Mujeres y madres que desafían supersticiones
En un sector típicamente masculino, conducen camiones de gran porte y se destacan en áreas antes vedadas para ellas
Sonia Morales refuta a diario el enunciado machista sobre las mujeres al volante. Esta trabajadora de 39 años no sube al vehículo que conduce, sino que trepa hasta la cabina para sentarse al volante de uno de estos monstruos que, a la distancia, parecen volcadores de miniatura andando y desandando los senderos que cortan la montaña. Mujeres como ella se mezclan entre los conductores de camiones Caterpillar 793, que trasladan hasta 240 toneladas de roca en cada viaje.
Enfundada en un chaleco naranja en la mina de La Alumbrera, Sonia se ríe del prejuicio machista: "Dicen que las mujeres tenemos más paciencia y somos más cuidadosas para manejar", afirma, con media sonrisa. La estadística, le da la razón. En esa explotación de cobre y oro al noroeste de Catamarca controlada por Xstrata, Goldcorp y Yacimientos Mineros de Aguas de Dionisio (YMAD), y no exenta de planteos ambientalistas desde pueblos cercanos, trabajan unas 175 mujeres, 8% del total de los empleados. Sonia llegó hace unos 15 años al área de limpieza. "Siempre trato de superarme, por eso me capacité para manejar", explica. "Es como un auto, con caja automática y dirección fácil de maniobrar".
En el taller donde se reparan los camiones hay otras empleadas, como Adriana Moreno (24), que se abrieron camino en este universo tradicionalmente masculino. Especializada en mecánica y electricidad, la joven nacida en Belén, provincia de Catamarca, es una de las dos que se abre paso entre los 40 hombres que trabajan bajo el techo del inmenso galpón. "A veces necesitamos ayuda para mover cosas pesadas, como las baterías de los camiones que pesan como 50 kilos, pero trabajamos igual que cualquier otro", cuenta Moreno.
La vida en la mina tiene un régimen peculiar. El trabajo se dosifica en semanas corridas, compensadas con otras de descanso, en general, por la lejanía de los proyectos.
A esas condiciones se adaptan hijas, esposas y madres en distintas áreas. Toman roles de conductoras, administrativas, representantes legales, ingenieras, científicas. Ariana Carrazana (30) es geóloga. Llegó a la mina como pasante y hoy coordina un grupo de más de 20 personas. "Es más complicado para una mujer que un trabajo tradicional. ", cuenta la catamarqueña.
Más al sur, sobre la Cordillera, se encuentra Veladero, una mina a cielo abierto explotada por Barrick Gold, también al frente de Lama, el costado argentino del proyecto binacional. La dotación femenina en una plantilla de 14.500 empleados (propios y contratados) es de 531 mujeres. Melina Espejo integra ese grupo. La ex empleada municipal de la sanjuanina Villa Mercedes es operadora en el control de la planta de procesos de Veladero, donde se separan el oro y la plata. Pese a que Melina es madre soltera, cumple un régimen de 14 días de trabajo por 14 de descanso desde el nacimiento de su hijo. "Fue un esfuerzo muy grande, pero mi hijo necesitaba una mejor formación", dice. El sacrificio se compensa con los altos salarios que ofrece la actividad.
En Cerro Vanguardia, una explotación santacruceña, una creencia mantuvo a la mujer alejada del socavón de la mina subterránea: los celos de la Pachamama pueden traer mala suerte dentro de la tierra. Algunas ya empezaron a agrietar la tradición.
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