Progresos y democracia directa
Ejemplos de crecimiento, filantropía y decisiones mayoritarias en El Chaltén, el pueblo más joven de la Argentina; la población impulsó la construcción de un basurero ecológico y una donación permitió hacer un moderno hospital.
EL CHALTEN, Santa Cruz.- En el pueblo más joven del país, dos edificios inaugurados en los últimos días son notables ejemplos de progreso, filantropía y conciencia cívica a la vez.
También dan muestra de los avances que pueden lograrse en una comunidad chica, donde se practican espontáneamente formas de democracia directa que permiten resolver problemas cívicos y económicos que en otras zonas del país siguen siendo aparentemente insolubles. Uno de ellos es el flamante basurero pirolítico, inaugurado con una pequeña fiesta del pueblo en los primeros días de marzo -acaso el primer baile en un basurero-, que transformará en cenizas los desechos de esa pequeña comunidad con elevado paso de turistas.
El progreso de ese basurero ecológico es enorme si se lo compara con lo que suele ser habitual en la mayoría de los pueblos y aun en grandes ciudades de la Patagonia: basureros al aire libre, bolsas de residuos que se desparraman por el viento en kilómetros a la redonda, proliferación de ratas y focos inevitables de contaminación e infecciones en los alrededores.
La fuerte conciencia cívica de un pueblo joven, integrado por muchas personas que han venido de otras zonas del país con la convicción de respetar un hábitat natural privilegiado, logró forzar a las autoridades provinciales a dedicar fondos para ese edificio, donde se queman los residuos en lugar de contaminar los cercanos ríos Fitz Roy y de las Vueltas.
Cuando decide la mayoría
La participación ciudadana no terminó allí. De inmediato, no bien inaugurado el proceso pirolítico, se presentó a la pequeña comunidad una propuesta para votar sobre una decisión importante: designar un lugar cercano donde enterrar las cenizas que se reciclarán en la naturaleza.
Leímos la convocatoria en un afiche pegado en un restaurante del pueblo. Hay una fecha para expedirse y distintos puntos para depositar la opinión. Una vez conocidas todas las opiniones, se adoptará una decisión mayoritaria.
Un caso similar se planteó este verano sobre la necesidad de limitar el impacto ambiental en los campamentos de altura a los que llegan muchos montañistas argentinos y extranjeros. Por iniciativa del jefe de guardaparques del lugar, Adrián Falcone, se invitó a todos los interesados a emitir su opinión sobre cómo resolver ese problema. En Suiza se llamaría democracia directa. También aquí, con la ventaja adicional de que no sólo debe valorarse la práctica del compromiso cívico, sino que esa intervención de todos puede marcar el camino para mejorar la calidad de vida y la presentación de una ciudad, hacerla más atractiva y hasta generar nuevas inversiones -grandes o pequeñas-, que son las que harán mejorar las condiciones económicas del futuro.
Un pequeño ejemplo, tanto o más valioso que una gran inversión en otra zona del país, es el siguiente: Blanca del Río, una señora que era residente en Bahía Blanca y que también había vivido en el valle de RíoNegro, llegó un día a El Chaltén como visitante. Quedó prendada del lugar y del futuro de ese lugar lejano y casi irreal, con apenas 100 habitantes fijos que reciben a miles de turistas en verano y viven una vida bastante aislada el resto del año.
Inversión con éxito
Blanca se dijo que ése era un lugar para quedarse a vivir. Quiso comprar un terreno. Le explicaron en el Consejo Agrario provincial, que regula la administración de tierras dentro de esa zona, que es un parque nacional, y le contestaron que sólo debía presentar un proyecto sustentable.
Pensó y se le ocurrió una propuesta original: instalar una producción de cerveza artesanal. En pocos meses se convirtió en pequeña empresaria cervecera en su casa. El éxito la acompañó. Con una pequeña inversión, producto de la venta de su departamento en Bahía Blanca, puso en marcha un negocio que funciona, y su cerveza alcanzó inmediato prestigio entre turistas argentinos y extranjeros que llegan a El Chaltén.
Hospital modelo
El otro ejemplo a la vista es el recién terminado hospital del pueblo.
Allí la conciencia cívica se llama un acto de filantropía, surgido de una donación directa del señor Gregorio Perez Companc, titular del grupo empresarial más grande del país, que decidió dar su ayuda a la médica del pueblo, la doctora Carolina Codó, que atendía antes en un mínimo dispensario sin mayores posibilidades de atender urgencias.
Como anónimo turista en El Chaltén, Perez Companc se alojó en la hostería de Marcelo Pagani, el marido de la doctora Codó. Advirtió allí la dedicación y el esfuerzo de la doctora y le anticipó que haría algo por el pueblo. Pocos días después llegaron técnicos de Perez Companc para estudiar la necesidad. Y casi inmediatamente comenzó la construcción del hospital.
Todo se terminó en un año y medio. La semana última, con la pintura todavía fresca en las paredes, la doctora Codó quedó al frente de un hospital modelo, con toda la tecnología disponible. "No sé cómo se puede agradecer semejante obra", dice Codó aún asombrada por lo que puede lograr un gesto de filantropía.
El costo del hospital debe rondar el millón de dólares. Una suma que parece poco frente a tantos gastos sociales multimillonarios que a veces se diluyen en forma poco clara en los niveles nacionales y provinciales. Pero esa suma, aplicada a un proyecto concreto en una pequeña comunidad, hace una diferencia abismal.
Aunque la economía y el desarrollo no pueden basarse sólo en actos de filantropía, el pequeño ejemplo de El Chaltén demuestra cuántas cosas pueden lograrse con una asignación concreta y eficiente de los recursos.
De la mano de ejemplos como éstos, todo el pueblo ha cambiado significativamente su cara en sólo un año. Como toda población nueva, El Chaltén corre el riesgo de crecer desordenadamente, como pasa casi invariablemente en el país. Y hace apenas 12 meses se podían hacer fuertes críticas sobre el peligro al que se enfrentaba una población en crecimiento donde el urbanismo y el cuidado ambiental podían quedar de lado.
Se progresó bastante en poco tiempo. Muchos de sus habitantes saben hoy que allí hay un diamante en bruto que necesita ser pulido con arte y cuidado. Así mejoraron en corto tiempo muchas construcciones, el cuidado de los canteros, la plantación de muchos árboles, la señalización urbana y el cuidado por preservar las zonas de montaña que sufren el impacto ambiental de un constante auge del turismo.
Falta mucho, pero todo parece más fácil en escala más chica. El gran desafío económico y político es, en cambio, trasladar esos buenos ejemplos a la escala nacional.
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