Subí que te llevo

Repasando las conversaciones y aprendizajes más significativos que tuve los últimos meses, siempre recuerdo primero las historias de vida de las personas, sus experiencias y relatos personales por delante que eso que contaban o hacían. Por ejemplo, la historia de vida de un emprendedor y de cómo uno de sus hobbies del secundario es hoy una de sus principales características de negociación, o el de esa alpinista que no descansó hasta conquistar cada una de las montañas que se propuso, con enormes dificultades en el camino y una visión inclaudicable. Lo que ocurre es que recordamos más las historias que la información sin contexto porque conectamos emocionalmente con ese alguien o algo que nos cuenta, que nos permite entender y entendernos a nosotros mismos en el contexto de una historia y del contexto histórico en general. Y esto es una gran herramienta que desaprovechamos a diario. Al tratar de “vender” eso que ofrecemos, sea un producto, servicio o a nosotros y a nuestras habilidades para un rol, subestimamos el poder de construir un relato, una narrativa convincente que capte la atención y el interés del que nos escucha. De intentar cautivarlo para que lo que sigue deje una huella en su memoria.

Pero armar ese relato requiere ciertos ingredientes. Anett Grant es especialista en storytelling y en oratoria, CEO de la consultora Executive Speaking autora de varios libros, como CEO speaking, the six minute guide. Comparto dos de sus ideas que todos podemos usar para preparar mejor nuestra próxima comunicación.

La primera es construir anticipación. Si vamos a proponerle a alguien que nos acompañe, seguramente quiera saber a qué y a dónde. Pensar al discurso como un destino, donde podemos adelantar lo que allí habrá, pero que primero requiere hacer un recorrido para alcanzarlo. Cuanto más anticipemos, sin revelar cuándo llega ese momento, más comprometidos estarán.

En segundo lugar, las experiencias y ejemplos personales siempre quedan resonando en el público que logra empatizar o que directamente se siente reflejado en el relato. Estos ejemplos acercan, muestran vulnerabilidad y le dan un contexto a nuestros contenidos.

Recuerdo otra vez a la alpinista, Edurne Pasaban es su nombre. No recuerdo los picos que escaló, ni sus logros en cifras. Recuerdo cómo su equipo la asistió en una amputación de un dedo por el frío, recuerdo su resiliencia y llanto cuando a menos de 200 metros de una cima tuvo que decidir bajar y no alcanzar eso para lo que se había preparado un año. Lo que hace que nuestras historias sean convincentes es la conexión que contiene sentimientos personales que la audiencia puede identificar, como entusiasmo, miedo, rabia o euforia. La brevedad ayuda a focalizar y a qué elegimos minuciosamente la información que daremos, confiando en que la audiencia podrá recrear el resto. Tengo algo que contarte ¿Subís? Te llevo.