Mi jefe tiene la edad de mi hijo
La situación es extraña, pero se repite cada vez con más frecuencia. El flamante jefe tiene 30 años, mientras su empleado más directo supera los 50. ¿Cómo convivir cuando el líder del equipo tiene la edad de un hijo mayor?
La nueva dinámica organizacional hace que los equipos de trabajo estén integrados por profesionales de distintas generaciones, en los que edades y experiencias no se alinean con los cargos. El arribo de la Generación Y a los primeros puestos gerenciales produjo casos en diversas industrias, especialmente en el sector tecnológico, retail y consumo masivo, en los que el jefe es considerablemente más joven que algunos de sus colaboradores, lo que implica de alguna manera menos experiencia. Así, un jefe de cuentas de unos 55 años reporta a un gerente comercial de 30. Se trata de un jefe que tiene la misma edad que su hijo mayor.
Este tipo de situaciones, cada día más comunes, requieren de especial atención para minimizar los efectos adversos. Veamos algunas recomendaciones para que las diferencias entre generaciones y cargos puedan transformarse en una propuesta de valor.
En primer lugar es necesario saber que estamos ante dos generaciones educadas con comportamientos profesionales diferentes. Por eso es clave evitar el juicio de valor y las etiquetas, y aprovechar las fortalezas que cada uno aporta a la compañía. Ambas partes deben ser flexibles para poder adaptarse a la dinámica de tiempos, demandas y respuestas. Hay que analizar cada situación profesional según lo amerite.
Además es recomendable no entrar en situaciones competitivas basadas en la experiencia contra la edad de cada uno. Para ambas partes es bueno poder intercambiar y nutrirse en prácticas. Quien tiene más de 50 años tiene, además de conocimiento profesional, experiencia de vida, lo que aporta valor diferencial. El joven es más dinámico, impulsivo y vive en un aquí y ahora activos.
En tercer lugar es preciso considerar una relación de respeto mutuo, y valor por lo público y lo privado. Hablamos de cuidar al otro y evitar ponerlo en evidencia. Establecer relaciones de respeto y camaradería en las que este tipo de comentarios se realicen en privado, y no exponiendo a las partes frente al equipo.
Por último es recomendable desarrollar la escucha mutua. Estas situaciones suelen estar cargadas de prejuicios, lo que muchas veces impide poner atención en una escucha atenta y abierta.
Ana Renedo