Más allá del crecimiento del negocio del streaming y el uso de dispositivos móviles para el consumo de contenidos, los espectáculos en vivo siguen siendo uno de los pilares centrales de la industria de la música a nivel global. Conciertos en pequeños teatros hasta grandes festivales internacionales integran el conjunto de espectáculos musicales que año a año buscan renovarse para mantener su público y convocar nuevos seguidores.
A la hora de evaluar tendencias, los Estados Unidos son referentes globales. Solo en ese país, según estimaciones de PwC para 2017, la industria de la música moviliza US$ 17.200 millones por año, y un 55% de ese volumen corresponde a los recitales en vivo.
La mayor parte de los ingresos de este rubro, coinciden en las productoras, se obtiene por la venta de entradas. Si bien las cifras varían de acuerdo al espectáculo y el artista, se estima que este factor representa el 80% del negocio de los recitales, mientras que el 20% restante se obtiene por patrocinios o auspicios de marcas que, fundamentalmente, buscan asociar su nombre a grandes festivales o eventos masivos.
La actividad también genera ingresos para los titulares de los estadios o sedes que albergan los shows. Tal es el caso de la provincia de Buenos Aires que, según consignó LA NACION, facturará este año $ 346 millones por los recitales realizados en el estadio Ciudad de La Plata, que tiene capacidad para 53.000 espectadores y este año recibió, entre otros, a U2, Coldplay, Ed Sheeran y Bruno Mars.
Además de grandes sumas de dinero, los shows en el imponente predio, que posee una capacidad para 53 mil personas, le otorgan al municipio un importante movimiento turístico que se ve reflejado en sus números de gastronomía, hotelería y transporte. Según datos a los que pudo acceder LA NACION todos estos componentes resultarán en 2017 en 346 millones de pesos que se destinan a la Agencia Platense de Recaudación.
En este escenario, los productores y escenógrafos de los grandes recitales apuestan por la tecnología como herramienta para renovar la propuesta de los shows. Elementos de realidad aumentada durante los conciertos, imágenes en 3D y hologramas son algunas de las propuestas que la industria prueba para enriquecer la puesta en escena y hacerla más inmersiva para el público, ampliar la escenografía, simular la participación de artistas en un determinado evento o llevar la experiencia del recital al hogar a través de una pantalla.
Para el negocio, el proceso de venta de las entradas de grandes recitales es fundamental. En el contexto económico actual, las productoras buscan anticipar el mayor tiempo posible el anuncio de sus shows, para prolongar el plazo de venta de las entradas. Además de permitir mayor planificación para el público, esto permite a los realizadores (cuyos costos de contratación de artistas suelen estar dolarizados) facturar por anticipado.
Así, se cubren de un posible salto en el tipo de cambio y, además, se hacen de fondos frescos para reinvertir en otros productos o activos en los meses previos a un determinado recital que permite maximizar las ganancias.
En este contexto, desde las productoras reconocen que una posibilidad que cambiaría el escenario para la industria es la adopción de esquemas de precios flexibles para los recitales. Hoy, más allá de iniciativas promocionales como preventas, cupos anticipados o los llamados early birds, los valores de las entradas suelen mantenerse sin cambios, independientemente de que falten varios meses o pocos días para un show. La iniciativa que algunos analizan es que, como ocurre con los pasajes de avión, los precios fluctúen dependiendo de la fecha o la demanda de un determinado show.