Pobreza: las propuestas de los investigadores para erradicarla
En un seminario organizado por la UCA se presentaron ideas que permitirían avanzar en mejorar la calidad de vida y de trabajo de las personas vulnerables
No todos los estudiantes del secundario quieren seguir el mismo camino cuando piensan en su trabajo. Algunos necesitan rápidamente una salida laboral, para la cual ya deberían estar preparados al egresar del colegio; otros piensan en una formación universitaria; están quienes prefieren un instituto terciario... y las opciones son múltiples. En esta etapa, lo más importante es que el secundario sea un puente entre la vida de adolescente y la vida de un adulto que se mantiene con su trabajo.
Por otro lado, existe una enorme precariedad en el mundo del trabajo, donde se emplean fuerzas productivas paradójicamente de baja productividad. Se trata de personas que sí trabajan... de lo que pueden, con relaciones laborales endebles, salarios bajos, múltiples problemas para sostenerse, por lo que "transferimos recursos a familias que, por vías del mercado de trabajo no pueden subsistir", dijo Eduardo Donza, investigador del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA, durante un encuentro en el auditorio Santa Cecilia del Campus Puerto Madero de esta universidad, durante el seminario Inclusión social y laboral en la Argentina: hacia una agenda renovada de política social para la superación de la pobreza.
En el primer semestre de este 2019, el Indec registró un 25,4% de los hogares y un 35,4% de las personas en situación de pobreza. Asociada a la falta de trabajo de los adultos, o a los trabajos de baja calidad y baja productividad, la pobreza llega a alrededor de 15 millones de personas y afecta al 52,6% de chicos que tienen entre 0 y 14 años.
Una encuesta presentada por Leticia Muñiz Terra, investigadora de la Universidad Nacional de La Plata y también investigadora del Conicet, dejó al descubierto el cambio estructural y social que se vive en la Argentina desde hace varias décadas. En un sondeo a trabajadores de la economía informal, trabajadoras domésticas y cuidacoches, entre otros, se comprobó que tienen experiencias disímiles en el sistema educativo, una alta rotación en sus trabajos y salarios muy bajos.
Lo que tienen en común, en general, es haber vivido una desigualdad en el ámbito educativo a partir de factores diversos, la ocupación (o falta de ella) de sus padres, los útiles, la vestimenta, el hogar donde habitan, el origen étnico. "Es necesario recuperar la conexión entre las clases. No hay un lugar de encuentro, de lazo social, y así no se puede construir una sociedad en la que todos podamos participar como ciudadanos", dijo la investigadora. Estuvo en línea con las palabras del secretario General de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que dijo, molesto por el mote "choriplaneros": "Tenemos que reconceptualizar el trabajo. No es que no trabajamos. Yo lo hice como metalúrgico, con un empleo de 8 horas. Cuando me quedé sin trabajo fui vendedor ambulante y trabajaba 15 horas".
En cuanto a los acuerdos que tanto se piden, afirmó que "se tienen que hacer teniendo en cuenta a los humildes. Si no, no son acuerdos". Finalmente se refirió a la necesidad de volver a la integración social. "Una persona que vive en un country tiene miedo de entrar en el barrio en el que vivo yo, y yo no puedo entrar al country".
Más y mejores pasantías
"Necesitamos en la Argentina una lógica en la que la educación esté unida con la lógica del trabajo", dijo durante el encuentro Jorge Colina, director de Idesa. "En el mundo esto se llama sistemas de transición de la educación al trabajo. Se trata de guiar a los alumnos para que comiencen su siguiente recorrido pensando en su futuro", agregó. "En países de Europa como Alemania, Austria o Suiza se va analizando qué alumnos van a ir a la universidad y la posibilidad de la educación dual para los que van a seguir en el mercado laboral". La educación dual, ya desde la secundaria, provee conocimientos para insertarse rápidamente en el mercado laboral, pero tiene una fuerte base de entrenamiento para le trabajo dentro del ámbito de las empresas.
Según Colina, "es necesario tratar de hacer funcionar una articulación entre escuelas e instituciones de formación profesional". El economista preguntó: "Si tuviéramos una sola, una bala de plata, ¿cuál sería? Hoy tenemos una ley de pasantías, la ley 26.427, que es de 2008. Se aplica solo a la educación superior, es una relación no laboral, es por un máximo de seis meses, pero renovables por seis meses más y estipula que solamente se pueden hacer pasantías durante 20 horas semanales", detalló. Para las pasantías en la secundaria existe un decreto de 2011, "aunque esto está en el ámbito de las provincias, que son las que manejan las escuelas secundarias", dijo.
Colina advirtió que muchas veces se piensan los temas sin consultar a quienes están involucrados. "Se saca esta ley donde la institución educativa tiene que conservar los originales de los convenios; llevar un registro de los acuerdos individuales; hacer un legajo por cada pasante; asignar docentes guías (sin recursos para pagarles); supervisar el seguimiento de los planes de pasantías (sin recursos para pagar esta supervisación), y no se puede cobrar más del 5% de la asignación que se le da al pasante para recuperar costos".
Por otro lado, las empresas deben conservar contratos originales durante cinco años; llevar un registro interno de cada contrato; designar un tutor con capacidad para planificar, implementar y evaluar la formación; contratar una ART y una obra social (aunque el alumno ya la tenga); pagar una asignación estímulo que no es en base al salario mínimo. En caso de duda, se pasa a relación de dependencia con sanciones por empleo en negro.
El alumno/a por su parte recibe una asignación estímulo pero si tiene hijos no cobra la AUH u otros planes. Colina advierte entonces sobre la excesiva burocracia que promueve esta ley, además de otros problemas. Se trata entonces de una herramienta muy buena para que haya un importante entrenamiento profesional, además de una valiosa experiencia laboral, pero que hay que ajustar ya que ni las instituciones educativas ni las empresas se ven "tentadas" a llevarla adelante.
Un ejercicio
Agustín Salvia, director de ODSA-UCA, por su parte, cerró el encuentro proponiendo un ejercicio: hay un total de casi US$70.000 millones en transferencias a programas de protección social en 2019 "y, sin embargo no se mueve la aguja". ¿Cuánto costaría llevar a cero la pobreza e indigencia en la Argentina hoy (de acuerdo a los números del primer semestre)? Para erradicar la indigencia a través de distintas estrategias se necesitarían US$1397 millones, el 0,3% del PBI. Terminar con la pobreza infantil significaría US$5500 millones, el 1,2% del PBI, y la pobreza en general, llevaría US$16.000 millones, 3,5% del PBI.
"Los argentinos tenemos US$300.000 millones fuera del sistema y en los últimos meses se fueron US$20.000 millones de reservas...", comparó. "Las sociedades con mayor equidad son las que más crecen".
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