Paolo Rocca: la "oportunidad histórica" para América latina tras la pandemia

"El empleo industrial es fundamental para la movilidad social", planteó hoy Paolo Rocca, titular del Grupo Techint, en la apertura del congreso Alacero. El empresario industrial, con presencia en la industria metalúrgica y la energía, entre otros rubros, describió el contexto económico global y sostuvo que América latina tiene "una oportunidad histórica" para crecer de la mano de la industrialización.

"El crecimiento industrial es ineludible. No hay salto que pueda evitar un crecimiento industrial", planteó el empresario ítalo-argentino, dueño de la tercera mayor fortuna del país, quien ilustró la brecha entre los países de la región con los más desarrollados. Según describió, el consumo de acero en la región oscila entre los 90 y los 100 kilos per cápita al año, cuando en mercados avanzados esa cifra es de 250 kilos, mientras que China se ubica entre 600 y 700 kg.

"Ese atraso es un indicador del déficit, pero también de hacia dónde podemos construir. La redefinición de cadenas de valor y la definición de espacios ofrece a la región la oportunidad de convocar al desarrollo industrial y de cadenas de valor integradas", advirtió el titular de Techint, quien señaló a la falta de confianza y la solidez en la calidad institucional como factores clave para propiciar el desarrollo.

La intervención de Rocca fue en la presentación del encuentro de Alacero, un congreso de las principales firmas del sector siderúrgico de la región, que este año se realizó de forma virtual y convocó a economistas, analistas y funcionarios de distintos países latinoamericanos.

Uno de ellos fue el economista Dani Rodrik, uno de los teóricos más laureados del mundo en cuanto al análisis de la globalización y la dinámica económica global, quien advirtió sobre las consecuencias de la pandemia y los desafíos del capitalismo en el mediano plazo.

El analista describió a las políticas económicas proteccionistas de Donald Trump en los Estados Unidos y la guerra de barreras comerciales con China, y al impacto de la Covid-19 como dos "shocks" que condicionaron al mundo, aunque advirtió que la derrota del republicano en las elecciones y las noticias auspiciosas sobre las vacunas contra el coronavirus podrían marcar un "punto de quiebre". "Son buenas noticias, volveremos a una era de mayor predictibilidad en la economía", dijo el académico nacido en Estambul y graduado en Harvard y Princeton (Estados Unidos).

De todas maneras, Rodrik indicó que "el mundo no será el mismo", pero advirtió que deberá crearse y diseñarse "un nuevo modelo de desarrollo" porque "no hay nada en el pasado que podamos mirar" para replicar.

Según Rodrik, más allá del impacto de Trump y el coronavirus, el modelo de funcionamiento de la economía global y el modo de acumulación de las últimas décadas "estaba agotándose", por lo que "el cambio era inevitable". "La pandemia de Covid-19 exacerbó los problemas que había", dijo el economista, en referencia a la creciente desigualdad y la desintegración social.

"Los años que vienen serán aquellos donde las estrategias exitosas van a requerir complementar la integración global con la integración doméstica. El desafío es construir nuevamente sociedades integradas", analizó Rodrik, en referencia a cómo se reacomodarán los modelos de producción y las cadenas de valor globales en torno a Estados Unidos, China y Europa (Alemania) como tres grandes polos. "La regionalización de esas cadenas de valor globales es un fenómeno que estaba teniendo lugar y ahora está siendo reorganizado alrededor de esos tres compoentes", apuntó.

En ese sentido, advirtió sobre las consecuencias negativas de la "híper globalización" y el avance tecnológico, que afectó al mercado laboral, especialmente a las clases medias, y dinamizó el surgimiento de gobiernos "populistas". "Para las cadenas globales, el tema será restablecer la regionalización, y también cómo esas cadenas pueden integrarse en las economías domésticas. La creación de empleo local será un componente clave para generar sociedades más inclusivas", apuntó Rodrik.

