Por ahora, la prioridad es bajar la inflación
Varios factores –internos y externos– se conjugan para explicar la venta récord de reservas que ayer llevó adelante el Banco Central para mantener "planchada" la cotización del dólar casi en los mismos niveles de fin de febrero. El objetivo central de esta estrategia es moderar el traslado a precios de la devaluación del peso, que en los tres meses previos había llegado al 14%. Aun así, esta táctica para evitar que se recargue la inflación luce transitoria.
Al menos hasta que el comportamiento de los mercados financieros indique si el flujo de capitales desde países emergentes como la Argentina hacia el refugio del dólar y los bonos del Tesoro de los Estados Unidos ("fly to quality", como se denomina este fenómeno en la jerga financiera) se transforma o no en un fenómeno permanente.
Al Banco Central (BCRA) le cuesta mantener el "ancla cambiaria" en un mercado donde la demanda se mantiene sostenida, escasea la oferta de divisas y la flotación pasó a ser administrada con precio fijo.
Máxime cuando el rendimiento de los bonos estadounidenses a 10 años superó esta semana el 3% anual por primera vez desde 2014 y desencadenó la devaluación de varias monedas de la región (como las de Brasil, Chile y Colombia).
Con la intervención de ayer (1471,7 millones de dólares), solo entre marzo y lo que va de abril -tras una pausa de dos semanas- volcó al mercado algo más de US$4500 millones. Una cifra equivalente a la mitad de las reservas que compró a comienzos de año, cuando el Ministerio de Finanzas colocó deuda externa por US$9000 millones antes de la primera suba de tasas de interés de 2018 dispuesta por la Reserva Federal en los Estados Unidos. Así, las reservas del BCRA perforaron ayer el piso de US$60.000 millones por primera vez desde mediados de enero.
Una causa que sin dudas catapultó la demanda de dólares fue el desarme de posiciones en Lebac (las Letras del Banco Central) por parte de inversores externos, ya que ayer comenzó a regir el nuevo impuesto a la renta financiera sobre el rendimiento de esas tenencias, incluido en la reforma tributaria, que estableció una alícuota del 15%.
Este factor revirtió la dirección de la "bicicleta" tasas-dólar (carry trade, en la jerga), que en el último mes y medio había facilitado el ingreso de divisas para obtener altos rendimientos con el tipo de cambio artificialmente "planchado". También se reflejó en el aumento de la tasa de Lebac en el mercado secundario, que pasó de 26,5 a 27,8% anual.
En el BCRA hicieron notar que la venta récord de ayer significó una absorción de pesos equivalente a unos $30.000 millones, que puede restar presión al mercado cambiario. Y que otro reflejo fue que los bancos vendieron $16.000 millones en Leliq (un símil de las Lebac a corto plazo reservadas exclusivamente a entidades financieras) para compensar el retiro de depósitos que se volcaron al dólar.
Sin embargo, la alta demanda de billetes verdes ya venía de antes. Solo en el primer trimestre, la compra de dólares para atesoramiento ascendió a US$4444 millones y los destinados para viajes y turismo al exterior sumaron otros US$2723 millones. Es decir, un total de US$7167 millones.
Como contracara, se retrajo la oferta de divisas ante la perspectiva de que el "ancla" del BCRA para frenar la inflación podría carcomer buena parte del repunte del tipo de cambio real producido entre diciembre y febrero. Hasta junio no se espera la liquidación de volúmenes importantes provenientes de la cosecha gruesa, afectada por la sequía. Y el futuro ingreso de dólares para poner en marcha los proyectos de inversión vial -en pesos- a través del régimen de participación público-privada (PPP) deberá aguardar hasta el segundo semestre.
Esta situación coloca al BCRA frente a un dilema. Con la inflación de abril ya jugada, todo indica que necesita exhibir índices de precios al consumidor más bajos en mayo y en junio para demostrar que el repunte inflacionario es transitorio y obedece principalmente al ajuste de los precios regulados (tarifas), como lo viene sosteniendo en sus últimos comunicados.
Por ahora, su prioridad es desacelerar la inflación. Pero tal vez deba concretar su amenaza de endurecer la política monetaria y subir las tasas de interés para flexibilizar la intervención cambiaria, a la que considera un complemento y no un sustituto. Un dólar "planchado", a contramano de la región, encierra el riesgo de caer otra vez en el atraso cambiario. Y si se mantiene la volatilidad en los mercados externos, el de un rebote posterior.