Otra vez la esperanza del segundo semestre
Sin demasiadas herramientas para transformar una realidad por demás compleja, en el Gobierno no ahorran esfuerzos para maquillarla y así mejorar la imagen de quien la observa. Solo es cuestión de que el sol no brille demasiado y revele las imperfecciones. Eso, temen muchos, puede suceder una vez que se levante la cuarentena, que desde hace poco más de cuatro meses domina la agenda.
Los desequilibrios macroeconómicos -muchos de ellos, heredados- son grandes, y ya prácticamente hay consenso entre los economistas en que el deterioro de la cadena productiva será tanto o más grave que el que se vio en 2001/2002. Solo que por ahora muchos indicadores que servirían para cotejarlo están adormecidos: hasta fin de año no se pueden cerrar o inhabilitar cuentas bancarias por cheques rechazados, la prohibición de despidos se extendió hasta el 30 de septiembre, los Precios Máximos se prorrogaron (aunque no por completo) hasta fin de año; se extendió el congelamiento de tarifas de servicios, y los concursos y quiebras quedaron presos de la feria judicial (recién se levanta hoy para el caso de los juzgados del fuero comercial).
El Gobierno promete presentar un paquete de 60 medidas para apuntalar la economía, pero lo que no queda claro es si apelarán a cuestiones de fondo o solo acompañarán lo que los más optimistas creen que podría ser un rebote de una economía que toca fondo. Por ahora, lo que ha dejado trascender el equipo económico son medidas sectoriales, como una posible quita de retenciones para la exportación de bienes industriales, la ampliación de los créditos subsidiados o programas de fomento de industrias regionales, de la mano de las provincias interesadas.
Ante la certeza de que el Gobierno les pedirá colaboración en el marco de las medidas pospandemia, algunos banqueros de buen diálogo con el oficialismo decidieron empezar a trabajar en un "Plan Apertura", tal cual lo denominaron. "O salimos con algo o van venir del Gobierno a imponernos algo que puede ser mucho más dañino para la industria -admitía un banquero en la semana-. Hasta ahora, todas las medidas que se nos impusieron fueron compensadas por el lado de los encajes [la porción que deben inmovilizar los bancos cada vez que toman dinero del público], pero ahora ya no queda más para compensar", explicó.
El gastronómico Luis Barrionuevo se encargó de hacerles llegar a algunos banqueros conocidos algunas ideas. Como por ejemplo la posibilidad de dar créditos para hoteles y restaurantes que contengan algún tipo de subsidio estatal. Así, por caso, si uno consumiera $1000 en un restaurante, podría ser bonificado por unos $200 adicionales. Algo similar a lo que planteó Matías Lammens para el turismo. También los banqueros plantearían ampliar el Ahora 12 y llevarlo incluso a 18 cuotas para rubros para los cuales hoy no se aplica.
Canje y relato
Tal como sucede desde diciembre, apenas asumió Alberto Fernández, ahora también gran parte de la propuesta del equipo económico está atada a que la Argentina llegue a un acuerdo con los acreedores privados. Aunque más no sea un acuerdo parcial, como temen algunos que termine sucediendo si es que el Gobierno se mantiene inflexible en su postura de no modificar la oferta. Al momento, la idea de los negociadores sería mostrarse firmes hasta que se acerque la fecha límite. Hay vocación de la Argentina de ceder en las exigencias legales de los acreedores, pero no tanto de aceptar una mejora en el precio de la oferta. Ya bastante difícil es para el armado del relato interno tener que explicar que el país cedió casi 20 dólares respecto de lo que había sido su oferta inicial (empezó ofreciendo US$34 por cada US$100 y ahora está en US$54,5). La última palabra, una vez más, la tiene el presidente Fernández, junto con su vicepresidenta.
En el Banco Central (BCRA) creen que el acuerdo servirá para despejar incertidumbres en el mercado cambiario, aunque no alcance para torcer el rumbo del tipo de cambio. Hace ya algunas semanas que el BCRA está haciendo lo imposible por achicar la brecha entre el dólar oficial y el dólar contado con liquidación -el que miran los grandes inversores-. La diferencia ($119,39 el libre y $71,03 el oficial, a precios del viernes) marca en gran medida las expectativas de devaluación del mercado.
Por eso el BCRA incluso parece dispuesto a privilegiar el achicamiento de la brecha a la pérdida de reservas. Lo refleja el hecho de que, en las últimas semanas, la entidad les pide a las grandes empresas que deben cancelar vencimientos de bonos que ingresen los dólares que tienen en el exterior -cosa que hacen vía el "contado con liqui"- para luego acceder al mercado oficial y cubrir los vencimientos.
La operación termina significando una pérdida de reservas para el BCRA (que se desprende de dólares oficiales), pero ayuda a mantener abastecido el mercado de CCL y, de esa manera, evita que se agrande la brecha. Arcor y Edenor son solo algunas de las grandes compañías que operaron de esta manera.
La entidad que preside Miguel Pesce, entretanto, volvió a garantizarse en la semana que pasó la renovación del swap (préstamo) con China, por US$ 18.500 millones, lo que representa 42% de sus reservas.
El rebote
China es, para algunos empresarios, la clave para pensar que, más pronto que tarde, podría venir un rebote de la economía. Los ilusionan algunas estadísticas: en abril y mayo pasados -últimos datos disponibles-, la demanda china de exportaciones argentinas creció en cada caso 50% y 25% con respecto a iguales meses del año anterior. El economista Marcelo Elizondo estima que la demanda podría ascender este año a unos US$8000 millones, un valor que supera el máximo alcanzado en 2008, del orden de los US$7000 millones. Aunque advierte que los costos de producción de la Argentina hoy son bastante más altos que en los años del auge del comercio bilateral con China.
"No importa si es Cristina o Alberto quien tome las decisiones, acá cuando China tracciona y las commodities suben, la economía funciona", sintetizó con crudeza una fuente de inmejorable llegada a la mesa chica del Gobierno. En Delphos Investment coinciden. Incluso arriesgan que la debilidad del dólar a nivel internacional provocará una vez más un escenario favorable para los exportadores de materias primas como la Argentina. "Hay un viento de cola presente y futuro para la Argentina que cambia la tendencia negativa desde abril de 2018", dice Santiago López Alfaro, socio de Delphos.
Algunos empresarios nacionales empiezan a vislumbrar oportunidades. Es una cuestión de precio. Con un costo de construcción que se desplomó a apenas US$2000 por metro cuadrado, en Puerto Madero se están reactivando dos millonarias obras: una de la mano de Constructora Sudamericana, y la otra, del Grupo Macro, que tiene desde hace dos años frenada la construcción de la torre para Red Link, ahora valuada en unos US$30 millones.
El escenario, no obstante, se ve cada vez más incierto para otros jugadores, como las aerolíneas low cost, que se quedaron con un sabor amargo tras escuchar a Fernández la semana pasada en el Council of the Americas. La primera pregunta que recibió en ese foro fue sobre los incentivos que tenía en mente para esas compañías. Fernández no solo dijo que no había recibido pedidos de asistencia de ninguna de ellas -lo que esta semana Jet-Smart tendría planeado refutar mostrando las cartas que le dirigió al mandatario y por las cuales no obtuvo respuesta-, sino que dijo además que en todo caso la idea era proteger a Aerolíneas Argentinas. En la empresa de bandera, de hecho, ya están en pie de guerra ante la posibilidad de que alguna compañía low cost ose pedir quedarse con las rutas de cabotaje de la saliente Latam. Sería otra batalla en la cual Aerolíneas peleará con la cancha inclinada.