Un semáforo amarillo para el trabajo híbrido
Si alguien te dice que sabe cómo vamos a trabajar los próximos cinco años, permitite dudar. Nuestras nuevas formas de trabajo están en plena cocción, son un armado que muta semana a semana con experiencias, pruebas piloto, medición de resultados y una gran cantidad de variables sobre la mesa a tener en cuenta. Lo que estamos haciendo ahora es parte de un período de experimentación, y con ello estamos construyendo un nuevo modo que busca reemplazar a otro centenario que estaba enquistado hasta que una pandemia lo arrancó de raíz.
Nicholas Bloom es considerado el máximo experto en los Estados Unidos sobre trabajo remoto y el especialista más consultado por compañías que trabajan contra reloj para responder a las nuevas necesidades de organización. Sus predicciones de cara a lo que viene es que serán tiempos agitados y de extrema experimentación, donde lo híbrido será el modo elegido, pero que presenta múltiples desafíos. Sobre su análisis rescato tres puntos en forma de alerta que me parece que aportan novedad para pensar en cómo estamos diseñando el trabajo post Covid (déjenme tener esa horizonte como esperanza).
Bloom cree que librar a que cada uno elija cómo quiere trabajar conlleva posibles consecuencias negativas y que lo que hay que impulsar es una propuesta fija híbrida de 2 o 3 días remotos, o 2 o 3 días presenciales en donde todos sepan que los días presenciales se usarán para no perder la creatividad, innovación y la relación y en los otros se resolverán las tareas más solitarias o que no sufren por ser resueltas por Zoom.
Claro que para estructuras pequeñas o medianas esto puede ser fácil de acordar, pero en organizaciones más grandes el consenso de estos procesos llevará años de intentos y decisiones.
En la libre elección de todos, advierte, podría profundizarse la desigualdad de oportunidades, podría atentar contra la diversidad y solo sobrevivirían las empresas con sistemas de liderazgo más maduros que impulsen la autonomía.
Durante el último año y medio, Bloom encuestó a miles de ejecutivos mensualmente para ir tomando patrones de necesidades que permitan delinear el nuevo trabajo. Descubrió, al menos en los Estados Unidos, que hay una gran mayoría de “hombres solteros y de hasta 35 años que volverían a las oficinas varias veces a la semana, y mayoría de madres de hijos menores de 12 años que prefieren el trabajo en casa”, y se pregunta: ¿cómo será diverso un equipo si en persona solo se junta un tipo de personas?
También muestra evidencia de cómo son más promovidas en sus puestos quienes trabajan presencial que remoto, como consecuencia del sesgo de “si no te veo, no te tengo en mente”. Desafíos de un nuevo tiempo que requiere pruebas y flexibilidad permanente.
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