"Para muchos jóvenes, San Cayetano no alcanza"
-¿Qué magnitud tiene la problemática del desempleo juvenil?
-Todos los 7 de agosto se produce la tradicional peregrinación al santuario de San Cayetano para pedir trabajo o agradecer si se lo tiene. Según los últimos datos, el desempleo en la Argentina alcanzó un promedio de 7%, pero cuando nos enfocamos en el segmento de la población que tiene entre 15 y 24 años, el índice salta a 19%. Este no es un fenómeno argentino; se da en la mayoría de los países de la región. A esta preocupante manifestación se suman los "ni-ni", que son quienes ni estudian ni trabajan. Los desempleados más los "ni-ni" alcanzan la escalofriante cifra de 2 millones de jóvenes de 15 a 29 años. Resumiendo, un joven pobre hoy no vislumbra un futuro promisorio en términos de empleo.
-¿Qué se hace frente a esta realidad?
-Los países latinoamericanos han implementado programas, dentro de las llamadas Políticas Activas del Mercado Laboral, que buscan mejorar la empleabilidad de los jóvenes vulnerables con una combinación de entrenamiento en oficios, pasantías y formación de habilidades de vida. Y dada la escueta demanda de empleos formales por parte de las empresas, los programas promueven actividades de emprendedorismo. Estos planes han sido llevados a cabo por ministerios o secretarías de Trabajo u ONG bien intencionadas. Pero la mayoría de las evaluaciones serias, con algunas excepciones, muestra impactos muy pequeños, que a lo sumo se concentran en algunos subgrupos específicos. Analizadas como un todo, no resultan costo-efectivas. Hay otras políticas que tienen a los jóvenes como objetivo, como leyes o subsidios al primer empleo, pero no se focalizan en jóvenes cuya opción es un empleo precario en el sector informal.
-¿Y qué hacer?
-La mejor respuesta de política pública para este problema no es fácil ni uniforme, y requiere una gran dosis de flexibilidad y experimentación. La condición necesaria, pero no suficiente es un entorno macroeconómico que genere oportunidades. Esto no alcanza porque hay distintos grupos y cada uno requiere remedios diferentes. Se necesita un diagnóstico a la vez que instituciones con la voluntad de probar alternativas en programas piloto, y utilizar la evidencia disponible para crear nuevos planes. Entre las preguntas que pueden ser exploradas pueden mencionarse algunas. ¿Qué funciona de los programas existentes? ¿Es la formación técnica? ¿Es el desarrollo de las "habilidades de vida"? ¿Es la intermediación y el acercamiento a un trabajo formal con una pasantía? ¿O es una combinación de los distintos componentes? Sin un correcto diagnóstico se repetirán programas que sólo son paliativos temporales, pero que representan recursos no invertidos de la manera más efectiva.
Investigadora del Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (Cedlas)
María Laura Alzúa