Made in USA: la industria nacional vive un renacimiento en los Estados Unidos
Compañías manufactureras norteamericanas suman nuevas líneas de producción impulsadas, entre otros factores, por la rebaja impositiva que realizó Trump
Andar en auto por las estrechas rutas campestres de Mount Pleasant, Wisconsin, solía ser algo que producía somnolencia. Uno veía una huerta de zapallos y, de vez en cuando, una casa y un granero rojo. Pero una visita reciente reveló una obra en construcción: está surgiendo una fábrica en este rincón del oeste medio. Donde había gallineros, llegó Foxconn, un gigante industrial taiwanés conocido por la producción de iPhone.
Cuando en 2017 la firma anunció los planes de construir una fábrica de televisores de alta gama, muchos aplaudieron, incluido el presidente Donald Trump, quien participó de la ceremonia de inicio de las obras. Los fabricantes de electrónicos hace mucho que abandonaron Estados Unidos por países más baratos, especialmente por China, por lo que la inversión parecía marcar una reversión. Habiéndose asegurado la promesa de más de US$4000 millones en subsidios en Wisconsin, Foxconn se comprometió a crear 13.000 puestos de trabajo, muchos de ellos en la línea de montaje, con un sueldo anual promedio de US$54.000.
Pero ahora los planes de Foxconn están en duda. La compañía descubrió que es difícil conseguir miles de habitantes de esa zona para trabajar muchas horas en empleos de línea de montaje estresantes por un salario relativamente bajo. Hace unas semanas Trump intervino personalmente y persuadió al presidente de Foxconn, Terry Gou, de no retirarse. Aun así, la compañía taiwanesa redujo sus planes de producción y una fuente de la empresa confirma que ahora solo hará cantidades no especificadas de "productos de alto valor". No retiró su promesa de empleos, pero los observadores dudan de que vaya a contratar trabajadores en la escala imaginada originalmente.
A primera vista, la reversión de los planes de Foxconn confirma que la industria en Estados Unidos está en problemas. Además, hay que tomar en cuenta las recientes vacilaciones en otras firmas grandes con fábricas locales. Electrolux, el gigante sueco de electrodomésticos, anunció el 31 de enero que va a cerrar una planta de hornos en Memphis, Tennessee. Le echó la culpa al alza de costos producto de los aranceles de la administración Trump sobre el acero y aluminio importados, así como a la quiebra de Sears, una gran cadena que vendía sus productos. El 24 de enero, el fabricante de maquinaria vial Caterpillar informó que tuvo "ganancias desilusionantes" para el cuarto trimestre, en parte gracias a la desaceleración de la economía china, que fue golpeada por la guerra comercial con Estados Unidos.
La recuperación
Pero mirando más de cerca hay hechos que sugieren que la industria está en recuperación, especialmente entre las firmas más pequeñas y ágiles y las que usan técnicas avanzadas. Según la Oficina de Estadística Laborales, el empleo industrial sumó 261.000 nuevos puestos de trabajo en 2018, llegando a un total de 1,8 millones.
El sector se recuperó de la crisis financiera de 2008-09. Un índice elaborado por el Institute for Supply Management muy seguido en el sector y que mide la actividad manufacturera, subió a 56,6 en enero, comparado con el 54,3 de diciembre (la cifra por encima de 50 indica expansión). El índice ha estado señalando expansión desde hace 29 meses consecutivos.
Con su característica modestia, Trump se atribuye el crédito. Su paquete de reforma impositiva, aprobado a fines de 2017 por el Congreso, redujo las tasas corporativas, hizo más atractiva la inversión de capital y bajó el incentivo para que las multinacionales acumulen capital fuera de país. Aunque algunas firmas usaron la bonanza de la reforma impositiva para encarar grandes recompras de acciones, muchas compañías están incrementando la inversión en plantas y equipamiento en los Estados Unidos. Analistas del banco de inversión Goldman Sachs estiman que las grandes firmas industriales del índice S&P 500 durante los tres primeros trimestres de 2018 hicieron inversiones de capital por US$460.000 millones, en comparación con US$400.000 millones en igual período de 2017.
Vuelta a casa
Para tener un indicio de lo que podría ser el futuro de la manufactura de Estados Unidos, lo mejor es darse una vuelta por el sur de la Nueva Inglaterra, centro del primer boom industrial del país hace dos siglos. Aquí Trump fue bueno para Trumpf. La filial norteamericana de la firma alemana y su planta en Farmington, Connecticut, están muy activas. Trumpf hace máquinas, cada una de las cuales cuesta US$500.000 o más, que cortan, doblan y estampan metal con ayuda de láseres de su propio diseño. A diferencia del equipo tradicional de trabajo con metales que se encuentra habitualmente en los talleres, que solo son efectivos para la producción en masa, estas herramientas controladas por computadora permiten cantidades reducidas y alta variación, lo que hace económica la fabricación masiva a medida.
El negocio está en auge. Trumpf tiene por clientes a íconos industriales estadounidenses como John Deere y la fabricante de cortadoras de césped Toro. Las ventas aumentaron 21%, a US$699 millones en el último año. Los clientes frecuentemente citan las reducciones impositivas como el factor que les permitió cubrir el costo más rápidamente y la principal razón que los convenció de encarar la inversión. Detrás de una lona gigante, en la fábrica de Trumpf se puede atisbar una nueva línea de montaje que se está construyendo para sus ofertas de próxima generación. Trumpf también gastó unos US$30 millones en la construcción de una "fábrica del futuro" en Chicago, cerca de su clientes industriales.
En Cromwell, una ciudad cercana junto al bucólico río Connecticut, John Carey, fundador de la firma Carey Manufacturing, reflexiona sobre la experiencia de su pequeña compañía con la vuelta a casa. La empresa controlada por su familia hace autopartes, además de manijas metálicas y cierres para, por ejemplo, cajas de herramientas. Incapaz de enfrentar la inundación de importaciones chinas baratas alrededor del año 2000, tercerizó las operaciones en China, pero encontró que era una carrera hacia abajo en calidad y precio. Trajo el trabajo de vuelta a Estados Unidos a partir de 2014, proceso que aceleró en los últimos dos años. Invirtió US$2,5 millones en equipos de Trumpf y abrazó la manufactura avanzada.
Carey alaba a Trump por enfrentar los subsidios injustos de China, pero lo ataca por sus aranceles sobre el acero y el aluminio, que elevó los costos. Al igual que Foxconn, el mayor desafío para su firma es encontrar suficientes trabajadores capacitados. Estados Unidos necesita un sistema de aprendices como el de Alemania, dice. En vez de desperdiciar miles de millones en un muro en la frontera con México, argumenta, Trump debería gastar más dinero para ayudar a desarrollar una fuerza laboral manufacturera altamente capacitada. La evidencia sugiere que si Estados Unidos la crea, las compañías vendrán.
El avance industrial, en números
261 mil
Son los puestos de trabajo que sumó en 2018 la industria en Estados Unidos, según la Oficina de Estadísticas Laborales de ese país
460 mil millones
Es lo que invirtieron, en dólares, las grandes firmas industriales del S&P 500 durante los tres primeros trimestres de 2018
4000 millones de US$
Son los subsidios que prometieron en el estado de Wisconsin a la firma Foxconn, a cambio de crear 13.000 puestos de trabajo