La libre circulación de las obras potencia el mercado de arte
La decisión del Gobierno de avanzar con una desregulación le dará nuevo impulso al negocio
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Nada nuevo bajo el sol. Se impone la lógica y la necesidad de expandir el mercado de arte local y lograr que los artistas argentinos tengan una cotización internacional, como sucede en Brasil, por ejemplo. La ecuación es simple. Salvo el sonado ejemplo de Desocupados, de Berni, que alcanzó el millón de dólares en una venta privada a dos millonarios de la industria farmacéutica, no hay en la Argentina artistas que alcancen esa cima, mientras en Brasil hay por lo menos diez. Ahora, el ministro Federico Sturzenegger; el director general de la Aduana, Eduardo Mallea, y el secretario de Cultura, Lisandro Cifelli, cierran detalles para dar forma a la regulatoria que definitivamente facilitará la circulación de obras arte.
Cero trabas para las obras de artistas en producción y para todas las obras que no sean consideradas patrimonio. Léase, por ejemplo, El gaucho federal, de Monvoisin, una de las obras más poderosas de los precursores, pintores viajeros, que fue exhibida años atrás en calidad de préstamo en el Museo Nacional de Bellas Artes y tiene calificación de patrimonio cultural.
Si mañana, una artista como La Chola Poblete quiere salir con diez obras suyas bajo el brazo puede hacerlo sin problemas, y por supuesto venderlas en el exterior. “Queremos que el Estado sea un facilitador de sueños y no una barrera”, dice Cifelli.
Menem lo hizo. La ley 24633 de 1996 estableció un marco legal para liberar la circulación de obras de arte. El anuncio fue hecho entonces en la Casa Rosada por el entonces presidente Carlos Menem en compañía de Cristina del Campo, que era la representante de Christie’s Argentina. Del Campo puso su energía y talento para acelerar la resolución, hasta llegó a un acuerdo con la casa Naón de la calle Guido para organizar subastas conjuntas.
Aquella apertura global permitió la salida de importantes obras de Antonio Berni, luego subastadas a precios récords en las rematadoras neoyorquinas. Fueron adquiridas por Amalita Fortabat y por Eduardo F. Costantini. Hoy esos cuadros antológicos se exhiben en los museos fundados por ambos.
Lo que viene es claro y contundente, sin vueltas y sin trabas. Otro ejemplo: si un extranjero compra una pintura argentina en arteba, sale con ella sin problemas y sin impuestos.
En diálogo con Eduardo Mallea, abogado con años de experiencia en derecho aduanero, que conoce las dos caras del tema porque fue vicepresidente de arteba, cree que hay que terminar con el temor a no poder usar y hacer lo que cada uno quiera con el patrimonio propio. “Ese miedo es letal para que un mercado crezca, no ingresan obras a un país que prohíbe, o limita, la salida”, afirma. La libertad es buena consejera, los controles, no. Y, hay que aclarar, sin ley y sin libre circulación lo mismo salieron obras calidad museo de Modigliani, Van Gogh, Sorolla, Boldini, Munnings, Mongrell, Benlliure… y más.
Los franceses, muy chauvinistas como son, abrieron sus fronteras años atrás, cuando comprobaron que Londres remataba los mejores cuadros y tenía un mercado más potente. Hoy, París es un gran centro de ventas con locales de Christie’s y Sotheby’s a la par del tradicional Hotel Drouot. Es más, Francia cedió la conducción y organización de la FIAC, la feria de arte más importante de París al team de Art Basel, el relojito suizo del arte que este año celebrará la tercera edición París-Art Basel. Será en octubre y en el renovado Gran Palais, puesto cero kilómetro para las Olimpíadas París 2024.
En cuanto a las obras que son patrimonio cultural, no habrá cambios. Si la Secretaría de Cultura determina que una obra es patrimonial no sale del país y punto. Queda la opción para una obra calidad museo que el Estado, o un particular, la compre al precio que el propietario recibiría en el exterior. Opción difícil porque no hay plata.
Dato no menor: si mañana una persona quiere ingresar obras para exhibir acá, tendrá, de acuerdo con las nuevas regulaciones, hasta cinco años para exhibirlas en el país. Hoy es un año, con opción a dos.
Se trata de un cambio de paradigma que derriba el concepto: “todo está prohibido hasta que la autoridad de turno lo autorice”.
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