Otro paradigma para la movilidad
En El peatón, que Ray Bradbury escribió en 1951, el protagonista subía a un vehículo que conducía solo y pensaba por sí mismo. Si bien esa autonomía extraordinaria es relativa a un cuento fantástico, ya no es solamente una ilusión del futuro.
El crecimiento demográfico, el avance de la tecnología, los nuevos hábitos y preferencias de los consumidores, y los costos y la disponibilidad de la energía a nivel mundial generaron un cambio de paradigma en lo que se refiere a movilidad, principalmente en los ámbitos urbanos. Asociado a esta innovación, las autoridades y la política pública ven desafiado su rol como hacedores de regulaciones que gobiernan los modos en los que los habitantes se desplazan, mientras que las empresas identifican oportunidades y amenazas para dar respuesta a una demanda inédita.
En este marco, el sector energético, la construcción, la infraestructura y la cadena de valor automotriz/autopartista deben adaptarse a un entorno más incierto y dinámico que el del pasado reciente. El surgimiento de vehículos de motorización alternativa a la combustión interna (híbridos, eléctricos), la necesidad de contar con estaciones de recarga y el rediseño de la red del transporte público con sus consecuentes costos impactan en la forma en que los habitantes de las principales ciudades de la Argentina y del mundo se movilizan diariamente.
Algunos de los cambios esperados en materia de movilidad a futuro aún están lejos de materializarse o, al menos, de convertirse en un hábito para los habitantes de las principales ciudades. Es el caso de la movilidad compartida o la conducción autónoma. Sin embargo, los vehículos con fuentes de energías alternativas, la mejora en la infraestructura del transporte público y la mayor disponibilidad de servicios de conectividad comienzan a ser una realidad en el mundo, y aunque a menor velocidad, también a nivel local. Por caso, en algunos países escandinavos el porcentaje de vehículos eléctricos en circulación asciende al 10% del parque total en circulación. En la Argentina, esa proporción se reduce a apenas el 0,00007%.
Según un estudio del MIT, el 19% de la energía que se consume a diario a nivel mundial corresponde al transporte. Se estima que ese porcentaje subirá sustancialmente en los próximos 12 o 15 años. Además, los países en desarrollo serían los grandes responsables de este fenómeno, a la luz de un mayor crecimiento poblacional que los países avanzados.
Posiblemente, en términos de desafío empresarial la industria automotriz sea la más interpelada por el nuevo paradigma. Las principales compañías ya han dado avances concretos hacia una mayor electrificación, automatización y conectividad de los vehículos. Los consumidores del futuro ya no verán a los automóviles, motocicletas, buses y camiones como meros medios de transporte, sino también como un bien de consumo capaz de proporcionarles una experiencia de viaje. De allí que, además de desarrollar nuevos componentes, tecnologías y vehículos, se genera una tensión entre la industria tradicional de vehículos y nuevos jugadores, como las firmas del rubro de la tecnología, que tienen intenciones de liderar la innovación.
La movilidad del siglo XXI será radicalmente diferente a la del siglo anterior, y las consideraciones medioambientales tienen que ver con ello. No obstante, no solo la certeza de que la movilidad puede contribuir a la conservación del planeta, sino también un cambio en el paradigma de cómo queremos desplazarnos impone desafíos para las empresas y los gobiernos. Anticiparse a las demandas, medir el impacto de la tecnología, dar adecuadas señales de precios y desarrollar productos y servicios acordes con las necesidades que emergen son las claves para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y crear un ecosistema de movilidad que permita proyectar una industria creciente para los próximos 15 o 20 años.
El autor es gerente de Desarrollo de Negocios de Abeceb
Juan Pablo Ronderos