Vale la pena arrepentirse
Reconocer los errores ayuda a evitar repetirlos y ayuda al bienestar personal
Mirar para atrás a veces duele. Volver a eso que hubiéramos hecho diferente o mejor es difícil, pero también inevitable. Si se hace bien, no tiene por qué arrastrarnos hacia abajo y hasta puede ser un trampolín para hacer mejor en el futuro: aclara, enseña. Esta es la tesis del nuevo libro del economista especialista en comportamiento Daniel Pink The Power of Regret: How Looking Backward Moves Us Forward, dónde investigó durante tres años cómo funciona el arrepentimiento para las personas a través del análisis de la evidencia existente junto con una investigación propia con más de 16000 entrevistas a personas de 105 países. “No me arrepiento de nada” es un lema atractivo, una receta práctica para el éxito y la autosatisfacción, rechaza el dolor de mirar hacia atrás, pero según Pink nuestra maquinaria cognitiva está preprogramada para el arrepentimiento.
“Estamos programados para experimentarlos. Y la razón de su ubicuidad es su utilidad. No solo nos hace humanos; también puede hacernos mejores. La investigación muestra que al reconocer los arrepentimientos del pasado podemos evitar los futuros”, explica. Para que el arrepentimiento funcione, debemos responder sistemáticamente: sin esquivar nuestros sentimientos negativos.
Pink propone tres pasos. Primero, replantear el arrepentimiento. Para pasar de la autoflagelación a la autocompasión. “Iniciada por la psicóloga Kristin Neff de la Universidad de Texas, la idea de la autocompasión comienza reemplazando la negación o el juicio severo con bondad, similar al apoyo que le ofreceremos a un amigo. La autocompasión enfatiza que ser imperfecto, cometer errores y enfrentar dificultades en la vida es parte de la experiencia humana compartida”.
Dos, compartí tu experiencia. Al divulgar los arrepentimientos, reducimos parte de la carga, lo que puede despejar el camino para darles un nuevo sentido. Escribir sobre experiencias negativas aumentó sustancialmente la satisfacción general de las personas y mejoró su bienestar, de una manera que el simple hecho de pensarlas no lo hizo. La razón: el uso del lenguaje, ya sea escrito o hablado, nos obliga a organizar e integrar nuestros pensamientos. Describir los arrepentimientos a los demás convierte esos sentimientos abstractos que revuelven el estómago en palabras concretas y menos temibles. Tememos que revelar nuestros fracasos anteriores hará que piensen mal de nosotros, pero eso es muy poco probable.
Finalmente, extraer una lección. “La mejor estrategia es no sumergirse en el arrepentimiento como un buzo, sino alejarse de él como un oceanógrafo, una práctica conocida como auto-distanciamiento”, dice Pink. Es posible que hayas notado que es más fácil resolver los problemas de otros que los tuyos. Vale la pena arrepentirse. Mirar hacia atrás nos puede ayudar a avanzar mejor.