Macron, Merkel y el intento de “refundar” la Comunidad Europea
Desde la fundación de la Comunidad Europea por los 12 países -que en 1993 firmaron el Tratado de Maastrich- se planteó la necesidad de perfeccionar la Unión Europa en cantidad de miembros y en calidad institucional.
Han pasado 25 años y lo cierto es que, respecto a la primera cuestión, es mucho lo que se ha avanzado. En efecto, en la actualidad, la Comunidad está integrada por 28 países que constituyen un mercado libre, con una población de unas 510 millones de personas y una economía con un PBI consolidado de 15,3 billones de euros, sólo menor al de EE.UU.
Sin embargo, respecto a la institucionalidad, han sido numerosas las críticas que se le han efectuado; las cuales, especialmente, se han reflejado en el surgimiento de partidos nacionalistas euroescépticos que propugnan -lisa y llanamente- la salida de la Comunidad. Al respecto, quien ha comenzado la ruptura es el Reino Unido (Brexit).
El argumento básico de los euroescépticos es que los límites impuestos por la Comunidad a la capacidad de decisión de cada uno de sus miembros superan largamente a las ventajas de pertenecer a un mercado común con libertad de bienes, servicios, personas y movimiento de capitales.
Estos movimientos eurofóbicos han ido deteriorando la consolidación política y económica de la Comunidad. Sin embargo, a nuestro juicio, la solución no consiste en eliminarla o debilitarla sino, por el contrario, perfeccionarla. La asunción de Emmanuel Macron en Francia y de Ángela Merkel en Alemania -dos reconocidos y fervientes europeístas- permite albergar esperanzas de una "refundación" de la Comunidad que perfeccione su funcionamiento, consolide la unión de sus miembros y constituya -de esta manera- un importante contrapeso en el sistema político global.
¿Cuáles serían las principales reformas que debieran encararse? Entre otras, pueden mencionarse:
- Desburocratizar y reducir su compleja y pesada estructura de decisiones, hoy conformada por un cuerpo político –el "Consejo de Gobierno"- integrado por los primeros niveles de decisión de cada uno de los 28 países miembros; un órgano ejecutivo ("Comisión"), encabezado por un presidente y 28 miembros a modo de gabinete de ministros, pero sin autoridad vinculante; todo ello sumado a un cuerpo legislativo -el "Parlamento Europeo"- conformado por 751 eurodiputados
- Reducir la exuberante cantidad de organismos técnicos, políticos y sociales que conforman la infraestructura de la Comunidad
- Completar la Unión Bancaria, mediante la designación de un único supervisor y el establecimiento de un fondo común de garantía para los depósitos bancarios
- Confeccionar un presupuesto fiscal consolidado que sea vinculante para cada miembro y controlado por un "super" Ministro de Finanzas
- Establecer una Unión Fiscal, que de homogeneidad a las políticas impositivas
- Constituir un Fondo Monetario Europeo para enfrentar eventuales crisis de balanzas de pagos
- "Mutualizar" riesgos mediante la posibilidad de cada país miembro de emitir eurobonos con garantía de la Comunidad
En síntesis, resulta claro que la Comunidad Europea necesita una "refundación" que elimine sus actuales falencias, explícitamente puestas de manifiesto por los movimientos euroescépticos. Por ahora, la punta de lanza de dicho proceso la constituye el eje franco- alemán. Su éxito o fracaso definirá el futuro de Europa.