos de señalización. Serían necesarios 1300 millones de dólares para realizar las obras de infraestructura que alguna vez se previeron. ¿Será el gobierno porteño el que de ahora en más se haga cargo de ellas? Vale recordar que al inicio de su gestión Macri intentó salir al mercado de capitales para conseguir dinero para volcar en la red. Y fue el gobierno nacional el que trabó la operación al negar las autorizaciones necesarias.
La necesidad de empezar a recortar el gasto público que reconoce entre líneas la Casa Rosada encubre, además, la causalidad que ha llevado a la empresa a esta impresionante necesidad de subsidios.
El Gobierno ha sido complaciente con muchos gremios que están presentes en las empresas de servicios públicos. Los sindicatos ferroviarios han conseguido innumerables beneficios que ahora tendrá que solventar alguien. Por ejemplo, la empresa tenía en 1994 alrededor de 2500 empleados y la tarifa era de 70 centavos de dólar. Ahora hay 4800 empleados y el boleto no llega a 25 centavos de dólar. ¿El motivo de semejante salto? En 2006 y 2007 los ferroviarios lograron que la jornada laboral se redujera de ocho a seis horas diarias y la consecuencia fue la contratación de nuevos operarios.
Pocos repararon en que detrás de los subsidios se estaban gestando empresas muy difíciles de solventar. Es posible que si la tarifa sube los porteños vuelvan sobre viejas discusiones sobre los servicios públicos.