Una estrategia estatal para ayudar a la economía popular
Más de 4300 pequeñas unidades productivas de todo el país son parte de un plan para lograr desarrollos locales
El universo de la economía popular está conformado por un conjunto de prácticas asociadas a estrategias de supervivencia y por personas con alto grado de vulnerabilidad social, que en su día a día realizan actividades para procurarse ingresos, ya sea en forma individual o en pequeños grupos.
Es compleja y heterogénea, tiene limitaciones dadas por la informalidad, el bajo acceso al capital y a los mercados y la escasa formación de para llevar adelante los proyectos. Se trata de miles de personas de todos los rincones del país, que todos los días se levantan para vivir mejor y buscan generar ingresos -para ellas y para sus familias- en un contexto de limitaciones y vulnerabilidades. Desde cartoneros en la Ciudad de Buenos Aires, hasta pequeños productores de yerba en Misiones, pasando por cooperativas textiles en La Rioja, fábricas recuperadas en el conurbano bonaerense y asociaciones de productores en la Patagonia. Muchos trabajan de manera asociativa, compartiendo, aprendiendo, creciendo y produciendo juntos.
Para mejorar las vidas de estos grupos y hacer crecer sus proyectos productivos, desde el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación se ponen a disposición herramientas que permiten dinamizar y crear puentes con la economía social y formal.
En 2016 se creó el Plan Nacional Creer y Crear, para acelerar procesos de desarrollo local y economía social en todo el país. El programa permitió financiar proyectos integrales y estratégicos, para mejorar sus capacidades productivas e incluirlos en cadenas de valor regionales. Así, grupos de cocineras de los Esteros del Iberá en Corrientes, pueden capacitarse, producir más, compartir conocimientos y, sobre todo, potenciarse para construir su futuro ahí mismo, en sus lugares. Hay más de 4300 unidades que están en esos procesos y en muchos otros similares. Se invirtieron más de $200 millones en los proyectos y hay nuevas iniciativas en análisis.
Se trabajó en forma articulada con las provincias, con la meta de poner a la economía social en la agenda federal. Todas las jurisdicciones pudieron cofinanciar, con hasta $12 millones aportados por el Ministerio, un plan propio en sus territorios. Esto empujó a que cada una de sus provincias pensara, trabajara y financiara su propio abordaje de la economía social y popular. Esto dinamizó el trabajo en conjunto con actores locales,provinciales y nacionales, lo cual potencia el impacto. Se dio prioridades a sectores y zonas dentro de las propias provincias.
Además, se trabaja en conjunto con muchos otros organismos del Estado como el INTA, el INTI, Agricultura Familiar, Senasa, organismos provinciales de desarrollo local, universidades e instituciones municipales y con muchísimos actores institucionales locales. El objetivo siempre es que las personas y sus proyectos puedan dar el salto que les permita ampliar su actividad, generar puestos de trabajo y mejorar su calidad de vida.
Acompañamos procesos y generamos oportunidades para las distintas organizaciones de la economía popular, con la economía social como puente, generando impacto y usando una lógica de innovación, para llegar adonde no se había llegado antes. Priorizamos el desarrollo local para aportar a la creación de empleos y autoempleos, para que los argentinos y argentinas que trabajan día a día tengan la oportunidad de desarrollarse en sus territorios.
El autor es secretario de Economía Social de la Nación
Matías Kelly