Persianas bajas y protesta en la calle de comerciantes de Flores
En apenas cuarenta minutos, ayer el barrio de Flores se convirtió en un pueblo fantasma. Persianas bajas y calles despobladas confundían a la gente. Una pregunta flotaba en el aire: ¿cómo puede ser que un martes al mediodía estén cerrados todos los negocios de la avenida Rivadavia?
La respuesta era simple, aunque no demasiado convincente para aquellos que aprovechaban su horario de almuerzo para realizar alguna compra pendiente. Los negocios estuvieron cerrados en protesta por las nuevas medidas económicas tomadas hace diez días.
Durante una hora y media más de 200 comerciantes decidieron cerrar sus negocios y se juntaron frente a la plaza de Flores, en Rivadavia al 7000.
"Hace diez días decidimos hacer esta manifestación. El 80% de los negocios se adhirió a la protesta. Esta es la única forma que tenemos de demostrarles a los dirigentes que estamos en contra de las medidas que han tomado", aseguró a LA NACION el presidente del Centro de Comercio de Flores, Rubén Tsolokian.
De esta forma, a partir de las 14 los comerciantes empezaron a bajar persianas y a caminar hacia la plaza. Gritos, cantos y petardos demostraban que la protesta había empezado, y la gente se fue sumando a la manifestación.
"Es vergonzoso que después de 40 años tengamos que salir a pedir lo nuestro. Parece que el Gobierno está sintonizando otro canal, que no es el de la realidad argentina", dijo Juan Djedjeian, uno de los comerciantes, que desde hace más de cuatro décadas vende zapatillas en el barrio.
Caminata
El punto de encuentro fue la plaza, y después de media hora empleados, dueños y particulares caminaron por la avenida Rivadavia desde la intersección con Fray Cayetano Rodríguez hasta Cuenca.
Al llegar al 7600 de Rivadavia, los manifestantes permanecieron algunos minutos y luego regresaron a su punto de partida caminando por la misma avenida.
"No estamos pidiendo que nos den una mano, lo que pedimos es que nos saquen de encima las dos manos que nos pusieron", dijo otro de los comerciantes, Oscar Bramajo. Enojo, indignación y falta de soluciones era el común reclamo de los dueños de los locales.
"No es justo que nos estén haciendo esto. Hace 50 años que tengo mi negocio en el barrio. La dignidad, que era lo único que nos quedaba, también se la están llevando", comentó otro de los comerciantes.
En medio de un silencio absoluto, los vendedores entonaron el Himno Nacional y un aplauso general fue el cierre de la escena. Una hora y media después, cortinas levantadas, colas en los bancos y gente apurada daban la pauta de que todo había vuelto a la normalidad.
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