Mejor exportar sin palos en la rueda
Se suele escuchar el argumento que el Gobierno no produce los dólares que necesita para pagar sus deudas y que por eso debe imponer fuertes restricciones a exportadores e importadores. En realidad, salvo la Reserva Federal de EEUU, nadie produce dólares y sin embargo en casi todas partes del mundo pueden usarse si se reciben como pago de bienes o servicios. El tema entonces está, justamente, en producir más bienes y servicios. Que el gobierno disponga de más dólares nunca se logró ni logrará con quedarse con los dólares de quien sí produce bienes y servicios. La receta está en brindar la máxima cantidad de facilidades para poder vender a todo el planeta y entonces ¡bienvenidos serán los dólares!
Hay un conjunto de medidas que dificultan el aumento de ventas al exterior y que se deben modificar: cargas fiscales y retenciones son solamente las más evidentes.
Hay dificultades para exportar que tal vez no son injustificables. Como la Argentina tiene pocos tratados de libre comercio los exportadores padecen costos arancelarios y para arancelarios. Por ejemplo, si hay un arancel extra-Mercosur en algún país de 10%, entonces el productor argentino cobrará 10% menos que los productores de otros países. En otros términos: por no firmar un tratado los productores (y el Estado) reciben 10% menos que sus competidores. Esto nos obliga a lograr menores costos, pagar menos salarios e impuestos y ganar menos.
Otra gravísima dificultad para exportar es el control de cambios, también conocido como "cepo", que genera costos adicionales para el comercio exterior. Una cosa sería tener tipo de cambio fijo, a cuyo precio el gobierno está dispuesto a comprar y vender pero el sector privado también puede participar. Otra cosa diferente es el control de cambios, donde exportadores están obligados a vender sus divisas a un determinado tipo de cambio. Es un sistema que da lugar a todo tipo de "malas interpretaciones": permisos ad-hoc para importadores, creación de una brecha entre el tipo de cambio oficial y "al que hay". El cepo es una medida de desesperación que reduce injustamente lo que se quiere fomentar.
Tenemos una nueva restricción a las exportaciones a raíz del coronavirus: rutas cortadas, vuelos suspendidos y puertos con restricciones. Ni por tierra, por aire o por mar es fácil exportar. Por si fuera poco , ¡¡¡hay muy bajo caudal en el Paraná!!! Claro que estas restricciones serán muy transitorias, pero será difícil recuperar el tiempo y ventas perdidas. Los mayores costos implican pérdidas irrecuperables.
Otra parte del argumento para justificar las restricciones directas e indirectas al acceso a dólares para el sector privado está en la necesidad del Gobierno de acumular para poder pagar sus deudas. En realidad el Gobierno podría comprar los dólares en el mercado. Como a raíz del déficit fiscal el gobierno no tiene fondos para comprar los dólares, impone restricciones para comprarlos más baratos que su verdadero valor. Los exportadores entonces se ven obligados a liquidar a precios bajos: nuevamente menor crecimiento, menores salarios, menores ganancias.
Estando tan cerca de un default recordemos que, para el sector privado, la legislación concursal tiene un principio fundamental: la conservación de la actividad de la empresa en marcha. Lo mismo vale para un país, debe mantenerse en marcha. No se puede cercenar la capacidad de producir con tantas restricciones (circunstancialmente se suman las de la cuarentena).
Ya hemos pasado varias crisis en las décadas pasadas. Siempre hubo caídos y supervivientes. Éstos últimos son los que tomaron las decisiones a tiempo. Lo mismo vale para el Gobierno: fomentar las exportaciones es la única forma de generar divisas.•
La autora es economista y profesora de finanzas en la Universidad de CEMA