Prevén una mayor inflación para los hogares más pobres
Llegará al 25% este año, contra un 15% para la población más rica, según cálculos privados
El aumento en los precios de los alimentos no sólo elevó los pronósticos privados de inflación. También hizo más fuerte el impacto del alza en el costo de vida sobre los hogares más pobres, un fenómeno que puede arrastrar a más familias a la pobreza o a la indigencia y que empeorará aún más en los próximos meses si, tal como sugieren las últimas encuestas sobre las expectativas de la población, la inflación sube otro par de escalones este año.
Por el peso que tienen los alimentos en el consumo total de los hogares ubicados en la base de la pirámide social -desprotegidos de antemano ante la inflación-, éstos tendrán que enfrentar este año una suba de precios real del 25%, según un informe del sociólogo Artemio López, publicado en su blog de Internet, Ramble Tamble. El panorama es un tanto más optimista para las familias ubicadas en el otro extremo: sufrirán una inflación menor, del 15%.
Si esta estructura inflacionaria se mantiene, aumentarán la pobreza y la indigencia, incluso con una mejora del 23% en los ingresos, un supuesto que surge de la pauta salarial ungida por la Casa Rosada para este año. En este escenario, hacia fines de 2008 "la pobreza impactará sobre el 30% de la población general y la indigencia atrapará al 12% de los residentes", concluye López. Esas cifras suben al 40 y al 16 por ciento, respectivamente, entre los menores de 15 años.
Hasta fines del año anterior sucedía lo contrario, según las cuestionadas cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La inflación acumulada en el segundo semestre de 2007 llegó al 4,5% para los hogares de mayores ingresos y al 3,8% para los de menos recursos.
Varios economistas han advertido ya sobre el deterioro social generado por la inflación. Uno de ellos, el director de SEL Consultores, Ernesto Kritz, coincidió con López en que la suba de precios actual afecta más a la base de la pirámide social, aunque estimó que la inflación para quienes gozan de ingresos más altos "probablemente sea superior" al 15%, debido al incremento en el costo de algunos servicios, como la medicina prepaga y la educación privada.
Otros dos datos, conocidos esta semana, ensombrecen aun más el panorama.
El primero surge de una de las encuestas que miden qué inflación esperan los argentinos para los próximos doce meses, es decir, cuáles son sus expectativas inflacionarias. Este mes, el índice esperado se ubicó en el 32,8% promedio, según el relevamiento que realiza el Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella. La media de la muestra fue, al igual que en marzo, 25%, cinco puntos por encima del nivel registrado entre agosto y febrero últimos. En ambos casos se trata de los niveles más altos desde que se inició la encuesta, en agosto de 2006. "La variación esperada en los precios continúa siendo significativamente más alta en los estratos más pobres", destaca el informe del CIF, en sintonía con las proyecciones de López.
El segundo dato proviene de otra encuesta, más amplia, que elabora la Universidad Católica Argentina (UCA), junto con TNS-Gallup. Según el informe de marzo último, nueve de cada diez argentinos consideran que los precios "aumentaron mucho" en el último año. Un año atrás, en marzo de 2007, eran menos: siete de cada diez.
Traslado
Ambos informes reflejan, más allá de las diferencias en la metodología, el mismo problema: la gente percibe una inflación cada vez mayor. Se trata de una percepción problemática, ya que, según coinciden los economistas, puede trasladarse a la realidad.
Si bien las expectativas sólo reflejan cuál es la inflación que la gente cree que habrá en el futuro según su percepción, los economistas coinciden en que juegan un papel importante en las decisiones de consumo, ahorro e inversión. "Si todo el mundo piensa que la inflación va a ser mayor, lo más lógico es anticipar consumo, lo que provoca mayores presiones inflacionarias y una menor demanda de dinero", indicó Fausto Spotorno, del Estudio Orlando J. Ferreres & Asociados.
La percepción se convierte, de ese modo, en realidad. De allí la preocupación oficial por contener las expectativas, una cruzada que el Gobierno encaró a través de los controles de precios, la intervención en las negociaciones salariales y la búsqueda de un mayor ahorro fiscal, aun a costa de una mayor presión tributaria. Los datos privados indican que, hasta el momento, esos esfuerzos han sido infructuosos.
Spotorno aclaró, no obstante, que no se observa aún "un riesgo claro de una aceleración de la inflación por expectativas", en parte porque la estabilidad del tipo de cambio y la mejora del superávit fiscal funcionan como anclas frente a la suba de precios.
No fue la única aclaración. "Las expectativas generalmente están por encima de la inflación real, algo que tiene que ver con lo que la gente ve en los diarios y lo que percibe cuando va a comprar. Las expectativas se pueden terminar cumpliendo o no. Depende de lo que ocurra dentro de los doce próximos meses", señaló Julieta Serna, analista del CIF.