De acuerdo con el analista, el devenir económico de los últimos 30 años generó tensiones globales, regionales y domésticas. Un primer eje tiene que ver con la puja entre la especialización económica que tiende a la eficiencia, y la búsqueda de diversificación sectorial dentro de cada país. "La apertura al comercio te lleva a la especialización. Los más exitosos fueron los que tuvieron una mezcla", dijo Rodrik, y mencionó a China como el ejemplo más reconocido en este grupo.

A su vez, se refirió al impacto de la apertura comercial y la eliminación de barreras al comercio, y la resistencia que genera hacia dentro de los países con el rechazo de algunos sectores o rubros económicos. Por último, describió como eje de tensión a la distribución de la riqueza, tanto entre personas como entre regiones o industrias en un mismo país.

El futuro económico de América Latina

Posteriormente, el politólogo Andrés Malamud analizó el impacto de la dinámica global sobre América Latina. "El populismo en el Norte son las clases medias que caen y se irritan. En el Sur, el populismo son las clases populares que suben y exigen su reconocimiento", explicó el investigador de la Universidad de Lisboa.

"Hay que mirar el vínculo entre lo doméstico y lo global, donde la región es un encadenamiento intermedio. Si hay algo que caracteriza a Latinoamérica no son las guerras, la integración o la eficiencia, sino la ilegalidad en todos los aspectos", planteó Malamud.

En ese sentido, advirtió también cómo la región redujo su desigualdad desde los 2000 a la actualidad, aunque el proceso se estancó en los últimos años, y quedó en niveles superiores a los que muestran los países desarrollados (OCDE). "Las expectativas están adelante y cuando la satisfacción se estanca, aparece el malestar. En los países de la OECD, la desigualdad no se movió pero sigue siendo baja", advirtió sobre las manifestaciones sociales que se dispararon en la región en los últimos años.

"América Latina estaba estallada desde fines del año pasado. Ya había problemas de cohesión social. Hay mucha insatisfacción, basada en la sensación de injusticia, y va a ser peor", dijo Malamud, en referencia al impacto desigual de la pandemia de coronavirus, que afectó económica y socialmente de forma más grave a los segmentos de los niveles socioeconómicos más bajos.

En ese marco, dijo que la región está segregada "entre los de arriba y los de abajo" y planteó que los gobiernos deben impulsar políticas públicas y educativas que incentiven la generación de empleo. "Hay que crear rango medio, la gente con habilidades intermedias", concluyó.

El impacto de las elecciones en Estados Unidos en la región

Por último, el periodista y escritor Andrés Oppenheimer analizó las consecuencias del triunfo demócrata en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y su efecto sobre la economía global. "En el corto plazo, no lo veo tan mal para América Latina. Hay una oportunidad de oro para crecer", advirtió, en referencia a la recuperación de China y la suba en el precio de las commodities, entre otros factores.

"Biden prometió un paquete de estímulo de US$3 trillones. Eso va a hacer crecer a la economía de América Latina. El crecimiento estadounidense va a impulsar el alza de los precios internacionales de las materias primas, y eso es bueno para la región", dijo Oppenheimer.

A su vez, pronosticó que, pese a sus planteos, Trump no tendrá éxito en su intento de reclamos de fraude. "El triunfo de Biden fue mucho mayor de lo que se mostró en un primer momento", advirtió el analista, y calificó que sus maniobras legales son "poco sustentadas".

"Trump intenta mantener su base enfervorizada para que cuando se vaya de la Casa Blanca, seguir siendo líder de la oposición. Y quiere fundar su propia cadena de televisión, Trump TV. Está enfurecido con Fox News, que fue su plataforma de propaganda en los últimos cuatro años", concluyó.

Además, Oppenheimer dijo que el triunfo de Biden será mejor para América Latina. "Conoce mejor a la región de lo que lo conocía Obama. Estuvo ocho años en la Casa Blanca y fue el hombre de Obama para esta región, mientras su secretario de Estado, John Kerry, prácticamente no vino", relató.